Días pasados el intendente en ejercicio de la Ciudad de Córdoba, ahora gobernador electo, envió un proyecto al Concejo Deliberante con el objeto de eliminar la tracción a sangre en el ámbito de la ciudad de Córdoba.
Según lo expresado, la iniciativa busca fomentar la creación de una serie de “programas que fomenten la entrega voluntaria de los animales al municipio” con el objetivo de “generar oportunidades de ingreso de dinero genuino y alineado con la normativa vigente en materia de derecho animal”. Vale agregar que, al tiempo que se hacia el anuncio, se entregaban 36 motovehículos a recuperadores urbanos, a cambio de la entrega de los animales y de la capacitación para conducir sus nuevos medios de movilidad, materializándose así lo propuesto en el Programa de Modernización de Herramientas de Trabajo.
Según informó el municipio, “esta propuesta de la Municipalidad de Córdoba, ejecutada por el Ente Córdoba Obras y Servicios (COyS), comprende una política pública en materia de inclusión social, protección animal y también cuidado ambiental, ya que los vehículos funcionan de manera eléctrica, contribuyendo a la reducción de combustibles fósiles”.
Al presentar la medida, nuestro intendente expresó: “Los recuperadores son recicladores urbanos que nos ayudan en la economía circular. Quiero felicitarlos porque han tenido que reaprender. De esta forma, le damos solución a un problema que la ciudad tenía, mejorando las condiciones de trabajo, porque ellos son gente de trabajo, que con su trabajo le dan de comer a su familia” y agregó: “El esfuerzo que ese caballo para sostener a esa familia no es esfuerzo que tiene que hacer para el momento histórico y de la humanidad que vivimos. Esta ordenanza va a prohibir dentro de un año la tracción a sangre y reemplazar este sistema este tratamiento inadecuado sobre los caballos para que los recuperadores urbanos tengan la posibilidad de tener nuevo equipamiento para poder hacer su trabajo”.
Vale agregar que la normativa prevé sanciones de entre tres y 10 unidades de multas (UEM) a aquellos que en el “área central” circulen sin autorización con carros con tracción animal.
Entendemos que esta iniciativa indudablemente constituye un importante avance, en particular para evitar el maltrato animal, aunque presenta claroscuros y limitaciones que no se pueden pasar por alto.
En primer lugar, se buscar decirle “adiós” a la tracción a sangre y aquí nos surge una inquietud: ¿se incluyen en la normativa los carros empujados por seres humanos? También se trata de una tracción a sangre, a más de evidenciar una situación de vulnerabilidad humana. Quienes transitamos por las calles de nuestra ciudad vemos gran cantidad de personas empujando carros de distintos tamaños, repletos de cartones y otros objetos reciclables, en busca de unos pesos que les permitan vivir. Por eso nos preguntamos ¿se va a hacer también para proteger a estas personas? Parecería que la medida sólo tiende a proteger la sangre animal y no la humana. Esto no es una humorada ni una chicana de mal gusto, sólo una advertencia de que no se toma cabal consideración de la muy triste realidad en la que viven muchos de nuestros conciudadanos a los que se los ve empujando carros o carritos repletos de objetos que encuentran revolviendo entre la basura que dejamos los vecinos.
Por otro lado, ¿se controlará que en los carros o motovehículos no vayan menores de edad? También es habitual ver niños de distintas edades subidos o empujando carros acompañando a mayores o incluso solos, recolectando objetos que puedan transformar en el dinero que los ayuden con sus gastos.
Entendemos que buenas medidas como la anunciada, son sólo avances específicos, no soluciones, a un problema de fondo mucho más global que es el de la pobreza. No desconocemos que la Municipalidad ejecuta programas que mejoran las condiciones de la actividad pero creemos que no están destinadas a salir del círculo de necesidades que se debe romper sino sólo a paliar un presente duro. Es decir, la actividad pública del caso se queda en el asistencialismo, en vez de encarar medidas concretas de promoción social.
Creemos que lo ideal (que no es algo que no suceda en gran parte del mundo) es que los adultos cuenten con un trabajo “en blanco”, es decir, registrado, que les permita obtener ingresos para sostener una forma de vida como debe ser, y que los niños deben concurrir a la escuela y realizar las actividades que realiza cualquier menor de edad, en lugar de ir a trabajar o a colaborar con sus padres en tareas de esta naturaleza. En realidad, no estamos diciendo nada que no esté dispuesto en las leyes y tratados internacionales, que protegen el trabajo y la situación de los niños, niñas y adolescentes, y que el Estado debería poner más empeño en lograr.
Retirar de circulación carros tirados por animales, es -como dijimos- un avance, y lo aplaudimos, pero ello no elimina los problemas de fondo, tales como el trabajo precario, y la situación social y económica de vulnerabilidad de los recolectores, ni resuelven la situación de tantos menores que día a día vemos por las calles, solos o junto a mayores, haciendo un “trabajo” que sin ninguna duda deberían no llevar a cabo.
¿Es una intervención más compleja? Sí, desde luego. Tan compleja como la realidad que vivimos y como deben ser, por lo mismo, las soluciones que la hora impone.
(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas
(**) Abogado. Doctor en derecho y ciencias sociales