El domingo 26 de octubre de 2014 ocupará un lugar destacado en las efemérides. Mantuvo en vilo a tres continentes. La razón es simple. Celebraron, en forma coincidente, elecciones trascendentes Brasil, Uruguay, Túnez y Ucrania.
La crónica de las elecciones de Brasil -el país más grande y poblado de nuestro subcontinente- es por todos conocida. Dilma Rousseff fue reelecta. El enorme peso político de Luiz Inácio Lula da Silva fue determinante. Se puso al hombro la campaña contrarrestando la polarización que propusieron “los enemigos del Partido de los Trabajadores (PT) y de Dilma. Lo hicieron en las protestas antes del Mundial y el propio día de la inauguración de aquel torneo (…) los grandes medios continuaron con la descalificación, al punto que la Presidenta tuvo que reaccionar ante tantos improperios (haciendo) un llamado a la unidad y al diálogo (…) para que la polarización no se profundice.
Está claro que en un ambiente de confrontación social el PT conservaría la mayoría y quizás la ampliaría, los pobres en Brasil aún son muchos. Pero eso haría que la economía de su país se derrumbara. De allí a que extienda su mano sin renunciar a la lucha de ideas que plantea al anunciar su disposición a impulsar una reforma política previa consulta al pueblo.”
Desde otro andarivel aseveran que las elecciones brasileñas fueron, apenas, el emergente de una “pelea entre dos sectores de la burguesía brasileña y dos políticas burguesas que tienen muchos puntos en común, la representada por el PT y dirigida por los centroderechistas que encabeza Lula logró en efecto el apoyo electoral de los sectores más pobres mientras los sectores decisivos de la burguesía nacional e internacional conseguían canalizar a los más conservadores y ricos desde las clases medias más acomodadas hasta los financieros, terratenientes, especuladores. De las urnas salen dos ‘brasiles’ contrapuestos con casi el mismo apoyo popular, uno con un poco más del 51 por ciento de los votos y otro con casi 49 por ciento.”
En Uruguay -el querido “paisito”- se votó en un clima de tranquilidad y envidiable convivencia cívica tan propio de ellos, para elegir presidente de la nación para el quinquenio 2015/2020. Tabaré Vázquez, candidato del Frente Amplio, aguarda, esperanzado, el 30 de noviembre, fecha en que puede ser nuevamente consagrado presidente de la república. Al parecer no habrá sorpresas. La oposición, pese a sus antiguas y profundas rivalidades, se abraza en procura de recuperar protagonismo. El aspirante a la presidencia por el Partido Colorado, Pedro Bordaberry, se juramentó trabajar por el triunfo del Partido Nacional -Blanco- y su candidato Luis Lacalle Pou, para que “hagan mierda a Tabaré Vázquez”. ¿Les alcanzará? ¿o con el correr de la campaña electoral desbarrancarán?
Mientras se definen cuestiones de última hora en el seno de las estas alianzas circunstanciales y las cuotas de poder que aspiran los socios minoritarios, se reactualizan las denuncias formuladas por el diario La República, con la firma del periodista Raúl Legnani, sobre la participación en la campaña electoral de un extraño “comando cubanoamericano”, comandado por Gonzalo Guimaraens, identificado como jefe del grupo ultraderechista Tradición, Familia y Propiedad que en 1999 cambió su nombre por el de Tradición y Acción por un Uruguay Auténtico Cristiano y Fuerte.
Las andanzas de Guimaraens son preocupantes. “En noviembre de 1999, pocos días antes del balotaje en nuestro país, escribió desde el sitio “cubadeste”: ‘El cambio a la uruguaya que propone la izquierda no es una adaptación o adecuación sino la eliminación del régimen político institucional vigente y su sustitución por otro profundamente opuesto, inspirado en una concepción de la vida, del individuo, de la familia atea, materialista e igualitaria.’ El mismo año publicaron en El País una solicitada -aviso pagado por el firmante- en la que subrayó que ‘Está en las manos de los blancos impedir una catástrofe para el país. Dios y la Patria les piden que actúen con generosidad y altura de miras en esta hora en que está en peligro no sólo el futuro de Uruguay sino el de todo el continente (…) la virgen de los Treinta y Tres, Patrona del Uruguay, ayude a cada uruguayo a cumplir su deber en esta hora, salve a la Patria de la tiranía comunista y apresure el esplendoroso Triunfo de Su Inmaculado Corazón prometido en Fátima.”
En septiembre -continúa informando La República- el responsable de otra publicación digital en la cual también escribe Gimaraens, de nombre Javier González, dejó en claro el grado de fanatismo de este grupo “salvador de las democracias” en el mundo. Su amplitud de miras lo llevó a identificar a John Kerry con las izquierdas latinoamericanas, en un artículo publicado en Destaque Internacional: “El candidato John Kerry está recurriendo a la indefinición, al tono anestesiante y al estilo seudoespontáneo para no tener que reconocer públicamente su posición izquierdista delante de temas delicados de orden político, moral y religioso. Es irrefutable que Kerry se ha transformado en la ‘niña de los ojos’ de las izquierdas. En América Latina, éstas ya comprendieron la eficacia desmovilizante de la anestesia psicosocial, para poder avanzar en la conquista de las mentalidades, al tiempo que evitan sobresaltos incómodos por parte de una opinión pública bastante adormecida”.