domingo 22, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Donald Trump y el brexit

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Se prepara una gran manifestación en Trafalgar Square para hoy contra su llegada al país, que actualmente se encuentra inmerso en un contexto complejo: la salida de la UE y la renuncia de la premier

 Por Gonzalo Fiore Viani
Especial para Comercio y Justicia

Una de las primeras cosas que hizo Trump ni bien llegó a Gran Bretaña fue calificar de “perdedor” al alcalde de Londres, Sadiq Khan, primera persona de origen musulmán en ser mandatario no sólo de Londres sino de una capital europea.
En los días previos a la llegada del presidente estadounidense a las islas, Khan, miembro del Partido Laborista, publicó una columna de opinión en el dominical The Observer, donde expresa su preocupación de que Trump es una “amenaza global”. Sostuvo que el lenguaje del norteamericano representa a “los fascistas del siglo XXI”, al mismo tiempo que lo ligó al auge del extremismo a escala mundial: “La extrema derecha está en aumento en todo el mundo, amenazando nuestros derechos y libertades tan duramente ganados y los valores que han definido las sociedades liberales, democráticas durante más de 70 años”.
Se prepara una gran manifestación en Trafalgar Square para este martes 4 contra la llegada de Trump al Reino Unido, que actualmente se encuentra inmerso en un contexto complejo entre el proceso de brexit y la renuncia de Theresa May a partir del próximo día 7.

Sucede que el estadounidense, fiel a su estilo, se ha inmiscuido como nunca antes en la situación interna británica, algo que para la cultura política del país es casi intolerable.
Nigel Farage, del Brexit Party, quien viene de arrasar en los comicios europeos del 26 de mayo, es un declarado seguidor del neoyorquino. Trump lo ha apoyado públicamente y en los últimos días ha pedido que se lo incorpore a las negociaciones por el brexit.
Partidario de una salida dura y sin negociaciones de la Unión Europea (UE), Farage es visto como una amenaza por el establishment británico -tanto conservador como laborista-.
Otro dirigente cercano al presidente es el conservador Boris Johnson. El ex ministro de Theresa May e impulsor de la campaña Vote Leave junto a Farage para dejar la UE, se ha anotado en la sucesión para ocupar el número 10 de Downing Street.
Actualmente se encuentra enfrentado con Farage, quien lo acusa de ser partidario de un brexit blando y de haber apoyado los intentos de negociaciones de May. A su vez, es visto con desconfianza por los sectores más dialoguistas, tanto de su partido como de los laboristas, debido a que aboga por cumplir con el brexit de alguna manera en el mediano o corto plazos.
Johnson, además de haber sido secretario de Estado para las Relaciones Exteriores del gabinete de May entre 2016 y 2018, también fue alcalde de Londres entre 2008 y 2016. Es conocida su admiración por Donald Trump.

Su estilo polémico y ajeno a las costumbres tradicionales de la clase política británica ha sido comparado en numerosas ocasiones con el del norteamericano. Es uno de los candidatos que suena con más fuerza para suceder a May en el liderazgo del Partido Conservador, lo que lo dejaría a las puertas de convertirse en primer ministro en las próximas elecciones.
Trump, además, ninguneó al líder opositor, el laborista Jeremy Corbyn, diciendo que primero “tendría que conocerlo” antes de compartirle información clasificada en caso de que éste fuere electo premier.
El presidente, claramente, ha mostrado sus preferencias dentro del fragmentado escenario británico. Los euroescépticos y los extremistas europeos, muchos de ellos agrupados en el “Movimiento” de su exasesor Steve Bannon, ven en él a un importante aliado a la hora de imponer su agenda.
El alcalde de Londres, en su columna, muestra su preocupación al respecto, al mismo tiempo que los compara con los fascistas de décadas anteriores: “Viktor Orbán en Hungría, Matteo Salvini en Italia, Marine Le Pen en Francia y Nigel Farage aquí en el Reino Unido están utilizando -dijo- los mismos tropos (retórica) divisorios de los fascistas del siglo XX para reunir apoyo, pero con nuevos métodos siniestros para enviar su mensaje. Y están ganando terreno, poder e influencia en lugares que hubieran sido inimaginables hace unos años”.
Trump, en su estilo tan chocante como controvertido y políticamente incorrecto, aprovechó para comparar a Khan con el alcalde de New York, con quien ha polemizado en numerosas ocasiones, el demócrata Bill de Blasio.

Calificó a ambos con los epítetos de “tonto e incompetente”, y se ocupó de subrayar que Khan es “la mitad de alto” que su par neoyorquino. Tanto de Blasio como Sadiq Khan suelen alzar la voz contra lo que consideran el peligro de la instalación de autocracias en Estados Unidos y en Europa.
Lo cierto es que los partidos llamados “populistas” de extrema derecha no dejan de mostrar cierto desprecio por las normas tradicionales de la democracia. Es eso lo que los hace tan atractivos para un sector importante del electorado como peligrosos para las reglas del juego establecidas.
El problema con Trump no es tanto su estilo sino que es simplemente otro representante de una corriente que está lejos de ser derrotada a escala global.
Un movimiento que luego de su elección se vio reforzada, en la que sus líderes siguen intentando moldearse a su imagen y semejanza, como Johnson o Farage en el Reino Unido.

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