Por Marcela Andrea Rodríguez*
La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995, marcó un importante punto de inflexión para la agenda mundial de igualdad de género, puso de manifiesto el desarrollo y la perspectiva de género como ejes primordiales a la hora de estructurar la agenda de la gobernanza y reconoció que la condición de la mujer ha avanzado en algunos aspectos pero que el progreso ha sido desigual, situación agravada por el aumento de la pobreza que está afectando la vida de la mayoría de la población mundial, en particular las mujeres y los niños. (https://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/beijingdeclaration.html).
Esto enmarcaba en 1995 la ONU. Han transcurrido 25 años y los últimos datos publicados muestran que el progreso hacia la igualdad de género en la vida pública y la adopción de decisiones ha sido demasiado lento.
- Las mujeres ocupan 25% del total de escaños parlamentarios a escala mundial y sólo tres países cuentan con 50% o más de mujeres en sus parlamentos.
- Menos de 1% de los escaños parlamentarios está ocupado por mujeres menores de 30 años.
- Las mujeres representan tan sólo 13% de las personas implicadas en las negociaciones, 6% de las implicadas en la mediación y 6% de las personas signatarias en procesos de paz formales.
- En 2020, tan sólo 7,4% de las empresas estaba gestionado por mujeres.
- Únicamente 22 países del mundo están dirigidos por una mujer.
Con la intensidad de avance actual, se necesitarán otros 130 años para alcanzar la igualdad de género en las más altas esferas. Entonces, ante este escenario, cabe nuestra relación entre desarrollo y perspectiva de género.
“A través de su manejo y uso de los recursos naturales, las mujeres brindan sustento a sus familias y comunidades. Como consumidoras y productoras, cuidadoras de sus familias y educadoras, las mujeres juegan un papel importante en la promoción del desarrollo sustentable a través de su preocupación por la calidad y sustentabilidad de la vida de las generaciones presentes y futuras”
IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. ONU, 1995
Estamos hablando de desarrollo sostenible, aquel que se produce cuidando nuestra Casa Común (en el que las mujeres somos parte integrante de esa Casa). En esta línea, las mujeres son las que lideran la producción sostenible, regiones en donde las mujeres desarrollan economías circulares desde una perspectiva de género, en la que la matriz económica es la del bienestar. “Se estima que si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, aumentarían el rendimiento de sus explotaciones agrícolas entre 20% y 30%, sacando de 100 a 150 millones de personas del hambre” (FAO, 2011. Estado mundial de la agricultura y la alimentación, Roma). Según Naciones Unidas, en América Latina sólo 30% de las mujeres posee tierra y apenas 5% tiene acceso a asistencia técnica. Las mujeres representan alrededor de 50% de la fuerza formal de producción de alimentos en el mundo y ocupan un rol predominante en la producción de alimentos a pequeña escala, la preservación de la biodiversidad y la recuperación de las prácticas agroecológicas.
Ejemplo de lo antes mencionado, según los datos del Registro Nacional de la Agricultura Familiar (Renaf), al 30 de agosto de 2020, en Argentina 45% de las personas registradas en núcleos de agricultura familiar es mujer (152.293), y solo 10% de estos núcleos se identifica con jefatura femenina. Estos datos expresan que si bien existe una participación igualmente significativa, ésta se encuentra asimétricamente valorada.
Entonces, cuando hablamos de desarrollo sostenible con perspectiva de género, las políticas públicas tienen un lugar primordial a la hora de visibilizar la producción de mujeres y de disminuir las desigualdades. En Argentina, hay políticas públicas que acompañan este proceso de desarrollo sostenible con perspectiva de género: la ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar para la construcción de una Nueva Ruralidad en la Argentina, Nº 27118, que establece como uno de sus objetivos “contribuir a eliminar las brechas y estereotipos de género, asegurando la igualdad de acceso entre varones y mujeres a los derechos y beneficios consagrados en la presente ley, adecuando las acciones concretas e implementando políticas específicas de reconocimiento a favor de las mujeres de la agricultura familiar” (Art. 4, inc. c). En este sentido, los organismos internacionales recomiendan generar políticas orientadas a otorgar a las mujeres el derecho a los recursos económicos en condiciones de igualdad, así como el acceso a la propiedad, el control de las tierras y otros bienes, a servicios financieros, a la herencia y a los recursos naturales (https://www.oxfam.org/es/las-mujeres-rurales-de-america-latina-y-el-caribe-frente-al-cambio-climatico)
Nuestro país lleva adelante, por medio del Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca, programas que fomentan el desarrollo sostenible desde y hacia las mujeres -las líneas “En nuestras manos” de tecnología para la mujer rural-, brindando herramientas y maquinarias para tecnificar los procesos productivos en los que intervienen las mujeres campesinas e indígenas y de la pesca artesanal; “Re-comenzar” asistencia en la pandemia, brindando fondos y capital comercial para proyectos ya financiados afectados por la pandemia; y la línea “Más alimentos”, una red de centros productivos agroecológicos con un triple enfoque productivo, formativo pedagógico y de contención y apoyo a mujeres rurales víctimas de violencias de género (https://magyp.gob.ar/ennuestrasmanos/unidades.php)
Reparar y acompañar en el trabajo diario es lo que hace la diferencia en la equidad de género. Visibilizar y propiciar espacios de liderazgo es parte de las acciones de las políticas públicas, pero la pandemia de covid-19 ha afectado a las mujeres de manera desproporcionada: desde la pérdida de puestos de trabajo hasta el aumento de la violencia contra la mujer y del trabajo de cuidados no remunerado, tan sólo 3,5% de los grupos de trabajo creados en 87 países para luchar contra la covid-19 presentaban paridad de género. Entonces, ¿qué ocurre cuando las mujeres asumen el desarrollo sostenible y la perspectiva de género?… Las pruebas disponibles en América Latina (https://www.oxfam.org/es/las-mujeres-rurales-de-america-latina-y-el-caribe-frente-al-cambio-climatico) demuestran que, cuando las mujeres ocupan cargos de poder, invierten en políticas que van desde la ampliación de los servicios sanitarios y la educación hasta el fomento de la economía verde y la eliminación de la violencia contra las mujeres, y que, en última instancia, construyen presentes y futuros sostenibles.
(*) Licenciada en Enseñanza de Ciencias del Ambiente y profesora en Sociología
La justicia es la principal responsable para que no se avance hacia la igualdad de género