jueves 3, octubre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

De madres y padres (I)

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Por Eugenia Gutiérrez de Vásquez (*)

Cuando los padres se separan: ¿cómo perciben la separación los hijos?
Una reconocida médica pediatra y psicoanalista francesa reflexiona: “(…) ambos padres deben humanizar la separación, explicarla con palabras y no guardársela para sí mismos en forma de una angustia inexplicable. (…) Hay quienes no necesitan de un tercero, pero son pocos. En las situaciones pasionales, si no hay un tercero no se puede dialogar. (…) Expresar sus discrepancias ante un tercero ayudaría a los esposos a reconocer lo insatisfactorio de su relación interpersonal, a confesar su fracaso y a madurar su decisión”. (Cuando los padres se separan, Françoise Doltó, Editorial Paidós, 1991, págs. 26/27).
Desde la literatura infantil también es posible describir cómo sienten los niños la separación de sus padres. Recordamos el libro de un autor brasilero muy reconocido en su país y también aquí en el nuestro: “El pibe piola” (Emece Editores, 1993-Ziraldo Alves Pinto, Brasil 1932-2024). En esta obra literaria, imprescindible en la biblioteca de los niños, se relata de modo sencillo y pintoresco la mirada del niño frente a la separación de sus padres: “Había una vez un chico muy pero muy travieso que de tan travieso y tan inteligente la gente decía qué pibe más piola (…) tenía pajaritos en la cabeza y un corazón enorme (…).Pero un día al pibe piola no le sirvió de nada todo lo piola que era ni el amor que le tenían porque pasó que su papá se fue para un lado y su mamá se fue para el otro. No le quedó más remedio que inventar la teoría de los lados que dice así: todo lado tiene sus lados. Yo soy mi propio lado y puedo vivir al lado de cualquiera de los lados que quiera estar a mi lado. Fue un bajón es verdad y también es verdad que poca gente entendió la teoría de los lados. Pero él se reía bajito cuando le venía la tristeza porque descubrió que la tristeza es uno de los lados de la vida y que la vida siempre tiene dos lados. Pero no es nada fácil hacer un descubrimiento de esos, tan solo es posible si uno es muy piola si recibe amor (…)”
Veamos ahora qué dice la ley. Desde el espíritu del legislador el Código Civil y Comercial de la Nación reformado en 2015 estableció cambios importantes en aspectos del derecho de las familias. Esta modificación jurídica trajo como consecuencia una transformación en el paradigma de relación entre padres y madres. En cuanto se inició la vigencia de estos nuevos principios, reconocidas juristas se expresaban: “(…) De aquí en más, padres y madres deben aceptar que la ley no asigna preferencias para el cumplimiento de las funciones parentales por cuestiones de género (…) (Cfme. Kemelmajer de Carlucci, Aída- Molina de Juan, Mariel F. “El desafío de compartir”, La Ley, 09/10/2015,1).
Hoy nos preguntamos: ¿La sociedad está incorporando estos cambios?
Desde el campo del ejercicio de la mediación se aprecia que hay nuevas miradas, como también una mayor participación de ambos padres en el cuidado de sus hijos. Lentamente por el lado materno se va abriendo una mayor comprensión del cuidado compartido y especialmente las madres van descubriendo que no son imprescindibles. Dado que no tienen que cumplir con ese paradigma rígido de la “tenencia a cargo de la mamá”, esto las libera para valorar más el tiempo cuando los hijos están con el padre. Esto trae aparejado que en lo cotidiano padres y madres van ampliando el campo de actividades para compartir. Con la legislación anterior recaía todo el peso del cuidado en las madres por el solo hecho de utilizar la palabra “tenencia” Hoy, al incorporar cotidianamente en su lenguaje la expresión “cuidado compartido” las realidades van cambiando. Además, los padres lentamente van dejando de ser los “visitantes” para convertirse en partícipes activos en las actividades de sus hijos. Es tarea enorme de los abogados que trabajan cuestiones de familias seguir haciendo docencia con el lenguaje de la ley.
Ahora bien, siguen existiendo situaciones conflictivas en las que los únicos perjudicados son los niños y niñas. Así, existen madres que buscan impedir la participación del padre. También hay padres que se niegan a tener contacto con sus hijos. En relación a la primera hipótesis, un padre con paciencia y perseverancia puede lograr muchos cambios en la madre reticente que obstaculiza el contacto. Distinto es cuando se da la situación inversa: los casos en que son los padres quienes no se interesan ni desean participar en la crianza de sus hijos. En la próxima entrega presentaremos ejemplos de ambas situaciones (Continuará).

(*) Abogada, mediadora.

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