Por José Luis Bustos *
En la columna anterior comenzamos a realizar un análisis de los modelos familiares tradicionales. Destacamos, por una parte, su importancia para el mantenimiento de una condición interna estable y un equilibrio dinámico entre el sistema familiar y su entorno y, por la otra, llamamos la atención sobre los desajustes que pueden causar cuando son rígidos y los miembros de la familia tienen que adaptarse a realidades que no encajan en ellos.
Presentamos el caso de una familia que se encuentra atravesando el período posterior a la separación de la pareja. Conocimos a Sandra, madre de tres hijos, Rodrigo, de 23 años; Eugenia, de 16, y Rocío, de 13. De profesión enfermera, Sandra tiene una jornada laboral diaria de catorce horas. Supimos también de Ignacio, quien trabaja como remisero una cantidad de horas similar a las de Sandra, pero con mayor independencia en el manejo de sus tiempos. Luego de la separación, Rodrigo y Eugenia se quedaron con su madre y Rocío se fue a vivir con su padre.
Continuaremos ahora el desarrollo del caso y veremos la influencia que tuvieron los paradigmas familiares en las conductas de sus protagonistas.
Sandra no se adaptó bien a la separación y no acepta que Rocío se haya mudado a vivir con su padre. Desbordada por la ansiedad, se desespera porque no logra tener buena comunicación con ella, a quien cree en peligro. Quiere -a toda costa- que vuelva a la casa y viva en forma permanente con ella y sus hermanos.
Reconoce que no está en todo el día en su hogar y que no puede “manejar” a Rocío, pero -aun así- cree que debe regresar a su casa porque “los hijos deben criarse con su madre”, sobre todo Rocío “porque es mujer” y porque “los hermanos tienen que estar juntos”. Manifiesta, además, que con el padre no tiene límites y que compartir el cuarto con sus primas, mucho más grandes que ella, hace que tenga un lenguaje y conductas “que no son para su edad”; que sale demasiado, lo que la intranquiliza, por los peligros de la calle; que se la pasa todo el tiempo con la computadora y el celular. Justamente una de las últimas peleas que tuvieron fue porque le quitó el celular que le había comprado el padre. Cree que lo mejor es que vuelva a la casa y lleve una vida acorde con la edad que tiene, cumpliendo con las tareas del hogar y de la escuela.
El sentimiento de fracaso como madre, producido a raíz de que Rocío se ha ido con su padre, le causa mucha culpa y enojo con su hija, con ella misma y con Ignacio.
Éste, por su parte, cree que es mejor que Rocío salga con amigas, que se relacione, que haga actividades porque ésa es la mejor manera de que no que esté encerrada todo el día conectada a Internet. Además, está incómodo viviendo en casa de su madre; siente que la invade y que ni él ni Rocío tienen privacidad ni lugar para hacer nada y por eso prefiere no pasar allí mucho tiempo.
Por su trabajo, conoce bien la calle y le resulta posible llevar y buscar a Rocío en sus salidas y actividades, se mantiene siempre en contacto con ella (para eso le había comprado el celular), conoce los lugares que frecuenta y las personas con las que se junta. Le resulta más fácil controlar a su hija en la calle que en la casa. Reconoce sí, sus limitaciones para seguir de cerca la escolaridad de Rocío y sabe que de alguna manera es necesario llegar a algún convenio con Sandra, que reduzca la tensión y les permita trabajar juntos para superar la crisis familiar.
Ambos relatan que Rocío ha manifestado en los últimos meses problemas de conducta en la escuela y que se ha vuelto algo agresiva, sobre todo con su madre, y eso les preocupa. El reconocimiento de esta preocupación común y de la necesidad de lograr algún acuerdo para revertir la crisis fue el pivote desde el cual comenzamos a plantear un posible re-encuadre de la situación.
Con mucha dificultad, logramos que resolvieran realizar una consulta psicológica para toda la familia, principalmente enfocada en el tema de Rocío, antes de tomar cualquier decisión.
Luego de dos meses, en la segunda audiencia, Ignacio presentó el informe de un psicólogo que, entre otras conclusiones, muestra que la niña está muy presionada y estresada por el tironeo entre sus padres y también hace hincapié en la necesidad que tiene de relacionarse con sus pares; y que siente un fuerte rechazo hacia su madre. Recomienda que toda la familia aborde en el ámbito terapéutico la problemática surgida a partir de la separación de los padres y que Rocío siga viviendo -al menos momentáneamente- con su padre, con quien se muestra más tranquila.
En la continuación de este artículo veremos cómo prosiguió el caso y las conclusiones a las que nos permitió arribar.
* Abogado, mediador