domingo 24, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Crónicas desde Venezuela: historia, crisis y mediatización

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Por Mauro Berengan (*)

Chávez comenzó con la revolución política.
“Juro sobre esta moribunda constitución”, dijo al asumir al convocar a la asamblea constituyente que generaría una de las constituciones más avanzadas del planeta.

Caracas es una ciudad gigantesca. Una megalópolis quizás como se pensaba el futuro en el pasado, cual Blade Runner, mostrando estructuras tecnológicas kilométricas y ventiladores de techo chirriando. Después el futuro cambió y la tecnología nos hizo pequeños, microchips.
El gris de autopistas y edificios se mezclan con el verde horizonte de los colosales cerros que la separan del mar: el Monte Ávila y el Naiguatá, que descendió a bañarse en el mar caribe en 1999 y produjo una de las mayores tragedias de la historia venezolana. Un tal Hugo Chávez recién asumía la presidencia y todo estaba por refundarse. ¿Qué sucedió desde entonces? ¿Cómo está hoy Caracas? ¿Reflejan los medios internacionales lo que sucede?
Del siglo XX
venezolano
Dos particularidades distinguieron a Venezuela de la aldea latinoamericana:
– En lo económico el petróleo generó una “cultura rentista” en todos los niveles. Las burguesías se dedicaron a recibir dinero fácil del oro negro e importar productos masivamente, profundizando un carácter improductivo y monodependiente.
El Estado pudo sortear conflictos y manejar contradicciones con una abultada billetera (no exenta de represión); y los empleos del sistema petrolero se cubrieron con una pequeñísima porción de trabajadores calificados, empujando a la mayoría de la población al comercio informal, a los servicios o directamente a los cerros de esa arquitectura latinoamericana que desafía la gravedad. De los cuales no bajaron jamás. Invisibles, silenciados, sin siquiera registros estuvieron allí. Con una ciudad autoconstruida sin ciudadanos.
– En lo político el Pacto de Punto Fijo forjó, a mediados del siglo pasado una alianza entre los principales partidos, la iglesia, los sindicatos y las asociaciones empresarias que generó un “bloque hegemónico” que mantuvo el poder por 40 años con una democracia aparente, sin recurrir a dictaduras y presentada como ejemplo al mundo en una aldea repleta de dictadores y genocidas.
La década del 80 supuso el fin de este modelo. Las medidas neoliberales socavaron ambos aspectos: la renta petrolera fue hipotecada, apropiada por EEUU mediante la deuda externa de un modo aún mayor al histórico saqueo, mientras que los planes de ajuste empobrecieron a la población limitando además la escasa protección social de otras épocas: la materialidad estalló. A su vez, la población dejó de confiar en los “aparatos de mediación” como los partidos, sindicatos o ministerios.
El Estado en sí cayó en descrédito. Un prematuro “que se vayan todos”. Así, el 27 de febrero de 1989 se produjo el estallido social: El Caracazo. Y el aparato neoliberal tuvo una sola respuesta: un tendal de víctimas cuya cifra, jamás contabilizada, alcanzaría alrededor de las tres mil personas.
Una encuesta del diario El Nacional de mayo de 1996 establecía que para el 79% de la población la “democracia actual” no propiciaba la participación ciudadana, y no creía en ella.
El sistema crujía. Esta fue la “crisis orgánica” por sobre la que Chávez y los suyos lograron articularse, generar identidad y ganar las elecciones contra todos sus adversarios unidos. Proponían democracia real, una nueva constitución, identificándose con los cerros caraqueños y su población invisibilizada.

El avance de la revolución
Chávez comenzó con la revolución política. “Juro sobre esta moribunda constitución”, dijo al asumir al convocar a la asamblea constituyente que generaría una de las constituciones más avanzadas del planeta. Luego sometió a referéndum su aprobación y la de todos los cargos del país.
Cinco elecciones en dos años y medio generaron politización, participación, identidad con el movimiento e incorporaron al sistema político a quienes ni cédula tenían para votar.
Luego la transformación social. Se erradicó el analfabetismo, se fundó la Universidad Bolivariana, se crearon los Mercal para llevar alimento barato a los sectores populares, se establecieron, en asociación con Cuba, sistemas de atención primaria de la salud que mejoraron todos sus índices y se crearon las Misiones Sociales con protagonismo popular para atender distintas problemáticas sociales. Además, se construyeron tres millones de viviendas (hasta la actualidad) casi para la mitad de las familias, se crearon nuevos sistemas de transporte como el teleférico y un largo etcétera.
Finalmente, en el plano internacional, se reconstruyó la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) estabilizando el precio del petróleo y se impulsaron sistemas de integración latinoamericana como ALBA, UNASUR y CELAC, lo que generó una fuerte reacción de EEUU.

Venezuela hoy: manipulación mediática,
vida cotidiana y crisis
La crisis, cuyas causas centrales son externas (caída del precio del petróleo y bloqueo financiero), ha hecho retroceder muchos de estos logros, pero si realizamos el repaso anterior es porque entendemos que acusar al chavismo de haber “destruido Venezuela” es al menos intelectualmente deshonesto.
Se presenta al país como una excepcionalidad al mostrar situaciones que pueden encontrarse en toda la región: Argentina tiene 40% de pobreza sin bloqueo ni sanciones, insertada en las instituciones mundiales, con préstamos fluidos y con un vínculo occidental que se le niega a Venezuela.
Jamás vemos en televisión la terrible migración hondureña, la cruel realidad haitiana o los asesinatos en Colombia. Ningún argentino puede nombrar siquiera un presidente centroamericano ni tiene odio alguno a sus gobiernos empobrecedores.
Los medios hegemónicos entonces mienten y manipulan. Hay que desideologizar la visión hacia Venezuela.
Dicho esto, empecemos por la moneda: el país vive una dolarización de las transacciones. El Bolívar físico es escaso y la opción de pago más común es el débito o los dólares. Una tercera moneda es el Petro, una cripto moneda virtual sustentada en el petróleo y la cotización del dólar.
El aguinaldo se pagó por ese medio y se intenta que se extienda en transacciones internas y externas para contrarrestar el bloqueo. Pero no parece estar funcionando, mucha gente no pudo usar su aguinaldo ya que esperaban cambiarlos en subasta al dólar y nadie los aceptó.
La dolarización parece difícil de detener, aunque se colocó un impuesto al dólar intentando “petrorizar” en lugar de dolarizar. Parece difícil salvar al Bolívar.
Pero lo más acuciante es el pago del Estado, pues el salario mínimo es de 7 dólares. Los precios rondan la mitad que en Argentina: un menú 3 dólares, la habitación de un hotel 10, un par de zapatillas 8, el kilogramo de carne 3 dólares, el mismo valor que los medicamentos.
El salario no alcanza entonces para 3kg de carne. Y la macroeconomía no está mejorando.
Sin embargo, esta situación salarial, lo más grave de la crisis, debe ser matizada: en primer lugar hay dólares en la calle, millones de personas reciben remesas del exterior que incrementan ese ingreso quizás, por los precios, igualándolo a otros países de la región. Además muchas otras transacciones están dolarizadas y la gente vende de todo en las calles. Así cobra bastante más que ese mínimo estatal en un creciente comercio informal.
En segundo lugar, se encuentra el salario indirecto: la nafta, la luz, el agua, el alquiler y el transporte son prácticamente gratis, sumado a la asignación de viviendas, lo cual hace que casi no se vean personan en la calle. Al contrario que en nuestro país.
Además gran parte de la población recibe las cajas de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) con alimentos. Todo ello elevaría bastante en un cálculo sencillo el ingreso salarial penoso del Estado.
Por su parte, los negocios están bien provistos. Se han liberalizado controles y se facilitó la importación en un país de escasa producción. Y se accede a muchos artículos casi sin faltantes.
Finalmente otro aspecto de la crisis se ve en la infraestructura: el agua se corta, los hospitales (y los centros creados en revolución) parecen bastante deteriorados y acceder a algunas prestaciones costosas de salud parece muy difícil (en esto, sí, Argentina es aún excepcional).
Venezuela vive entonces su “período especial”, aislada y en crisis. Puede superarse el bloqueo. Cuba lo hace manteniendo muchos índices notables, pero parece difícil disputar retóricamente desde una revolución si la materialidad no acompaña y el continente da la espalda.

(*) Licenciado en Historia por la UNC.
Docente e investigador.

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