Por Auxiliadora Honorato*
El domingo se celebraron en Chile las elecciones presidenciales, junto con las elecciones al Congreso, Senado y consejerías regionales. Las dos candidaturas presidenciales más votadas que pasarán a enfrentarse en una segunda vuelta el 19 de diciembre serán el ultraderechista José Antonio Kast, con 27,91%, y Gabriel Boric, con 25,83%, candidato de la coalición de izquierda Apruebo Dignidad.
Llama la atención cómo un ultraconservador pinochetista resulta ganador en estas elecciones, en plena efervescencia del proceso constituyente chileno y después del estallido social; sin embargo, en las últimas semanas de campaña ya parecía que los votantes de la coalición de derecha habían abandonado a su candidato, Sebastian Sichel (cuarto puesto, con 12,79%) y pasaban a defender la candidatura de Kast, un candidato que cubría las expectativas de cierto revanchismo en las filas de la derecha, que desde el estallido social veía su ideario en peligro. El suelo de esta derecha estaba en 21,73%, porcentaje que consiguió el rechazo al plebiscito constituyente.
Es cierto que el 27,91% de Kast incrementa el suelo de la posición ultraderechista respecto de octubre del año pasado, pero el descenso de casi cuatro puntos en la participación con respecto a esa cita electoral, así como la coyuntura específica de unas elecciones presidenciales, podrían explicar este incremento.
Ahora bien, el resultado más llamativo es el que obtiene Franco Parisi (un tercer puesto, con 12,80%): candidato liberal de discurso impugnatorio con una campaña atípica que realizó íntegramente a distancia a través de redes sociales, desde EEUU, donde vive. Parece que Parisi acapara parte del voto protesta, y es que si hay algo que viene siendo una constante en Chile de los últimos años es la impugnación del sistema de partidos y que hacía complicado que la candidatura de Gabriel Boric pudiera acaparar este votante, al menos en una primera vuelta.
Los enigmas que se abren ahora son dos: el primero, si la candidatura de Gabriel Boric será capaz de movilizar el voto para evitar la victoria de Kast. En principio, es probable que cuente con el voto del entorno de la ex concertación (11,61%), de votantes de Ominami (7,61%), así como de gran parte de Parisi, y probablemente con un incremento de la participación. Todo esto daría su candidatura como ganadora. Es más, la derecha no cuenta con la mayoría en el Congreso y ni en el Senado, por lo que esto permitiría a Boric gobernar.
Pero la segunda cuestión sería si la candidatura de Kast, de resultar perdedora, podría resistir y erigirse como referente de la derecha, pudiendo ahondar en un discurso impugnatorio, que a la larga podría expandir su perfil. La clave para que esto no suceda estará en la capacidad para configurar un gobierno abiertamente progresista, radicalmente democrático que se alíe con la Convención Constitucional en la construcción de un nuevo Chile donde todas las personas se sientan incluidas y se superen las enormes desigualdades existentes hoy, dejando atrás este pasado oscuro que, como ahora, se empeña en no desaparecer.