Carlos Fuentes: el derecho en su literatura

Carlos Fuentes Macías nació en Panamá, el 11 de noviembre de 1928, a causa de la carrera diplomática de su padre. Autor de novelas como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz y A ura, se lo entiende como uno de los escritores más destacados de las letras castellanas, mucho más allá del México que le resulta propio.

Junto a Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar, es uno de los referentes centrales del boom latinoamericano de la década de 1960.

Recibió, entre otras distinciones, el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987 y el Príncipe de Asturias de las Letras en 1994, la Legión de Honor francesa en grado de Gran Oficial en 2003, y en 2009 Caballero Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Fue asimismo doctor honoris causa de varias universidades: Harvard, Cambridge y Nacional Autónoma de México (UNAM).

Pasó su infancia en diversas capitales de América, entre las cuales se contó Buenos Aires, ciudad a la que su padre llegó en 1934 como consejero de la embajada de México.

Como afirmaría después, fue allí donde recibió una influencia de notables personalidades de la esfera cultural americana, crucial para su posterior estilo literario.

Vuelto a México a los 16 años, ingresó al bachillerato en el Colegio México de Ciudad de México. Ya allí evidenció su tendencia hacia las letras, iniciándose como periodista colaborador de la revista Hoy y obteniendo el primer lugar del concurso literario del Colegio Francés Morelos.

Fue algo que no dejó de preocupar a sus padres, de cara a la consideración de su futuro. Javier Garciadiego, en su libro Alfonso Reyes y Carlos Fuentes. Una amistad literaria , expresa: “Los Fuentes fueron aquel verano de 1947 a consultar a Reyes sobre la posibilidad y conveniencia de que el hijo se convirtiera en escritor, toda vez que los padres preferían que estudiara Derecho, alegando que se iba a morir de hambre si intentaba vivir de la literatura en México”.

El consultado no era otro que Alfonso Reyes Ochoa, poeta, ensayista, narrador, traductor, humanista, diplomático y pensador mexicano. Apodado “El Regiomontano Universal”, era considerado una de las máximas figuras de las letras en lengua española, cinco veces nominado al Premio Nobel de Literatura. El padre de Carlos había servido con Reyes en las embajadas de México en Argentina y Brasil.

Reyes recomendó que el joven obtuviera un título, de abogado preferentemente, ya que, como recordaría luego Carlos en una entrevista televisiva, le dijo al respecto: “México es un país muy formal y cada uno de nosotros que escribe es una tacita de café caliente. Si no tienes un asa de donde levantarte se te cae la taza, te quemas las manos. El título de licenciado, doctor, ingeniero es esa asa” .

Siguió Carlos el consejo e ingresó en la facultad de leyes de la UNAM, cursando posteriormente estudios en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. En ambos casos, al decir de Garcíadiego, “armonizando sus responsabilidades escolares con su vocación literaria”.

En la universidad, una “gratísima influencia” fueron los cursos de don Manuel Pedroso, un exiliado español que combinaba su saber jurídico con una erudición por los clásicos de la literatura. Como anillo al dedo para sus aspiraciones, desde el inicio Pedroso aseguró a sus alumnos que no podía entenderse el derecho penal sin haber leído Crimen y castigo; que el derecho mercantil resultaría excesivamente tedioso si no se le enriquecía con la lectura paralela de Balzac y que el Código Napoleónico estaba siempre presente en las novelas de Stendhal.

Carlos Fuentes escribió su primera y una de sus mejores novelas siendo estudiante de derecho: La región más transparente .

En cuanto a las influencias, además de la de Alfonso Reyes, al recibir ante los reyes de España el Premio Cervantes, Fuentes expresó que a Pedroso, su “viejo profesor”, le debía no poco de su formación literaria.

Un condiscípulo en la carrera de derecho fue Sergio Pitol, otro escritor, quien asegura que ya desde entonces traía una “profunda pasión” por la literatura y un “inmenso bagaje” de lecturas y experiencias vitales. No obstante, su tesis de titulación fue algo bastante técnica: “Bosquejo jurídico-histórico de la Doctrina rebus sic stantibus”.

En la obra Carlos Fuentes ensayista , coordinada por Diego Valadés, en la cual se revisa la obra reflexiva del escritor, Valadés afirma que tales escritos resultan una producción “muy extensa, de gran profundidad en cuanto a los conceptos y de una erudición pasmosa”, entendiendo que si sólo hubiera escrito ensayos “aun así sería un gran escritor”.

Ellos abarcan una diversidad de temas que van desde lo histórico a lo social, periodístico, cinematográfico, político, filosófico, literario, artístico y hasta psicológico y geográfico.

“Pienso, tras haber leído casi toda su obra y conversar con él larga y constantemente, pues nos unía una amistad muy cordial, que en Carlos había en primer lugar un científico social formado en derecho”, expresó Valadéz, y en tal sentido, entiende: “El derecho dejó en ellos una impronta en un sentido múltiple. Primero, en cuanto a la preocupación por lo público; segundo, por la forma organizada y sistemática de abordar los temas; y tercero, porque siempre hay una vocación argumentativa en la obra literaria de quienes han tenido esta formación”.