ESCUCHARLos servicios secretos, rodeados de misterios y fantasías son una materia pendiente de los investigadores del pasado. Es que han sido –y lo serán por siempre- una pieza clave en el juego político internacional como garantes de la supervivencia de los Estados. Los especialistas aseguran que proporcionan a los gobiernos la información necesaria para la toma de decisiones.
Como también elementos valiosos para enfrentar al terrorismo, al crimen organizado, la trata de personas, la esclavitud, el contrabando de armas y la preparación de operaciones militares recomendando cursos de acción a partir del reconocimiento de las debilidades del enemigos y sus dificultades internas o promoviendo la desestabilización de los gobiernos, como se ha visto con frecuencia en América Latina.
Poco se dice, sin embargo, de sus operaciones de espionaje. Muchas veces hacia adentro de los Estados, a los partidos políticos opositores al gobierno, el desarrollo político y comunitario de las organizaciones sociales, sindicales y culturales y, de paso, para conocer la conducta íntima de los hombres y mujeres que se asoman a la escena política.
Sea como fuere, los trabajos de inteligencia siguen patrones muy bien definidos. Es el Estado el que les fija los objetivos en materia de seguridad o política exterior de acuerdo con sus necesidades geoestratégicas. Decisión que toma por sí mismo el poder político que procura establecer hipótesis de conflicto y aceitar sus mecanismos de defensa frente a una eventual agresión o investigar a terceros países para contar con información pormenorizada de su desarrollo económico para saber con qué recursos contar para enfrentarse en el marco del comercio internacional.
Necesariamente para este informe debemos anotar quién es quien en la comunidad de la inteligencia mundial. Estados Unidos, desde 1945, basa su protección en tres pilares fundamentales: la CIA, el FBI y la ultra secreta National Security Agency (NSA) que, recientemente ha quedado al descubierto tras ser detectada su actividad en Europa espiando a los propios aliados de Washington. América Latina los ha sufrido en carne propia. Allí están sus acciones en Guatemala, Chile o Cuba, por sólo nombrar las intervenciones más importantes.
Los británicos, en 1909, reorganizaron su servicio de información e inteligencia para que les ayudase a entender mejor a Europa y el mundo caminaba hacia un precipicio en 1914. Así nació el Secret Service Bureau, que ha perdurado hasta nuestros días, con sus secciones que se hicieron famosas de la mano de James Bond: el MI5, encargado de la seguridad e inteligencia interior, y el MI6, cuyas funciones de inteligencia se desarrollan fuera de las fronteras del Reino Unido.
Los espías británicos fueron las estrellas en las dos guerras mundiales. No tenían rivales. Alemania sufrió su accionar. Sin embargo, sus advertencias sobre las consecuencias de la Guerra Civil Española no fueron tenidas en cuenta por Arthur Neville Chamberlain, que creía en la existencia de los planes imperiales de Hitler. Tras la llegada de la Guerra Fría cedió su espacio a la inteligencia norteamericana. Hoy, cuando se incendia Medio Oriente y Asia Central es un polvorín, volvió por sus fueros. Sus informes son valorados en toda su extensión ya que advirtieron de los actuales conflictos con precisión absoluta. En 1998, avisó acerca de la formación del nuevo Estado Islámico de Irak y el Levante.
Un acápite especial merece el Mossad forma abreviada de HaMosad leModi’in ulTafkidim Meyuhadim, que en castellano nombra al Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales de Israel, creado por David Ben Gurrión, el 13 de diciembre de 1949. Desde su fundación se encarga de “mantener la estabilidad de Medio Oriente en general y de Israel en particular”.
Su fama es controvertida como la de todos los servicios secretos. Se le cuestionan sus métodos y el retorno a la Ley del Talión. Tuvo destacada actuación en la cacería de los nazis fugados de Alemania tras el final de la II Guerra Mundial. Siendo acusado, en este tiempo, de crueldad sin límites “cuando combate dentro y fuera de las fronteras de ese Estado cualquier amenaza” –real o imaginaria- que se cierna sobre los hebreos.
La Unión Soviética creó –de la mano de León Trotsky- su poderoso servicio secreto concebido como un brazo más del Ejército Rojo, aunque reportaba en forma directa al Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Aunque fue objeto de enormes purgas como la que sufrió en tiempos de Stalin logro considerar un en enorme poder político e industrial, dictando, muchas veces la línea política y militar de la Unión Soviética, ejerciendo un dominio feroz sobre las naciones del pacto de Varsovia y los Partidos Comunistas de Occidente. La mano el KGB -Comité para la Seguridad del Estado- llegaba a cualquier rincón del planeta con precisión y eficacia de un cirujano. Sin embargo, todo terminó en 1991 cuando el gigante soviético se precipitó en medio de una profunda crisis perjudicando a su sucesor, Rusia, que desapareció de la escena internacional y perdió influencia en Europa Oriental, el Cáucaso y Asia Central.
La red del KGB y sus miembros fueron reclutados por el resto de la comunidad de espías o participaron de la Guerra de Chechenia, como mano de obra desocupada.
