Esta reflexión se hace en el marco de una serie de eventos curiosos y casuales en la República Argentina.
Luces y sombras, presente (digital) y pasado (analógico) tienen una misma base común: la corrupción, la ilicitud, la intención de causar un perjuicio y la evidente desproporción de recursos entre la luz y la oscuridad conducen siempre a los mismos resultados. Lo corrupto no se determina por la herramienta empleada.
Los primeros días del mes agosto del corriente 2022 probablemente tengan a los detractores de la digitalización con cierta euforia ante el histórico y vergonzoso ataque cibernético que sufrió el Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, a poco tiempo de haber estrenado un hub especializado con el fin de promover tecnología de ciberseguridad de exportación, y en medio de complejas causas que involucran a distintos sectores profesionales, así como cosas del dominio público. Estos detractores que aún están familiarizándose (o tratan de) con el vocabulario legaltech sin comprender mucho su sentido y alcance, hoy murmuran en las masas “¡vieron… dijimos que eso pasaría, todo es ‘hackeable’… no hay seguridad jurídica, por eso debemos mantener la presencialidad y el papel!”
Pero a pocos kilómetros del epicentro de la superficie de la Tierra donde tuvo lugar el sismo judicial se da a conocer un hackeo más rudimentario, en el que en lugar de vulnerar tecnológicamente una base de datos, directamente prendieron fuego (por acción u omisión) grandes cantidades de documentos (en papel, obvio) del área de sistemas del Registro de la Propiedad, lo que motivó tiempo después una serie de denuncias que sacó a la luz numerosos hechos de estafas, defraudaciones y demás perjuicios patrimoniales que terminaron con la detención de los directores de Catastro y del Registro de la Propiedad de la Provincia de Corrientes, luego de una serie de allanamientos ordenados por la Fiscalía de Instrucción a cargo de Gustavo Roubinea.
Corrientes tiene su propia “megacausa del Registro” y con digitalización bastante rudimentaria. Entonces, ¿la culpa es del mazo o del herrero?
Datos digitales y datos en papel desaparecen como muere un ser humano, lo que varían son los accidentes, ambos datos terminan en la nada pero aplicando distintas modalidades en función de los distintos soportes o naturalezas constitutivas, cuando la finalidad propuesta justifica el esfuerzo y el gasto.
Digamos que no hay que hacer más méritos para garantizar la falta de confianza que la sociedad tiene en las instituciones.
Pero continuando con la contextualización, se producen dos hechos sumamente graves, en dos provincias de un país donde se presenta en el ETH Latam, vía secretario de Innovación y Transformación Digital de la Ciudad de Buenos Aires, el proyecto Tango ID, un protocolo de identidad digital autosoberana para devolver a las personas el control de su información con un anclaje de seguridad vía blockchain. Quizás alguna enseñanza y preocupación dejó el “Renaper Gate”.
Analicemos las variables
Evidentemente, la tradición argentina nos ha enseñado que no debemos mirar directamente la luz que emana de la bengala sino que debemos aprovechar su destello para observar -aunque con dificultad- las sombras que subyacen, lo que está detrás o por debajo. Si bien da curiosidad y tentación hacer algunas aclaraciones al respecto, no corresponde, por ahora.
¿Dónde está el punto de convergencia? Desde nuestro dictamen, emitido bajo mi dirección por la Sala Blockchain e Inteligencia Artificial de la Universidad Católica de Córdoba al Registro General de la Propiedad en el marco de la virtualización 100% de los trámites de éste, venimos sugiriendo el sistema de “alerta registral”, que quizás debería ser una prioridad de los registros de cada provincia de manera inmediata. El dictamen puede ser consultado en el siguiente link: http://revistas.bibdigital.uccor.edu.ar/index.php/rbia/article/view/5165
Por otro lado, insistimos en la necesidad, en los tiempos actuales, de trabajar con sistemas descentralizados que utilicen las bondades de la tecnología blockchain de manera tal que podamos pregonar información segura, íntegra, trazable, no manipulable, auditable y demás cualidades, en la medida en que su utilización sea responsable, con ciencia y técnica.
En definitiva, el tiempo ha pasado demasiado rápido y la necesidad de virar a tecnologías 4.0 es imperiosa, ya que no cabe posibilidad alguna de que bases centralizadas soporten el desgaste y logística que implica mantener los mejores escudos permanentemente. Esta discusión no se trata hoy de valoraciones técnico–informáticas sino de aplicar una lógica formal acorde a las particulares circunstancias de la sociedad y su evolución tecnológica que permita razonar de manera correcta, cuando un gran colectivo de ciudadanos -en el que me incluyo- vemos el problema con mucha claridad, la misma claridad que nos blinda de lenguajes ambiguos, falsos y carentes de formación técnica.
Por último, tenemos que ponernos a pensar algunas cuestiones que hoy son parte de un horizonte próximo cercano: ¿Qué pasaría ante el hackeo de datos que alimentan algoritmos de inteligencia artificial (IA)? ¿Qué pasaría con el control de datos de un proyecto como Tango ID?
La humanidad no se comporta por altruismo. Si así lo fuera, todas las vacunas contra el covid-19 hubiesen sido gratuitas, sin costo para nadie, ni siquiera para el Estado.
Entonces… ¿cuál será el costo de que me quieran dar el supuesto control de mis datos personales?
Blockchain es la convergencia, ¡pero lamentablemente nada prospera cuando la corrupción hizo metástasis!