El Estado de Israel atraviesa la mayor crisis política de su historia. A la ancestral cuota de violencia que tiene como destinatarios a los palestinos, se suma la creciente protesta popular contra la reforma judicial que propone el gobierno de Benjamín Netanyahu.
El gobierno está compuesto por una alianza entre ultraortodoxos, escuelas rabínicas y talmúdicas judías, terraplanistas, fundamentalistas políticos, fascistas y colonos racistas, y supone un verdadero cambio de régimen político que algunos analistas hebreos no dudan en calificar de golpe de Estado que busca lapidar para siempre la división de poderes, eje fundamental de la democracia.
Apoyá el periodismo especializado e independiente
Este contenido es exclusivo para suscriptores.
Iniciá sesión si sos suscriptor/a