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Astronautas atrapados en el espacio: su asistencia y salvamento

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Por Florencia G. Rusconi (*)

La agencia espacial NASA (siglas en inglés de Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio), que hace unas décadas fue capaz hasta de llegar y volver de la Luna, tiene hoy en día serios problemas para realizar una misión que aparentemente parecía sencilla. Salir de la Tierra hasta la Estación Espacial Internacional, que es un objeto cercano a nuestro planeta, a unos pocos kilómetros de distancia, se ha convertido en una misión imposible para estos expertos.

De momento, no hay que lamentar víctimas pero no se sabe si podrán volver a casa los astronautas que fueron empleados para probar su nueva nave. Se trata de un hombre y una mujer, experimentados astronautas que consiguieron a duras penas llegar a la Estación Espacial con una nave con la que no van a poder volver con todas las garantías posibles.

A 400 kilómetros de la Tierra, los astronautas estadounidenses Barry Eugene Wilmore y Sunita Williams enfrentan una situación inusual: su misión de ocho días a la Estación Espacial Internacional (EEI) (1) se ha extendido sine die. La causa de este retraso es una falla en la cápsula Starliner de Boeing, que debería haberlos traído de vuelta el 14 de junio.

La Starliner, en su vuelo tripulado experimental, mostró fallas significativas en sus propulsores y otros sistemas críticos, lo que ha complicado el regreso seguro de los astronautas.

Cuando los dos astronautas estadounidenses despegaron en una misión de prueba a la EEI, el pasado 5 de junio, esperaban estar de regreso en casa en cuestión de días.

Sin embargo, las cosas no salieron como estaban previstas.

De hecho, Wilmore y Williams siguen allí, flotando a gran altura sobre la Tierra más de dos meses después.

La pareja, que está atrapada indefinidamente, se enfrenta ahora a la perspectiva repentina de perderse el verano (boreal) por completo e incluso pasar la Navidad y el Año Nuevo en el espacio.

Fue el primer vuelo de este tipo con personas a bordo y, además, una prueba diseñada para evaluar el funcionamiento de la nueva nave espacial antes de que se la use con más regularidad.

No obstante, durante su aproximación surgieron problemas. Entre ellos, fugas en el sistema de propulsión y el apagado de algunos de sus propulsores.

La NASA intentó tranquilizar al público al asegurar que Wilmore y Williams están bien abastecidos y trabajando a bordo de la EEI, donde cuentan con otros medios para su posible evacuación en caso de emergencia, como las cápsulas Crew Dragon de SpaceX y las Soyuz rusas.

Wilmore, de 61 años, y Williams, de 58, dijeron que al participar en este vuelo de prueba esperaban aprender mucho sobre la nave espacial y su funcionamiento.

Aseguraron, en su única conferencia de prensa, ocurrida en julio, que se mantenían ocupados, ayudando con reparaciones e investigación. Asimismo expresaron confianza en todas las pruebas de Starliner que se llevaban a cabo detrás de escena. Aún no hubo noticias públicas de ellos sobre las perspectivas de una estadía de ocho meses.

La situación tuvo un giro inesperado

La NASA admitió que los problemas con Starliner pueden ser más graves de lo previsto y ahora está considerando una solución alternativa.

Una opción viable es utilizar una cápsula Crew Dragon de SpaceX, de Elon Musk, una solución que puede concretarse en febrero de 2025. También está disponible la opción de utilizar una cápsula Soyuz rusa, que ya se encuentra en la EEI para emergencias.

Antecedentes

Aunque los astronautas pasarán mucho más tiempo en el espacio de lo que inicialmente planearon, otros pasaron períodos mucho más largos orbitando sobre la Tierra.

El ruso Valeri Polyakov pasó 437 días en el espacio a bordo de la estación espacial Mir en la década de 1990. Mientras Gorbachov perdía el control del país, Serguei Krikalev seguía flotando en el espacio. El 25 de diciembre de 1991 la Unión Soviética finalmente se derrumbó por completo.

Exactamente tres meses después, el 25 de marzo de 1992, Krikalev regresó a la Tierra. En total, había estado 312 días en el espacio, y le había dado 5.000 vueltas a la Tierra.

Krikalev, después de soportar más de 10 meses orbitando la Tierra, aterrizó en un país que ya no existía. Su temporada abandonada en el espacio le valió pasar a la historia como “el último ciudadano soviético”.

En ese periodo el cosmonauta ruso, partió de la Tierra como ciudadano de la Unión Soviética y aterrizó como ciudadano de la Federación de Rusia.

En 2000 fue parte de la primera tripulación que viajó a la EEI, un símbolo de la nueva era espacial, que dejaba atrás antiguas rencillas y abría paso a un modelo colaborativo entre varios países para seguir revelando los misterios del universo.

Un caso similar ocurrió con el astronauta Frank Rubio y sus compañeros rusos, quienes pasaron más de un año en órbita debido a daños en su cápsula Soyuz.

El año pasado, Frank Rubio regresó de la EEI después de 371 días, el tiempo más largo que un estadounidense haya pasado en el espacio.

Finalmente, el ruso Oleg Kononenko, también actualmente a bordo de la EEI, es la primera persona que ha pasado más de mil días en el espacio durante el curso de su carrera.

¿Qué pasó con Starliner?

La alianza de la NASA con Boeing debía darles una nueva nave con la que llegar al espacio y volver de forma segura, uno de los elementos imprescindibles para una exploración espacial que se complica por momentos.

Fueron identificados problemas serios en los propulsores de Starliner, lo que aumentó la preocupación. La acumulación de calor en las juntas de teflón de los propulsores está complicando el retorno y la NASA trabaja para entender mejor la situación.

En caso de que la NASA decida utilizar una cápsula Crew Dragon, la Starliner regresaría sin tripulación a principios de septiembre, dejando espacio para la próxima misión Crew Dragon.

Este revés es un golpe significativo para Boeing, que compitió duramente con SpaceX, cuyas naves Crew Dragon ya están aprobadas para vuelos regulares de astronautas.

La relación de la NASA con SpaceX y Boeing

La situación pone en evidencia la importancia de la redundancia en el transporte espacial, un principio que la NASA buscó asegurar al contratar tanto a SpaceX, de Elon Musk, como a Boeing para sus misiones de tripulación.

Recordemos que, actualmente, la NASA tiene una relación de colaboración y contratación con ambas empresas para el desarrollo de sistemas de transporte espacial y la realización de misiones.

En lo que respecta a Boeing, se trata de uno de los principales contratistas de la NASA para el desarrollo y operación de la EEI. Asimismo, la empresa propuso su nave espacial Space Launch System (SLS) para misiones lunares de la NASA y, además, es la dueña de Starliner, nave con la cual se transportan astronautas a la EEI.

En resumen, la NASA colabora con Boeing y SpaceX en proyectos de transporte espacial, desarrollo de tecnologías y misiones lunares y marcianas, con el objetivo de avanzar en la exploración espacial y mejorar la capacidad de acceso al espacio.

La NASA dijo la semana pasada que estaba trabajando con SpaceX en planes para regresar a los dos astronautas a la Tierra en febrero de 2025, en caso de que no puedan viajar en la atribulada nave de Boeing.

La decisión de utilizar una nave de SpaceX para traer de vuelta a los astronautas sería un golpe importante para la empresa aeroespacial Boeing, la cual ha intentado durante años competir con SpaceX y sus misiones comerciales al espacio. Por el momento, el Starliner permanece en el mismo puerto de estacionamiento de la EEI que Crew Dragon tendrá que utilizar para entregar a la próxima tripulación de astronautas.

Un portavoz de Boeing le indicó a The Guardian que, si la NASA decide cambiar la misión de Starliner, la compañía “tomará las medidas necesarias para configurar Starliner para un regreso sin tripulación.

Marco jurídico: acuerdo sobre el salvamento de astronautas (ARRA /1968)

El socorro espacial, que se inspira en sentimientos humanitarios, requiere el concurso internacional, como se estableció en el artículo V del Tratado del Espacio, de 27 de enero de 1967.

El Acuerdo sobre el Salvamento y la Devolución de Astronautas y Objetos Lanzados al Espacio Exterior (ARRA, por sus siglas en inglés), de 1968, fue el segundo tratado preparado bajo los auspicios de las Naciones Unidas (ONU) tras la finalización con éxito de las negociaciones sobre el Tratado del Espacio Exterior (TES, por sus siglas en inglés) de 1967, de carácter más general Ambos tratados fueron aprobados en Argentina por ley Nº 17989 de fecha 4 de diciembre de 1968, publicadas en el Boletín Nacional del 2 de abril de 1969).

Después de su adopción en la Asamblea General de la ONU, el ARRA se abrió a la firma ya en 1968, debido al marcado interés de Estados Unidos y la Unión Soviética. Cincuenta años después de su adopción, el ARRA ya contaba con 96 Estados partes, 23 firmas adicionales de Estados y dos organizaciones internacionales (la Agencia Espacial Europea y la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos), que declararon su aceptación de los derechos y obligaciones designados por el ARRA y así, es el segundo tratado espacial de la ONU más ampliamente ratificado después del Tratado del Espacio Exterior de 1967 (107 estados parte y 23 firmas adicionales hasta 2018).

El 27 de enero del año 1967, tres cosmonautas estadounidenses murieron a bordo del Apollo I, cuando se produjo un fuego antes del despegue. El 24 de abril del mismo año, el coronel Vladimir Kamorov murió a bordo de la nave Soyuz I, en el aterrizaje.

Como consecuencia de estos hechos, se propició la voluntad de los Estados participantes en actividades espaciales de llegar a un acuerdo, por el que se estableció una obligación internacional para los países adheridos, consistente en prestar asistencia inmediata a los astronautas que sufran un accidente, devolviéndolos a su Estado de lanzamiento.

Lo anterior propició la creación del Acuerdo sobre el salvamento, la devolución de astronautas y la restitución de objetos lanzados al espacio ultraterrestre (1968). El Convenio de 1968, desarrolla lo estipulado en el art. 5 del Tratado del Espacio Exterior (1967), que reza: “Los Estados Partes en el Tratado considerarán a todos los astronautas como enviados de la humanidad en el espacio ultraterrestre, y les prestarán toda la ayuda posible en caso de accidente, peligro o aterrizaje forzoso en el territorio de otro Estado Parte o en alta mar. Cuando los astronautas hagan tal aterrizaje serán devueltos con seguridad y sin demora al Estado de registro de su vehículo espacial. Al realizar actividades en el espacio ultraterrestre, así como en los cuerpos celestes, los astronautas de un Estado Parte en el Tratado deberán prestar toda la ayuda posible a los astronautas de los demás Estados Partes en el Tratado”.

Ahora bien, dicho artículo no aporta un concepto jurídico de lo que debemos entender por astronauta, que es un concepto importante que causa algunos conflictos, ni qué se considera “tripulación”, ni el de turista espacial. 

En lo que respecta a este acuerdo de salvamento de astronautas, sólo ha sido utilizado una vez, cuando los astronautas estadounidenses fueron a la estación espacial soviética Mir para rescatar a un astronauta que habitaba en ella y se quedó sin posibilidades de regresar a la Tierra tras la caída la antigua Unión Soviética, pues ésta no disponía de suficiente capacidad económica para devolverlo a la Tierra. El astronauta fue trasladado a la EEI y, desde allí, se lo trajo de vuelta a la Tierra, concretamente a Estados Unidos.

Por el otro lado, los astronautas de un Estado adherido al Tratado del Espacio Exterior se obligan a prestar toda la asistencia necesaria a los astronautas de otro país adherido al acuerdo, así como a informar, cuanto antes les sea posible, al secretario General de la ONU cuando descubran en el espacio ultraterrestre, la Luna u otros cuerpos celestes, cualquier fenómeno que pudiera suponer un peligro para la vida o la salud de otros astronautas. Esta exposición de responsabilidades llevó a las distintas naciones a crear y adherirse al convenio sobre el salvamento de astronautas. Este acuerdo no nos aclara lo que debemos entender por astronauta o tripulación sino que se limita a las actuaciones a seguir en el caso de accidentes de cualquier objeto espacial que esté tripulado.

Este acuerdo se compone de 10 artículos, que, en general, señalan bastante bien la forma de actuar ante diversos incidentes espaciales.

¿A quién se debe aplicar la política de rescate en el espacio?

La actual obligación de rescate de personal se aplica sólo a las misiones del gobierno del Estado de registro y/o lanzamiento (estadounidense, ruso, de la Unión Europea, chino, etcétera, de los países que envían astronautas, cosmonautas, taikonautas) a que utilice su capacidad de rescate para todos los astronautas -civiles, militares, extranjeros, tripulación, viajeros, turistas espaciales-.

El acuerdo debió también determinar hasta qué distancia en el espacio se aplica la obligación de asistencia -la órbita baja de la tierra (OBT), la luna y Marte son niveles económica y tecnológicamente diferentes de compromiso para el rescate en el espacio-. Se debió resolver estos temas antes de poner vidas humanas en riesgo. El rescate de personal será tan estratégicamente importante en el espacio como lo es en los conflictos terrestres.

Se debe establecer un protocolo de rescate de personal que utilicen empresas de lanzamiento espacial privadas de manera similar al del acuerdo actualmente en uso. Debe también aclarar el material de rescate de personal para delimitar qué normas de asistencia y salvamento se deben utilizar en el espacio, para quién y hasta dónde. Aunque la idea de rescate de personal en el espacio es poco familiar, ahora es el momento de tomar estas medidas antes de que ocurra un incidente.

Consideraciones similares prevalecen en relación con las operaciones de rescate en el mar

El artículo 92 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM) de 1982 establece que todo Estado exigirá al capitán de un buque que enarbole su pabellón que preste asistencia a toda persona que se encuentre en el mar en peligro de perderse. La CNUDM no contempla ningún derecho de indemnización por los gastos relacionados con dichas actividades. Del mismo modo, las normas sobre salvamento en el mar sólo se refieren a la indemnización de los gastos derivados del salvamento de bienes, pero no del salvamento de personas (Convenio para la Unificación de Ciertas Normas de Derecho en Materia de Asistencia y Salvamento en el Mar, 1910; Convenio para la Unificación de Ciertas Normas de Derecho en Materia de Asistencia y Salvamento en el Mar, 1989).

NOTA 

(1) La Estación Espacial Internacional, un proyecto de más de 150.000 millones de dólares en el que participan 15 naciones, actualmente está integrada por 15 módulos permanentes y orbita la Tierra a una distancia de 400 kilómetros y una velocidad de más de 27.000 kilómetros por hora. Hoy, rodea la Tierra 16 veces por día.

(*) Abogada. Docente jubilada de Cátedra Derecho Internacional Público. Ex docente de la Cátedra de Derecho de la Navegación, Marítima, Aeronáutica y Espacial (hoy Derecho del Transporte). Facultad de Derecho (UNC)

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