Por Matías Altamira *
La fiebre mundialista también sirve para ilustrar esta nota, al ser noticia global la desaparición por unos días de un mexicano (estaba con una rusa) que se perdió el partido de su selección contra Alemania y cuya ausencia activó los mecanismos de búsqueda internacionales mediante la embajada antes de que apareciera por sus propios medios. El caso involucra a Francisco Javier Mata Sánchez, quien había desaparecido el sábado hasta que fue hallado con vida y asistido por su embajada en Rusia. Explicó Nayeli Ceceña, vocera de esa legatura: “Desde que nos enteramos del caso le dimos seguimiento y con ayuda de las autoridades locales se dio con él. Ya fue personal de la embajada a visitarlo, está bien de salud, dijo que no había ningún problema”.
A Carlos Luis Lescano, excamarista y exprofesor universitario, lo buscaba intensamente la Policía de Córdoba por haber desaparecido un mediodía y aparecido al día siguiente, sano y salvo, argumentando que todo se habría tratado de un mal entendido.
Sebastián Bosch desapareció un sábado al mediodía en un barrio del norte de la ciudad de Córdoba, se activaron todos los protocolos de búsqueda gubernamental, y apareció a los dos días, en buen estado de salud, en otro barrio de la misma zona.
María Cristal Rojas, de Jesús María, fue a un baile de Damián Córdoba en Forja, no volvió a su casa, por lo que era intensamente buscada por la policía, hasta que se presentó en una unidad judicial por sus propios medios y en buen estado de salud; aparentemente no quería regresar.
Estos cuatro casos ilustran una realidad que se replica a escala mundial, cuyas principales características se pueden resumir en lo siguiente: una persona hábil para desempeñarse normalmente; se ausenta de su domicilio; los familiares activan formalmente y por las redes sociales su búsqueda; aparece a los pocos días por sus propios medios.
Más allá del desgaste gubernamental en la búsqueda, que excede el objetivo de esta columna, se considera importante analizar el impacto que actualmente y a futuro le generarán a cada uno de los involucrados las repercusiones de sus ausencias voluntarias pero no consentidas con sus familiares, cuando cualquier persona ingrese en los motores de búsqueda (p. ej. Google) el nombre de alguna de ellas, y antes que los logros profesionales y académicos de cada uno se publicite que estuvo desaparecido.
En la actualidad, la imagen de cada persona no se refleja únicamente en un currículum vitae (CV), como en la antigüedad, en el que el entrevistado informaba sólo los antecedentes que le eran favorables. Consistía en una comunicación unidireccional. Ahora, en la era de la multicanalidad, el CV pasó al último lugar, ya que lo decisivo será lo que surja de Internet y de las redes sociales, y lo primero que aparecerá es que desapareció.
Otro elemento clave es que la imagen personal no se forja más sólo con las exteriorizaciones que uno realice sino que todo lo que publique un amigo y/o familiar sobre uno será decisivo.
Entonces ellos, que conocen o pueden deducir el trasfondo de cada desaparición, deben evaluar -aun en un momento traumático- si la comparten en las redes sociales, porque una vez hecha la comunicación, se masifica y no puede detenerse, al punto que en Córdoba nos enteramos de que un mexicano que vive en Texas se fue por unos días con una rusa.
Tenga en cuenta que, si los hechos fueron ciertos, no tendrá fundamento legal para eliminarlos de la web.
* Abogado especialista en Derecho Informático