Porque no usa datos personales, es una solución ante los fraudes comerciales.
No se trata de futurología o de ciencia ficción. Las tecnologías biométricas están entre nosotros, aunque con muy escaso desarrollo en América Latina. Estas tecnologías autentican la identidad de un individuo mediante el uso de sus características físicas que lo hacen único (huella digital, retina, iris, geometría de la mano, reconocimiento facial, voz) tanto en forma directa o mediante tarjetas que guardan esa información.
Por su exactitud, suelen utilizarse como forma de control, seguridad y acceso tanto en ambientes laborales como personales, pero también para instituciones y gobiernos.
Expedientes, cuentas, espacios o edificios, cajas fuertes, autos -entre otros- pueden ser entornos protegidos por este tipo de tecnologías, pero también dentro de las empresas aumenta la responsabilidad sobre sistemas, vendedores y transacciones de los empleados.
Especialmente la biometría y la encriptación de software prescinde de un elemento muy presente en nuestra vida cotidiana: las contraseñas y la seguridad de los datos personales. “La biometría es la ciencia que nos transporta a un mundo sin contraseñas ni firmas para la autenticación de la titularidad del portador de cualquier tarjeta.
Nuestro cuerpo es el documento de identidad. Esta distinción nos permite asegurar el camino para evitar los fraudes y, por ende, la seguridad y la masividad de uso de los dispositivos favorecen el mejoramiento y el aumento de las ventas”, asegura Juan Carlos Garrido, presidente de Biometric Security Argentina, empresa desarrolladora de VerdeCard, una billetera electrónica que llegó al país.
Latam, región a conquistar
Según un estudio reseñado por el sitio especializado Biometría, se estima que en América Latina hay más de 538 millones de registros dactilares. Asimismo, se calcula que 37 por ciento de estos registros es utilizado para fines electorales, o sea, para garantizar “un ciudadano-un voto”, y 45 por ciento es para los fines de garantir la identidad de beneficiarios de servicios sociales.
“Tan sólo el restante 18 por ciento es para fines de seguridad policial, migratoria y otras funciones relacionadas. Tomando estos datos podemos observar que América Latina, por el contrario a otras regiones o países, focaliza la utilización de la biometría con fines de garantizar la identidad y la democracia”, asegura la publicación.
Lo expuesto indica que si bien el sistema gubernamental y la sociedad civil de la región se benefician con esta tecnología, hay mucho margen aún para los negocios cotidianos de las personas.
Comercio y prevención de fraudes
“Tanto el usuario como el comercio cuentan con el sistema más seguro, ágil y eficiente del mercado de medios de pago. No se necesita usar papel, tener línea de teléfono, pedir contraseñas, utilizar pin, etc. Para el usuario, con la biometría se terminan los fraudes, clonaciones o robos de identidad; porque la huella dactilar es única e irrepetible.
Pese a que no hay datos oficiales, se presume que 60 por ciento de los fraudes con tarjetas se debe a su clonación.
Los plásticos con tecnología biométrica -como VerdeCard, por ejemplo- son una solución a este problema.
Por esto, Latinoamérica es terreno fértil para el negocio biométrico: “Este desarrollo es novedoso para Argentina, pero toda Latinoamérica es una gran oportunidad de desarrollo, vamos en ese camino”, concluye Garrido.