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Los exclusivos diseños de “Elvira” resucitan en Blanco Vintage

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Elvira Abed protagonizaba en los años 60 uno de los negocios más emblemáticos de Córdoba en materia de ajuares de novia. Sus modelos eran personalizados. Contaba con un gran equipo de producción. En la actualidad, sus nietas, Mariela y Andrea Ciarapica, lo vuelven a poner en marcha bajo la premisa del consumo responsable y el retorno de la indumentaria de más de 20 años

Por Laura Pantoja – [email protected]

“Los abuelos nunca mueren, sólo se hacen invisibles”, reza la frase de un reconocido pediatra cordobés. Y tal es el caso de “doña Elvira”, abuela materna de Mariela y Andrea Ciarapica, dos emprendedoras que hoy la encarnan mediante sus exclusivos diseños para novias, dando continuidad no solo a una tradición familiar, sino al leitmotiv de la vida de Elvira Abed.
Elvira y parte de sus diez hermanos fueron por mucho tiempo quienes lideraron los negocios más emblemáticos de vestidos de novia de Córdoba. Eran muy unidos y los fines de semana hacían grandes reuniones familiares en sus casas ubicadas en la localidad de Agua de Oro. Ahí se vestían vivencias e historias que pasarían de generación en generación.
“Nuestra abuela Elvira empezó con el negocio en la calle Buenos Aires en los años 60 con la ayuda de algunos de sus hermanos que ya tenían experiencia y eran todos referentes en el rubro. Era una época de mucho movimiento económico y muchas parejas apostaban al matrimonio formal con fiesta y vestido. Mi abuela hacía memoria y contaba los vestidos que vendía por día y llegaba a siete u ocho. De trás de cada venta había una historia de amor, un sueño y una creación propia también”, cuentan a Comercio y Justicia las fundadoras de Blanco Vintage, el emprendimiento que vuelve a poner en valor los diseños y vestido de aquella época, bajo la premisa de la sustentabilidad.

“Con el tiempo el negocio creció y se mudó a la Galería San Martín, al frente de la plaza, a un local en el que se vistieron muchas novias, madrinas y quinceañeras. Hay miles de anécdotas como el fenómeno Susana Giménez, por el que después de su casamiento todas querían ese modelo. O el de la novia de `las florcitas’ que eligió cubrir todo su vestido, larga cola incluída, de pequeñas florcitas de tela hechas y cosidas a mano una por una. Todavía recordamos esa noche, de la mano de nuestra abuela, fuimos a verla entrar a la iglesia; llevaba esa verdadera ‘obra de arte’ a través de la alfombra de la iglesia Catedral”, relatan las socias.
Elvira era quien recibía a la cliente, conversaba y de acuerdo con sus pretensiones, perfil y deseos, le diseñaba un vestido personalizado. Contaba con un gran equipo de producción, costureras, bordadores, floristas que confeccionaban flores de tela y especialistas en moldes, entre otras. El modelo llevaba el nombre de la primera persona que lo había pedido.
“Nosotras, sus nietas, crecimos rodeadas de ese mundo. Pasábamos horas mirando las pruebas de los vestidos, las charlas de mi abuela con las novias y las discusiones en torno a qué sería lo más apropiado para cada una. Era muy querida por sus clientas, recordamos que entraban preguntando por ‘la señora’ que las había atendido. Tenía mucha capacidad de escucha e interpretación. Tenía tantos pero tantos vestidos, que hasta el día de hoy nos preguntamos cómo los conocía a todos. Tenía figurines repletos de fotos, que el diariero le traía a pedido. Eran su tesoro. Cajones repletos de moños, rollos de tela, botones, hilos, agujas y la plancha siempre lista para algún retoque”, amplían.

“Pensábamos que los vestidos eran su vida, les dedicó su vida. Pero en realidad cuando su cuerpo la obligó a quedarse en su casa, nos dimos cuenta de que su vida era la relación con las personas a las que les diseñaba los vestidos. Amaba lo que hacía”, detallan, un tanto nostálgicas, sus nietas.
Además de anécdotas, experiencias, ejemplos y tardes largas de compañía, Elvira dejó para sus nietas un caudal de vestidos. Mariela y Andrea decidieron volver a poner en marcha la rueda de coser y crearon Blanco Vintage, un emprendimiento que se dedica a vender los diseños exclusivos de Elvira, poniendo en valor el concepto de la sustentabilidad como guía. Además, se suben a la tendencia vintage, que cada vez cobra más auge a nivel mundial.
“El blanco siempre tiene que ver con celebrar el nacimiento de algo nuevo. Un casamiento, un fin de año, un cumpleaños, una tarde de verano o una caminata en la playa en busca de un nuevo camino. En Blanco Vintage celebramos el diseño sustentable. Pensamiento que nos atraviesa y hacemos todo lo posible por incorporar en lo cotidiano, en un mundo cada vez más complejo. Apostamos por el consumo responsable y el diseño sustentable”, fundamentan las fundadoras.
“Quedaron muchos vestidos largos y cortos, soleras, capitas de aquella ‘Galería de Novias’. Ellos esperan impacientes vestir nuevos sueños, para casarse o para simplemente festejar el encuentro en todas sus formas”, apunta Andrea.

El negocio

Las actuales emprendedoras atienden con turnos personalizados a sus clientas. La promesa de valor de sus propuestas se ancla en la ola sustentable y el retorno de la moda vintage. Cuentan con un gran volumen de vestidos de novia y de fiesta, además de otro tipo de indumentaria basada en el consumo responsable. Las fundadoras participan de ferias itinerantes.

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