Entrevista a Fernanda Pérez, coordinadora de la plataforma Babilonia Literaria y de talleres y clínicas literarias.
Los libros van al equipaje junto al protector y la malla en épocas de vacaciones. Parece que todo el tiempo que no sobra durante el año, se acumula en estos meses y se destina al descanso y a la recreación, que en muchos casos, van de la mano de las lecturas. A propósito de ello, Comercio y Justicia dialogó con Fernanda Pérez, una referente en la materia, que como periodista de cultura, docente y escritora, nos desliza sus opiniones en torno a la literatura, las vacaciones, los lectores, los nuevos canales de circulación de los títulos y los escritores.
-En épocas de vacaciones, se cree que la gente lee más porque tiene más tiempo. ¿Qué tipos de lecturas sugerís para el verano? ¿Recomendarías algunos títulos?
-El que tiene el hábito de la lectura lee siempre -sea o no período de vacaciones-. Lo que ocurre con el verano es que a esos lectores se les suman otros más ocasionales, esos que deciden buscar algún libro para llevarse a la playa, al campo o para pasar las tardes en su casa. Por eso suele incrementarse la lectura en tiempo de receso estival. Por otra parte, no soy de las que creen que en el verano tenemos que leer libros light, creo que tenemos que leer libros que nos gusten, y en eso cada uno sabrá cuál es el género, autor o estilo que prefiere. Sí creo que leer es un acto de placer; necesitamos que una historia nos guste, nos conmueva, nos movilice, nos genere algo no sólo en el cerebro sino también en el corazón. En esa línea, yo tengo una selección de títulos que en los últimos años me llegaron profundamente y me conmovieron. Éstos son: Hasta que puedas quererte solo, de Pablo Ramos; El perro del peregrino, de Liliana Bodoc (creo que en enero sale una reedición); La gente que es feliz lee y toma café, de Agnes Martin Lugand; El mar que nos trajo, de Griselda Gambaro, y La hija del bosque, de Juliet Mariller.
-Observando esa realidad, ¿cómo describirías al lector cordobés?
Con respecto al “lector cordobés”, no sé si hay una descripción única que lo caracterice, pero sí rescato los siguientes aspectos: tenemos un buen número de público lector -no es un dato menor si se tienen en cuenta otras provincias. Después de Buenos Aires somos la segunda más importante en venta de libros-. El público valora mucho a los autores locales, cualquiera sea el género y tenemos tres grandes géneros en los que nos destacamos en el ámbito nacional: infanto-juvenil, poesía y novela histórica. Contamos con muchos grupos de lecturas (reales y virtuales) que disfrutan de leer a autores cordobeses.
-Y en la categoría del lector cordobés ¿cuál es la lectura preferida de las mujeres cordobesas?
-Difícil pregunta. Creo que hay tantas preferencias como mujeres habitan nuestra provincia. Los números de ventas (teniendo en cuenta incluso un informe que sacamos en 2017 en Babilonia con libreros locales), el subgénero de la novela histórico-romántica es uno de los que más se vende. Pero en mi experiencia como autora, cuando hablo con las integrantes de los grupos de lectura, descubro que leen de todo.
-¿De qué depende que ese buen público lector aumente?
-Si hubiera una fórmula para incrementar la cantidad de lectores, los grandes sellos multinacionales ya estarían en eso… No creo que sea algo sencillo ni dependa de una sola fórmula. Sí me parece interesante que muchos autores (tanto los que están en grandes editoriales como aquellos que publican de manera independiente o en sellos más pequeños) comprendieron que era importante acercarse al público de manera más directa. Charlas, talleres, actividades multidisciplinarias, festivales, ciclos, ferias han favorecido ese acercamiento. Creo que debemos mostrarle a la gente que la literatura no es algo reservado sólo para un grupo de “intelectuales eruditos” sino demostrar que, más allá de la formación que se tenga o no, todos podemos emocionarnos ante una obra literaria.
-En función de ese público, ¿podrías fragmentarlo de acuerdo con los nuevos canales de circulación?
Con respecto a las nuevas plataformas y modos de circulación de la literatura, entiendo que han sido claves para favorecer ese encuentro entre los autores y lectores. Incluso los propios lectores se han encontrado entre sí. En la actualidad ellos prefieren los títulos que recomiendan sus pares que los que recomiendan los críticos en los suplementos o páginas culturales. Entre los jóvenes (que no sólo están los que leen sino los que además escriben) está el fenómeno de Wattpad que es interesante para ver, analizar. Allí hay una libre circulación de novelas que promueve el interés de este sector por la literatura. Después habrá tiempo de analizar si lo que se publica allí es bueno o malo, pero se trata de una comunidad importante vinculada al mundo de los libros. No olvidemos que la literatura juvenil e infantil está entre lo que más ha crecido en venta en los últimos años.
-Por último, como escritora, ¿creés que las condiciones están dadas para que haya cada vez más escritores? ¿Hay lugar para todos? ¿Hay lectores para todos los escritores?
-El tema editorial es similar a lo que ocurre con los medios gráficos. Los nuevos soportes les permiten a muchos autores -que por diferentes razones no logran llegar a las editoriales tradicionales- divulgar sus obras a casi cero costo en formato digital y en plataformas que tienen una muy buena llegada a lectores de distintos puntos del planeta. Luego habrá que ver cuán redituable es eso para quien escribe. Hoy quizás es un poco más fácil publicar y difundir una obra, las redes han ayudado en ese punto, pero el público, al menos en Argentina, no es tan grande. En la mayoría de los casos el mayor porcentaje de lectores se concentra en los títulos best seller y queda un número bastante reducido para el resto de los libros y autores. A veces, con escritores amigos, nos reímos y decimos “hay más escritores que lectores” y por momentos parece que es así. Ojalá logremos conquistar a más lectores, transformar a un “no lector” en “lector”. Para mí ése es el desafío de los sellos, los autores, los gestores culturales, los promotores de la lectura, los críticos, los libreros y todos los actores que integran y participan del mundo literario y editorial.