El sector reúne 15 pequeñas firmas cordobesas que producen balones artesanalmente. La importación y las marcas multinacionales les dejan poco margen para crecer
Cada cuatro años, en ocasión de los Mundiales de fútbol, los fabricantes cordobeses de balones alientan las esperanzas “para oxigenar” sus ventas y salir del “letargo”.
El sector, compuesto por pequeñas firmas que en su mayoría son de origen familiar, se enfrenta con la feroz competencia de la importación, por un lado; y por el otro, con marcas multinacionales que proveen los balones homologados por la FIFA a las ligas profesionales.
En Bell Ville hay cerca de ocho fábricas, en Morrison cinco y en la ciudad de Córdoba, al menos dos. “Son pequeños emprendimientos que, en algunos casos, no llegan siquiera a la categoría de pyme, y que confeccionan artículos que en un 70% son artesanales”, cuenta a Comercio y Justicia Jesús Ramón Cairo, presidente de la Cámara de Fabricantes de Balones y Afines (Cafaba). Junto a ellos trabajan alrededor de 1.500 costureros independientes.
En todo el país, la industria local fabrica más de un millón de balones al año, contra cuatro millones que se importaron, por citar un ejemplo, hace tres años, según precisa Cairo.
En el mercado masivo, la competencia es una utopía. “Las grandes cadenas de retail venden las pelotas importadas de China a mitad del precio”, apunta Cairo. Una pelota número 5 de fabricación local, con detalles de calidad, una cámara en su interior factible de cambiar y una costura reforzada y artesanal, cuesta entre 30 y 35 pesos. Un balón de China, “compuesto con materiales de menor calidad”, cuesta al público 15 pesos.
El otro frente, en el que profesionalmente por su calidad podrían competir la producción local, está abastecido por las pelotas homologadas. Para la liga B, la marca Penalty y para la A, Adidas.
¿Qué le queda a Bell Ville? “Nos quedan las pequeñas ligas, algunas canchitas y valernos del movimiento de ventas traccionado por este Mundial, gracias a algunos patrocinadores locales y nacionales”, detalla el titular de la Cámara, en relación con las concretas estrategias comerciales que desarrollan.
¿Cómo crecer?
En concreto, los márgenes de ganancias de los fabricantes no son prósperos y, en estas condiciones, pocas son las alternativas para revertir la situación. Así, en la Cámara acentúan los pedidos de apoyo a esta industria, que pasan fundamentalmente por un mayor control a las importaciones, líneas de créditos flexibles y la fijación del valor criterio.
“En la Cámara conseguimos la licencia previa no automática para importación, mediante la Resolución 217/2007. Si bien esto es un logro, las pelotas de China siguen entrando, en lugar de hacerlo cada tres meses, ingresan cada seis”, explica Cairo.
Frente a esto, la exigencia pasa por fijar un valor criterio (mínimo), que parta de un análisis de mercado que establece el departamento de valoración de la Aduana y se determina bajo una posición arancelaria. “De oriente vienen pelotas que cuestan US$ 0,98 y entran acá a US$ 1,20 y con impuestos y demás no superan los US$ 10. Acá existiría un probable dumping”, explica Cairo.
Por último, es indispensable, enfatiza el titular, la adecuación de líneas de crédito a las estructuras de estas fábricas, que en muchos casos, responden a microemprendimientos. “Para crecer y multiplicar nuestra producción, necesitamos adquirir capital de trabajo y renovar tecnología”, remata.
Del mismo modo, la entidad solicita el apoyo del Gobierno Provincial y Nacional, para instar a la promoción y patrocinación de los balones en las ligas de menor categoría. “Queremos que se contemple la posibilidad de que nuestras pelotas jueguen en la B o en la C”, dijo Cairo.