La nueva veta en el negocio son los medicamentos biotecnológicos, “tanto extractivos como farmoquímicos”, aseguró un referente sectorial. El sector es un potencial “generador de divisas para el país”, dijo el titular del grupo local que acaba de comprar dos plantas a un laboratorio francés
Desde que el presidente Alberto Fernández anunció la fabricación en el país de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por científicos de la Universidad de Oxford, la mayoría de los argentinos conoció que la investigación, el desarrollo y la producción de medicamentos innovadores y la producción a gran escala de fármacos de origen biotecnológico son una realidad en el país y con grandes posibilidades de generación de divisas. Así lo acaba de reconocer uno de sus protagonistas, Marcelo Argüelles, titular del Grupo Sidus y referente de los laboratorios nacionales.
El ex titular del Foro Argentino de Biotecnología y del Centro Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (Cilfa), y actualmente vicepresidente de la Fundación para la Interacción de los Sistemas Productivo, Educativo, Científico-Tecnológico, afirmó que la industria farmacéutica argentina puede convertirse en “un polo regional de producción” de medicamentos, tanto biotecnológicos, como extractivos y farmoquímicos, y consideró que el sector “puede ser un gran generador de divisas para el país”. Lo que sigue son algunos de sus conceptos en entrevista.
¿Cómo fue el devenir de Sidus durante la pandemia?
Hubo un cambio muy significativo, de trascendencia para la industria farmacéutica argentina, que fue un acuerdo alcanzado con la multinacional francesa Pierre Fabre para adquirir su capacidad de producción en el país. Y fue hecho en medio de la pandemia: hubo que negociar a través de Zoom y también firmar de manera digital. Esto es una muestra concreta de nuestra voluntad de seguir confiando e invirtiendo en el país. Lo más importante de este acuerdo fue mantener las fuentes de trabajo, ya que se incluyó absorber a 160 trabajadores.
¿A qué apuntó la operación con Pierre Fabre?
Pierre Fabre, una empresa francesa de dermocosmética y de productos medicinales muy arraigada en el mercado, decidió centralizar su producción en Francia y transformar la producción local. Algo que hicieron en el resto del mundo donde tenían presencia. Y llegamos a un muy buen acuerdo con ellos, con quienes tenemos una relación anterior, ya que fuimos los que introdujimos sus productos en 1997 hasta que ellos vinieron a producir al país. Les compramos las dos empresas que tenían en el país, una de dermocosmética y otra de materias primas de origen extractivo.
¿Cuáles son las expectativas hacia adelante con estas nuevas operaciones?
Hay una cantidad de productos que vamos a comenzar a producir. El negocio absorbió cuatro operaciones -dermocosmética, odontología y dos farmacéuticas, una extractiva y otra medicinal-. Además de una capacidad exportación muy significativa. Actualmente estas unidades exportan por US$10 millones al año, pero hay una potencialidad muy significativa de alcanzar nuevos mercados. Esto también representa para Sidus un aumento de estructura productiva, con la absorción de una nueva planta en Virrey del Pino (provincia de Buenos Aires).
¿Hay posibilidades de que Argentina se convierta en un polo de innovación y desarrollo farmacéutica a escala regional?
La potencialidad es muy alta, incluso nosotros mismos hace ya unos años fuimos los primeros desarrolladores de biotecnología en el país. Argentina tiene muy buena capacidad para poder convertirse en un polo regional de producción de medicamentos tanto biotecnológicos, como extractivos y farmaquímicos.
¿Puede ser también el sector un generador de divisas importantes para el país?
Sí, tenemos un ejemplo, el de la vacuna para la covid-19, en el que hay empresas argentinas involucradas. El país tiene un desarrollo enorme de integración de su industria y de posibilidad de producir las materias primas. La planta de Rovafarm (una de las adquiridas a Pierre Fabre) es un ejemplo: con la tráquea de un bovino se tiene un producto farmacéutico, el sulfato de condroitín que se utiliza para problemas osteoarticulares. Es un ejemplo máximo de grado de valor del sector agroindustrial. De una tráquea bovina se saca un medicamento que vale la tonelada mucho más que la carne del animal.