Así lo estimó la Fundación Pro Tejer, que agregó que desde 2015 se perdieron 20.000 puestos y que en la actualidad el rubro emplea a 400.000 personas en todo el país. Luego de una caída de 25% medida en 2016, se logró recuperar 5% y se espera continuar con esa tendencia hacia fines de año, impulsada por los aumentos de salarios, las expectativas económicas y la inyección al consumo. La caída es atribuida principalmente a la baja del poder de compra de las familias
Por Laura Pantoja – [email protected]
Con políticas públicas adecuadas, el sector textil podría emplear en los próximos años a un millón de trabajadores”, dijo a Comercio y Justicia Jorge Sorabilla, presidente de la Fundación Pro Tejer.
El sector perdió 20.000 puestos de trabajo desde 2015 a la fecha, alcanzando hoy un total de 400 mil personas en actividad en el país. “El rubro logró emplear a 450 mil personas de manera directa, tiene una enorme potencialidad si se llega a entender la necesidad de generar inversiones, empleos y valor agregado, y más aún, reconociendo que está repartido a lo largo y ancho de todo el país, con lo cual es capaz de motorizar a todas las economías regionales”, amplió.
Consultado acerca de cuáles pueden ser las políticas públicas de fomento, el especialista comentó que se deben trabajar decisiones tanto puertas adentro del rubro como puertas afuera, es decir en materia de macroeconomía. Son necesarias las administraciones del comercio, específicamente con normas técnicas claras; la desgravación de los costos laborales no salariales en todo el sector, tanto el de la confección como el de la industria textil; y la continuidad de la batalla contra la inflación, que sea capaz de reflejarse en tasas de interés de un dígito.
“El sector textil es más sensible que otros porque genera mano de obra intensa y los costos salariales acarrean altos impuestos. Cuanto más valor agregado hay, más impuesto genera cada parte de la cadena de valor y ésta es una contradicción que debe resolverse”, explicó Sorabilla.
Según la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA), el sector genera 13% de toda la mano de obra industrial. La actividad textil y de la confección es importante sobre todo en el interior. Representa 48% del empleo industrial en La Rioja, 41% en Catamarca, 24% en la ciudad de Buenos Aires, 12% en la provincia de Buenos Aires, 25% en Santiago del Estero y 27% en el Chaco.
Actividad en recuperación
La producción textil viene cayendo y en el año 2016 registró una baja de 25%, alrededor de 16% por caída de consumo y 9% por aumento de importaciones. “De -25% se recuperó una parte ( 20% de -25% : + 5%) con lo cual la caída inicial hoy está alrededor de -20% y estimamos que se puede volver a recuperar algo más en el segundo semestre”, especificó Sorabilla.
“La industria en general tuvo problemas y vemos que se está recuperando, en el caso del sector textil es selectivo, pero en promedio, nos estamos reponiendo”, apuntó.
Por otro lado, según el Estimador Mensual Industrial (EMI) de julio, del Instituto Nacional de Estadística y Censos ( Indec), el acumulado de la caída actual es de 14,6%. (Ver cuadro Nivel de Actividad).
El presidente de la Fundación reveló que la caída del consumo es el principal causante, más allá de que las importanciones también tienen su peso. (Ver Cayeron las importaciones…)
“Al caer el poder de compra, lo primero que se deja de adquirir es la ropa, porque las familias destinan los fondos a servicios y costos logísticos; además, se ha comprobado que cuando se restringe el consumo, el dinero se destina generalmente a los bienes durables”, explicó.
Las proyecciones
Las perspectivas de recuperación tienen su basamento en los ajustes salariales de abril y mayo, que aumentaron 25% los sueldos; los aumentos a jubilados por más de 50 millones de pesos y la recuperación general de la economía que se observa paulatinamente, lo que genera un cambio de expectativas en el consumidor.
Otra víctima impositiva
En Argentina los productos son caros y la indumentaria no escapa a ello. Está sujeta a múltiples distorsiones de los precios ocasionadas por sobrecostos, los que en momentos de caída del consumo pesan aún más a la hora de la decisión de la compra.
La Fundación ProTejer estima que 55% del precio final de una prenda de vestir no está relacionado con el costo de producción; 25,5% es impuesto (IVA, Ganancias, Ingresos Brutos e impuesto al cheque), 15% se relaciona con el costo financiero (tarjetas de crédito y débito) y 14,9% con los costos generados por los alquileres (más expensas) comerciales y los shoppings. El restante 45% tiene relación con el costo de fabricación (20%), comercialización y distribución (15,1%), diseño y marketing (4,7%) y rentabilidad empresarial (4,8%).
El costo industrial concentra sólo 20% del valor de venta de la prenda, lo que evidencia una gran distorsión, según afirmó.
Es decir, de una prenda que al consumidor final le costó $1.000, $550 se destina al Estado en concepto de impuestos y $200 lo retiene la industria textil, de los cuáles $110 son para pagar las cargas sociales, los impuestos al cheque, los costos financieros, IVA y Ganancias. Así, sólo $90 de los $1.000 son para la industria propiamente dicha.
“Es necesario atacar el tema de la distorsión de los precios para ganar competencia en Argentina”, indicó, al refererise también a otras de las políticas que se deberían derramar para promover el crecimiento del rubro.
Cayeron las importaciones
La caída de la demanda y algo de mayor administración de comercio luego de las reiteradas quejas de los industriales hicieron que el primer semestre del año cerrara con una caída de las importaciones textiles de 6% en volumen respecto del mismo período de 2016, de acuerdo con información de la Fundación Protejer.
Por otra parte, mientras entre enero y junio cayeron las compras de materias primas, hilados y otros insumos del exterior, creció fuertemente la entrada de prendas terminadas y, en menor medida, de confecciones para el hogar. En el primer caso, la suba interanual trepó a 60,7%, y en el caso de las confecciones la suba fue de 12%.
“Se está consolidando un vector de importaciones donde toma preeminencia el producto final. La menor importación de los insumos se explica en parte por la caída en el consumo, que hace que los fabricantes compren menos para producir, y también por una mayor administración del comercio”, afirmó el economista de Protejer, Ariel Schale.
Según les transmitieron los funcionarios de la Secretaría de Comercio a los industriales, el Gobierno tenía frenados en julio pedidos de importaciones por casi US$1.600 millones, pero la estrategia oficial desde el año pasado viene siendo autorizar a las marcas de ropa un aumento en las compras de prendas importadas para que puedan “equilibrar su stock y contribuir así a atenuar los precios”, había dicho tiempo atrás una fuente de Comercio.
De acuerdo con los números del semestre, se importaron 124,5 millones de kilos, contra 132,4 millones del período enero-junio del año pasado. Estos números muestran una caída interanual de 6%, explicada, principalmente, por las menores compras de hilados y materias primas (algodón, lana, fibras), cuyas bajas fueron de 30,2% y 12,9%, respectivamente.
Además de prendas de vestir y confecciones para el hogar, también mostró un incremento interanual el rubro tejidos planos -telas utilizadas, por ejemplo, para la fabricación de camisas, denim, sábanas y manteles-.
Al analizar la evolución mensual, queda claro que los primeros meses del año fueron los más fuertes en materia de importaciones, ya que las marcas de ropa se preparaban para la temporada de invierno. De hecho, mientras en enero las compras de los productos terminados crecieron 78% versus el mismo mes del 2016 y en marzo 157%, en junio la suba fue de 35%. Y en el caso de las confecciones, de alzas importantes a comienzos de 2017, durante el último mes las compras al exterior cayeron 24%, según los números informados por Protejer.
Los principales importadores siguen siendo las marcas/retailers y el canal mayorista. Los supermercados también aumentaron sus compras al exterior, en tanto que la industria y el resto evidenciaron una reducción.
Motor de desarrollo
En la última década, Argentina se puso de pie nuevamente gracias al proceso de reindustrialización. Un ejemplo lo constituye la cadena de valor textil -compuesta por pequeñas, medianas y grandes empresas ubicadas en todo el territorio nacional- , que logró recuperar -en su momento de mayor producción- más de 200.000 puestos de trabajo que se habían perdido.
Los empresarios del sector llevan invertidos más de 3.500 millones de dólares en modernización y ampliación de la capacidad productiva, no sólo para desarrollarse sino también para generar mayor empleo.
La educación y formación profesional no resultan ajenas a este proceso de desarrollo. Miles de jóvenes eligen las carreras de ingeniería textil y diseño de indumentaria; y esto es gracias a que hay una industria que también los está esperando.
La Fundación Pro Tejer es una organización sin fines de lucro, que desde sus inicios entendió el sentido de la responsabilidad social empresarial como motor indiscutible de desarrollo y retroalimentación de la industria.
No solo la ropa es cara
“No sólo la ropa es cara. Todo en Argentina es más caro. Hay una enorme deformación en el proceso productivo. Todo lo que consume mano de obra en Argentina está caro. Y la industria textil es de las que más mano de obra consumen”, aseveró el dueño de TN&Platex, Teddy Karagozian, coincidiendo con las referencias de la Fundación Pro Tejer.