Según Matías Nahón, director de Kroll Argentina, el índice de actividades fraudulentas en las empresas nacionales es comparable con el del sector público.
Si bien para el imaginario colectivo la corrupción sucede sólo en instituciones públicas, son cada vez más los casos detectados de fraude corporativo.
En este marco, Argentina es uno de los paises con mayores índices de corrupción y soborno en las empresas, tanto en el ámbito regional como en el mundial, junto con México y Brasil, siendo Chile uno de los menos corruptos del continente. En tanto, Latinoamérica resulta la región más corrupta del mundo a la par de Europa del Este y África.
“En este mapa, la provincia de Córdoba refleja los mismos índices de corrupción que Buenos Aires, Mendoza y Santa Fe”, reveló a Comercio y Justicia Matías Nahón, director para el Cono Sur de Kroll, empresa de origen norteamericano líder en investigaciones corporativas, que trabaja diariamente con casos vinculados con el fraude y la corrupción.
Desde hace unos años, Kroll realiza una encuesta anual sobre los niveles de fraude en las empresas y los compara con el de transparencia nacional que evalúa el sector público; en la mayor parte de los casos, ambos “van de la mano”.
“Los niveles de corrupción vienen creciendo en todo el mundo y la mayoría de las veces están vinculados con la crisis económica y financiera de cada nación”, destacó Nahón.
Según los estudios de la compañía, que tiene su sede central en Nueva York y alrededor de 40 oficinas en más de treinta paises, una de las tipologías más habituales de corrupción en las empresas latinoamericanas es el robo de mercadería, sobre todo en las industrias manufactureras, seguido del direccionamiento en la contratación, es decir, la connivencia entre el encargado de contratar un servicio y el proveedor, quien ofrece una compensación a cambio.
Asimismo, “una de las acciones corruptas que más creció en los últimos años es el robo de información, lo que generalmente sucede a través de empleados infieles”, destacó el directivo.
A su vez, Nahón afirmó que “90% de los actos de corrupción proviene del fraude interno, es decir el provocado por los mismos empleados de una empresa”.
En general, estas situaciones tienen que ver con la falta de control.
“Los grandes problemas económicos se sienten en el corto plazo pero el costo reputacional que implican estos actos trasciende no sólo hacia fuera sino también hacia adentro. Este último, el costo interno, es el más importante, ya que afecta la percepción del empleado y transmite el peligroso mensaje que implica que quien roba puede hacerlo e incluso puede recibir hasta dinero para desvincularse de la compañía”.
La baja identificación de los empleados con su lugar de trabajo, la inestabilidad laboral y los controles internos laxos figuran entre las principales causas del fraude corporativo.
Entre los consejos que brinda el ejecutivo para evitar estas situaciones figuran “no sólo controlar sino mostrar que se está haciendo y comunicar que la empresa no tolera este tipo de acciones como una política de la firma”. “Cuando ocurren estos hechos, muchas compañías tratan de ocultarlos y eso es peor porque no se blanquean estas situaciones ni se las juzga como corresponde, surgen los rumores de pasillos”, agregó.
Para ello, es necesario invertir en prevención y no considerarlo como un gasto. “Esa mentalidad es difícil de cambiar. Ochenta por ciento de nuestra facturación proviene de los servicios de investigación de fraude y sólo 20% en inversión para la prevención de los mismos”, destacó el empresario. De acuerdo con el directivo, “según de qué industria se trate, la inversión en prevención de fraude debe rondar entre tres y cinco por ciento del presupuesto empresarial”.