Numerosos profesionales de los centros de atención primaria la consideran como otra de las formas de agresión que existe en la sociedad, ignorando la complejidad de la problemática, advierte un estudio
Luz Saint-Phat – [email protected]
Cada día se conocen en el país nuevos episodios de violencia contra las mujeres (VCM). El abordaje de esta problemática implica un importante desafío para los profesionales de distintas disciplinas.
Específicamente respecto del personal sanitario, se afirma que su trabajo es fundamental para la detección de estos casos y para la prevención del agravamiento de la violencia contra las mujeres. No obstante, no siempre médicos, enfermeras y personal administrativos de las instituciones sanitarias tienen una formación de género y comprenden la complejidad de la problemática.
Sobre este tema, recientemente la Revista de Salud Pública de la Universidad Nacional de Córdoba publicó los resultados de una investigación realizada en tres localidades del interior de la provincia de Córdoba.
El artículo se titula “Violencia contra las mujeres: definiciones del personal sanitario en los centros de atención primaria de Córdoba, Argentina” y la indagación fue realizada por la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) Lorena Saletti-Cuesta.
“El objetivo de este trabajo es explorar los conceptos sobre la violencia contra las mujeres presentes en los relatos de profesionales sanitarios que trabajan en los centros de salud de Córdoba, Argentina. Se realizó una investigación cualitativa en los centros de atención primaria de Jesús María, Colonia Caroya y Sinsacate”, precisa el resumen del artículo.
“La mayoría de sanitarios/as ignora la especificidad de la violencia contra las mujeres y la sitúa como una más entre otras o bien considera que es un problema de pareja con vínculos no saludables. Las acciones de sensibilización y el fortalecimiento del modelo biopsicosocial de atención podrían contribuir a la comprensión integral de este problema y a su abordaje en salud”, señala el artículo refiriéndose a una de las principales conclusiones a las cuales se arribó en la investigación.
Detalles
El trabajo de investigación cuenta con la aprobación del Comité de Ética de la investigación del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba y el ámbito de estudio fueron los centros de atención primaria de las localidades de Jesús María, Colonia Caroya y Sinsacate.
Se trata de un abordaje cualitativo mediante el cual se entrevistó, entre los meses de noviembre de 2016 y julio de 2017, a 21 profesionales sanitarios (en su mayoría mujeres), con más de cinco años de experiencia en el centro de salud. En detalle, se relevaron las opiniones y conceptos de ocho profesionales de la medicina, siete de enfermería, tres de psicología, dos de odontología y una de trabajo social.
“El análisis de los relatos revela al menos tres posicionamientos respecto al concepto de VCM: 1) la violencia generalizada; 2) los vínculos no saludables generan violencia; y 3) el machismo como causa”, señala el estudio.
“La mayoría de las personas entrevistadas entiende la violencia de género como una manifestación más entre otros tipos de violencias sociales que, según su percepción, existen en sus contextos. Por ejemplo, emergen relatos de violencia e intolerancia social, de abuso infantil o de violencia hacia el personal médico. Asimismo entienden que la violencia de género puede ser dirigida hacia cualquier persona, independientemente de su sexo o de su edad”, dice el análisis de los datos.
Por otro lado, “varias de las personas entrevistadas identifican la VCM como un tipo de violencia que se da en el ámbito de la pareja y que es provocada por los vínculos no saludables entre el hombre y la mujer, quienes tendrían el mismo grado de responsabilidad y que, incluso para algunas de las personas entrevistadas, son consideradas como ‘enfermos’. Estos vínculos no saludables provocarían un círculo vicioso entre ambos integrantes que es difícil de romper por la naturalización de su situación que dificulta que determinados actos o situaciones sean identificados como violencia”, dice el artículo y agrega que, en estos relatos, “la VCM es entendida como una forma de relacionarse no adecuada, por tanto no sana, que es transmitida de generación en generación. La falta de valores y límites, especialmente en la infancia, los abusos infantiles y/o la violencia vivida en la infancia dentro del ámbito familiar explicarían que los hombres ejerzan VCM en su vida adulta y también que las mujeres realicen elecciones de pareja no saludables para ellas y que justifiquen la violencia que reciben por parte de sus parejas”.
En tanto, afirma la investigación, “son muy pocos los relatos que identifican al machismo o el menosprecio a las mujeres como una de las causas de la VCM. En general, esta explicación de la VCM ha surgido junto con otras explicaciones de la violencia y no como causa única o principal de la VCM. Si bien las personas entrevistadas en su gran mayoría desconocen qué es el género, sí nombran la cultura patriarcal, el machismo, la cosificación, el menosprecio hacia las mujeres o su control como causas de la VCM. Algunas y algunos profesionales consideran que esta cultura machista se ha modificado a lo largo del tiempo y confían en que las generaciones futuras cambien o en que las mujeres luchen más por hacer valer sus derechos; por el contrario otras personas entrevistadas manifiestan poca confianza en los cambios futuros respecto a esta problemática”.
La violencia contra las mujeres (VCM) se define como todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual y/o psicológico para las mujeres, así como la amenaza de tales actos, la coacción o la privación de la libertad, tanto si se producen en el ámbito público como en el privado. Su objetivo es el mantenimiento de las desigualdades de género, por tanto constituye una violación a los derechos humanos, un obstáculo para la equidad social y un grave problema de salud pública debido a su alta prevalencia y a las consecuencias en la salud, precisa la investigación.