La ansiedad y la depresión son dolencias que han registrado un incremento durante la pandemia, sobre todo en los espacios de trabajo. Cifras de la problemática y recomendaciones de Santiago Alderete, licenciado en Educación Física con orientación en neurociencias
En el contexto de la crisis derivada del coronavirus y ante las dificultades que se han presentado en distintos ámbitos de la vida cotidiana, servicios de salud mental e informes de distintos profesionales han registrado un incremento en dolencias subjetivas como la ansiedad y la depresión.
Estas problemáticas tienen alto impacto en los ámbitos laborales, dado que estos espacios se han modificado significativamente por la emergencia sanitaria y las medidas de prevención que se implementan en el país y en el mundo.
Según un informe reciente difundido por Deloitte sobre la situación que enfrentan actualmente las generaciones conocidas como “millenials” y “Z”, “el estrés y la ansiedad han permeado en el lugar de trabajo, lo que resalta la creciente necesidad de
que las empresas se centren en mejorar la salud mental de sus profesionales”.
Asimismo, la consultora agregó que “la pandemia del Covid-19 ha llevado al estrés a una nueva dimensión, colocándolo como un tema prioritario y de conciencia social: 50% de los millennials y 46% de la generación Z se sienten estresados todo el tiempo o la mayor parte del tiempo”.
En tanto, entre los principales factores de preocupación extrema, se ubican las finanzas, el bienestar y las perspectivas laborales.
Por otro lado, una encuesta de Adecco Argentina, realizada con más de 1.200 encuestados durante el mes de junio, demostró que 40% de los argentinos “duerme menos que antes” de la pandemia y que esta problemática tiene consecuencias sobre “cómo se desempeñan durante su jornada laboral”.
En detalle, el estudio reveló que 64% de los participantes dedica entre seis y ocho horas al sueño, 28% menos de seis horas y sólo descansan más de ocho horas quienes corresponden a ocho por ciento de la muestra.
Con estos datos, resulta de consideración para las empresas lograr promover la salud mental en su equipo de trabajo, poniendo el foco en que estas dolencias afectan significativamente la productividad del capital humano.
Ejercicio físico
Santiago Alderete es profesor y licenciado en Educación Física. Actualmente, se encuentra realizando el ingreso a un doctorado en neurociencias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
En diálogo con Comercio y Justicia, el especialista compartió cifras y herramientas que se pueden implementar en las empresas
Recuperando datos de la publicación científica The Lancet, Alderete remarcó que “la depresión y la ansiedad suponen un costo para la economía mundial de un trillón de dólares cada año” y que “ los beneficios de la inversión en prevención son cuatro veces superiores al gasto que implican estas dolencias una vez instaladas”.
“Esto significa – aclaró Alderete- que por cada dólar invertido en investigación y prevención se recuperan cuatro”.
“Lo primero es entender a la ansiedad como una preocupación constante y generalizada que nos mantiene en estado de alerta todo el tiempo. Esto provoca un deterioro del cuerpo, el cerebro y la mente (que no son unidades separadas)”, agregó.
En este sentido, el entrevistado enfatizó en que el ejercicio físico -practicado fuera y dentro de los ámbitos laborales– favorece la neurogénesis, es decir que posibilita la formación de nuevas neuronas y de nuevas conexiones neuronales.
La actividad también produce el “júbilo del corredor”. “Esto es muy interesante porque esa sensación que todos hemos experimentado alguna vez luego de correr hace que dejemos de pensar obsesivamente en pensamientos de preocupación, evitando la sobre activación del eje HPA (hipotálamo pituitario adrenal) que se traduce en cortisol (la principal hormona del estrés)”, explicó.
Además, ponerse en movimiento ayuda a sobrellevar mejor las tareas estresantes. “El ejercicio físico voluntario, fisiológicamente hablando, es muy similar a una tarea que provoca estrés. Se aceleran los latidos, se dilatan las pupilas, la sangre va hacia los músculos, etc. Sin embargo, como produce liberación de dopamina en la corteza prefrontal, lo percibimos como algo placentero”, detalló el licenciado.
Qué hacer
Alderete enumeró tres herramientas principales que pueden implementar las empresas para impulsar una mejor salud mental en su staff.
En primer lugar, recomendó aplicar nociones básicas de inteligencia emocional. “Hoy sabemos que cuando expresamos y etiquetamos lo que sentimos, el nivel de activación de la amígdala (área cerebral que procesa el miedo y el enojo) disminuye”, dijo. Así, proponer reuniones donde el personal pueda “decir simplemente lo que le pasa, sin interrumpirlos y sin juzgarlos” puede ser una buena alternativa.
Por otro lado, también se pueden implementar “clases de entrenamiento personalizadas y adaptadas”, en las cuales de manera voluntaria, “se puedan trabajar aspectos del cuidado de la columna u otras necesidades como el exceso de peso y los trastornos alimentarios”.
En tanto, el especialista sugirió “sesiones de meditación budista que ayudan al autoconocimiento, mejoran la empatía, aumentan la felicidad y por ende mejoran la productividad”.
Finalmente, Alderete también recomendó a las compañías alentar consultas a profesionales de salud mental, entre quienes lo necesiten.