Un proyecto de acompañamiento emocional en la escuela primaria demuestra la importancia de construir un espacio para trabajar distintos factores psicosociales vinculados con la infancia
Por Luz Saint Phat – [email protected]
Quienes trabajamos en la educación conocemos las dificultades que se pueden presentar en el aula, que están relacionadas con los factores psicosociales relativos a la infancia. En este sentido, escuchar a los niños en un espacio diseñado específicamente para tal fin puede ser la clave para promover la salud integral de ellos.
A este respecto, se destaca una experiencia de acompañamiento emocional en la escuela primaria que se desarrolló en Córdoba, como parte un proyecto académico de carácter extensionista de la Cátedra de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Este trabajo -realizado durante 2015- se encuentra detallado en el artículo “El psicólogo clínico en la escuela y su sunción preventiva: Proyecto de acompañamiento emocional en una escuela primaria”, el cual forma parte del Anuario de Investigaciones de la misma unidad académica, que compila distintas presentaciones parte del II Congreso Internacional de Psicología y V Congreso Nacional de Psicología “Ciencia y Profesión”. El documento es de la autoría de Ana Carolina Wortley, Rocío Sabagh y María Cristina González.
La iniciativa se desarrolló en una escuela pública provincial ubicada en la zona centro-oeste de la ciudad, la cual -al momento de la intervención- contaba con 700 alumnos aproximadamente.
“La infancia constituye una etapa crítica durante el proceso de formación psicoafectiva, que requiere un acompañamiento de adultos favorecedores de un desarrollo saludable”, explica el texto en su introducción, y señala además que “articular la clínica con el espacio escolar implica realizar una mirada singular del niño, discriminando sus diferencias individuales en cuanto al momento de maduración infantil, con sus particulares emociones y sufrimientos subjetivos”.
Teniendo en cuenta estas consideraciones, quienes realizaron la intervención pensaron en el diseño de “un espacio capaz de recibir la consulta de los alumnos de manera espontánea u orientada por algún docente que comprende las dificultades emocionales que atraviesan algunos niños”.
En ese marco, “el encuadre del acompañamiento emocional se basa en la confidencialidad, la voluntariedad, en donde el niño puede consultar en función de sus intereses, preocupaciones, situaciones, problemáticas, entre otras”, detalla el artículo -que se encuentra disponible en formato digital-, y agrega que el alumno “también puede ser orientado por la maestra en función de las características que ésta observe del niño y considere que podría constituirse en un motivo para sugerir el acercamiento del niño al espacio” pero, “aún es estos casos, la voluntariedad se considera como parte fundante para la iniciación de un vínculo”.
La propuesta atravesó distintas etapas. En primer lugar, se realizó una instancia de “acercamiento a la población”, en la cual las académicas realizaron observaciones en los cursos, recreos y otras actividades. También se entrevistaron docentes y directivos, quienes orientaron sobre la problemáticas identificadas.
Luego, en una segunda etapa, se sensibilizó a la comunidad educativa mediante la explicación del proyecto y, finalmente, se dio inicio al espacio de acompañamiento propiamente dicho. “El encuentro representa una oportunidad para el desarrollo de aspectos saludables de la personalidad tales como habilidades comunicacionales, expresivas, sociales para resolver situaciones conflictivas; y respeto y valoración del semejante, entre otras”, dicen las autoras del escrito.
Además, el proyecto contempló una instancia de trabajo con los familiares. “La entrevista con los padres posee el objetivo de obtener datos tanto evolutivos como sintomáticos, a la vez que se relatan las vicisitudes del desarrollo”, según se detalla.
Resultados
En total, la publicación precisa que al espacio asistieron 55 niños, mientras que la cantidad de consultas realizadas por los acompañantes emocionales fueron 230.
En tanto, entre las problemáticas abordadas se destacaron las dificultades en los vínculos con los compañeros (como discriminación o el bullying), los conflictos familiares relacionados con la separación de los padres, los vínculos violentos, y el rendimiento académico, principalmente.
“Las acciones desarrolladas durante el proceso de acompañamiento permitieron que los alumnos lograran disminuir la ansiedad y la angustia, desarrollar mayor actitud empática con los compañeros del aula, aumentar el reconocimiento y respeto por las normas de convivencia en los diferentes espacios, manejar adecuadamente los tiempos escolares, mejorar el desempeño áulico, mayor integración escolar y disminución de la conflictos entre pares”, especifica la publicación.
Finalmente, sobre la base de estos datos, las investigadoras constataron que promover “un espacio de escucha para los niños dentro de la escuela” constituye un “privilegio” para el trabajo de factores psicosociales, lo cual posibilita desarrollar abordajes preventivos y de promoción de la salud integral de los niños, tanto biológica, como psicológica y social.
Además, las intervenciones facilitaron el desarrollo de comportamientos positivos en los infantes, así como “cambios ambientales que permiten elevar el nivel de salud mental de los sujetos”.