“El fin de año es una buena ocasión para que el sujeto se oriente al futuro”

La psicoanalista Claudia Lijtinstens indica que el “año nuevo” surge como temática dentro de los consultorios. Aunque advierte de que el calendario atraviesa las subjetividades, asegura que las transformaciones pueden suceder en cualquier día y que las formas en que esto acontece son particulares para cada sujeto.

Por Luz Saint-Phat – [email protected]

Renovar metas y trazar nuevos objetivos es, para muchas personas, parte del ritual de cada fin de año. No obstante, en lo profundo de la intimidad de cada sujeto las transformaciones no siempre suceden de acuerdo con los tiempos colectivos sino más bien acontecen de una manera particular.

Claudia Lijtinstens es psicoanalista miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

En diálogo con Comercio y Justicia, la especialista indicó que la finalización de un año es una oportunidad para orientarse al futuro, aunque también señaló que “siempre es una buena ocasión de anclar el deseo cuando la palabra circula, cuando el sujeto está interrogado”.

-¿El fin de año es un tema que surge como temática de las personas en el ámbito del consultorio?
-En general sí, porque aunque el tiempo siempre es una cuestión personal y tiene una dimensión un poco “inapresable”, el calendario atraviesa las subjetividades y produce en la mayoría de los analizantes una interrogación puntual. Aparece un momento de evaluación y de corte, de ruptura, que muchas veces permite localizar un poco o elaborar algunas conclusiones que hasta ese momento el sujeto no había podido elaborar. El tiempo, el fin de año, produce una ruptura con la rutina. Entonces, a esta fecha hay que ubicarla más bien entre una ruptura y una continuidad y poder trazar, hacer un lazo entre esas dos cosas. Eso permite al sujeto delinear alguna perspectiva, algún horizonte de expectativa para diagramar el futuro.

-¿Cuáles son los aspectos que las personas expresan están vinculados con el fin de año?
-Sobre todo en estos momentos están las urgencias de aquello que no pudo producirse con un buen arreglo, ya sean los lazos amorosos, sean esos síntomas crónicos o esos síntomas repetitivos que no han podido tampoco discontinuarse. Hay una urgencia respecto de aquello que continúa repitiéndose y los sujetos no pueden encontrar una solución para ese malestar. Entonces, muchas veces son momentos -tanto en lo familiar como en lo individual- de reconfiguraciones, de replanteos que no siempre conducen a muchas variaciones. Pero, tal vez, lo que es interesante es que es una buena ocasión, una buena oportunidad para poder precisar o apresar algo de ese disfuncionamiento. El sujeto está en esta época más permeable, más sensible. Son momentos en los cuales los síntomas están mucho más marcados, cuando los lazos que han estado distantes se aproximan, cuando a lo mejor es interesante poder capitalizar estas cuestiones como para producir algunas elaboraciones alrededor de aquello que hasta el momento había aparecido como una interrogación o como un malestar.

-¿El fin de año puede de por sí producir un cambio importante entre un día y otro?
-La dimensión del tiempo es tan inasible que es muy artificial e ilusorio pensarlo así. Pero de todas maneras hay como un inconsciente colectivo en el cual parece que hay una finalización y un comienzo que permitirían que todo podrá empezarse de nuevo, que posibilitarían modificar los malestares y los síntomas. Pero, sin duda, desde lo más profundo del inconsciente no es así: hay una continuidad y una rutina y una repetición que no tiene vínculo con un tiempo real o con el almanaque, sino que está relacionado con la posibilidad del sujeto de verdaderamente producir un corte con un modo de satisfacción.

-¿Es posible, en ese sentido, tomar un final de año como una posibilidad para realizar ese corte?
-Yo diría que es una buena ocasión para estar atento, para construir nuevas ficciones, localizar aquello que a lo mejor hasta ahora no se había vislumbrado, no se había podido decir. Tal vez es una buena oportunidad para poder captar algo de ese sufrimiento. Pero eso también puede pasar en cualquier momento del año. Aunque es cierto que es una etapa de finalización y en cada sujeto eso tiene un modo muy diferente. Por ejemplo, para los niños una finalización no tiene la dimensión que tiene para un adulto que necesita proyectarse y encontrar ciertos anclajes del deseo. Otro caso es el de los adolescentes, para quienes el tiempo siempre es eterno. Entonces, cada sujeto vive el tiempo de maneras muy diferentes. Aunque sí diría que aquellos que escuchan a los sujetos también tienen la ocasión de poder interpretar, captar algo de ese sufrimiento que todavía no se había enunciado.

-¿El fin de año es también una ocasión, quizás, para renovar los votos con el deseo, con lo que se quiere?
-En un punto sí. Sin duda fin de año es una buena ocasión para que el sujeto se oriente al futuro respecto de su deseo, a un saber hacer o a disponerse al encuentro con el otro, al lazo. Pero siempre es propicio para anclar el deseo cuando la palabra circula, cuando el sujeto está interrogado y esas interrogaciones no siempre aparecen en los momentos colectivos de cambio sino que suceden en la vida. A veces los acontecimientos son imprevistos, a veces son traumáticos, y eso hace que se produzca un viraje. Yo diría que es un día más que acontece, pero al que hay que estar atento. El psicoanalista Jaques Lacan indicaba que “el león salta una sola vez” y ésa es una buena ocasión para agarrarlo. Se trata de eso. De poder también disponer del espacio del análisis para que el sujeto pueda elaborar algunos resortes que le permitan vislumbrar un futuro con algunos lineamientos que antes no se había planteado. Pero esto no es una cuestión de tiempo formal sino del tiempo subjetivo. El inconsciente no conoce la dimensión del tiempo y es repetitivo, y las transformaciones pueden suceder en cualquier momento del año.