Por Luz Saint Phat / [email protected]
Estudios internacionales observan que los efectos de los desastres naturales provocados por la misma actividad económica humana pueden profundizar la vulnerabilidad de la población infantil de todo el mundo
En un momento clave para la humanidad en relación a su actividad productiva y los efectos que esto tiene en el entorno natural, cada vez se conocen más precisiones sobre cómo el cambio climático, ahora devenido en “ebullición global”, afecta a la población.
En esta línea, estudios internacionales cuyos resultados fueron recientemente publicados por la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), indicaron cuál es el impacto de esta coyuntura preocupante en la población infantil.
“El cambio climático plantea una amenaza particular para los niños y jóvenes, que comienza antes del nacimiento y potencialmente descarrila el desarrollo normal de los sistemas fisiológicos, las capacidades cognitivas y emocionales de maneras que a veces son irreversibles”, indicó un comunicado de la entidad, en el cual se detallan los principales (y preocupantes) hallazgos.
Además, se aseguró que esto se articula e incluso agrava otros factores que amenazan la salud mental de las infancias y las juventudes, que ya se encuentran en estado de precariedad.
Esto es porque la situación ambiental convive con otras problemáticas relacionadas con el desarrollo infantil, la salud de padres, madres o cuidadores, las altas tasas de depresión y suicidio, la ansiedad, el racismo, la pobreza, la inseguridad en materia ambiental, la desnutrición y la falta de acceso a la atención médica necesaria de muchas personas en todo el planeta.
“Si nuestra responsabilidad de garantizar un clima seguro y un futuro próspero para nuestros niños y las generaciones futuras no estaba lo suficientemente clara, este informe la pone de relieve. Mi esperanza es que cualquiera que cuide a niños, especialmente los formuladores de políticas, se una a mí para seguir sus directrices”, dijo Meighen Speiser, coautora del informe que se encuentra disponible online.
Específicamente en lo relacionado a la etapa fetal o de gestación, el informe indica que los fenómenos meteorológicos extremos pueden interrumpir el desarrollo normal del embarazo, provocando mayor riesgo de que durante la infancia se padezca de ansiedad o trastorno depresivo. También pueden presentarse trastornos de atención e hiperactividad, déficits educativos y niveles más bajos de autocontrol.
“La lista de posibles problemas de salud mental relacionados con el cambio climático se amplía a medida que los niños crecen”, indicó la nota de prensa de APA y alertó sobre que esto es aún más profundo para quienes se encuentran en situación de pobreza o quienes padecen racismo u otro tipo de discriminaciones debido a su etnia o su género.
En un apartado del documento, los especialistas dan cuenta de lo acontecido durante el huracán Sandy, una tormenta mortífera que sucedió en 2012 y afectó a Canadá, Cuba, Jamaica, Haití y Puerto Rico.
Estudios aseguran que las personas que aún estaban en el útero presentaron durante su vida más probabilidades de desarrollar ansiedad, depresión, déficit de atención. Incluso se detectaron problemas significativos en el temperamento de los niños que nacieron posterior a la catástrofe, quienes obtuvieron puntuaciones bajas en pruebas sobre el nivel de actividad y extraversión.
“El cambio climático también está asociado con altas temperaturas y disminución de la calidad del aire, que tienen un impacto prenatal. Ambos fenómenos se relacionan con un mayor riesgo de parto prematuro nacimiento, que a su vez está relacionado con una peor capacidad cognitiva desarrollo y riesgo de trastornos psiquiátricos”, explicó el reporte en otro de sus párrafos.
Recomendaciones
Según el reporte, es posible enfocarse en algunos caminos para otorgar soluciones de mediano y largo plazo para mitigar los efectos del cambio climático, siempre que puedan orientarse por marcos normativos que respalden estas estrategias.
Esto incluye, detalló la entidad, “soluciones a nivel de sistemas para abordar el cambio climático desde su raíz; soluciones comunitarias para aumentar la resiliencia, satisfacer las necesidades básicas de los niños y aumentar el acceso a la atención de salud mental; apoyo escolar y oportunidades prácticas para actuar; exámenes realizados por profesionales de la salud para identificar el clima; y apoyo a los padres, para enseñar a sus hijos sobre el cambio climático, gestionar sus miedos, encontrar esperanza, tomar medidas apropiadas para su edad y fomentar su capacidad de resiliencia”.
“Desde la publicación del informe de 2021, las preocupaciones sobre los impactos del cambio climático en la salud mental han aumentado entre los científicos, los profesionales de la salud, los formuladores de políticas y el público, y los efectos en los niños y jóvenes son más pronunciados”, dijo el director ejecutivo de la APA, Arthur Evans Junior en el parte de prensa.
“La psicología, como ciencia del comportamiento, será fundamental para realizar los cambios que son imprescindibles para frenar (esta situación) y, esperamos, detener su avance”, aseguró el referente de la entidad.