Especialistas internacionales advierten de la ilusión inalcanzable que puede generar lo que actualmente se denomina la “industria de la felicidad”. Señalan que la experiencia humana es compleja y debe estar orientada a un bienestar integral
Por Luz Saint Phat – [email protected]
¿Estar cada minuto, cada hora o cada día feliz y sonriente es posible? ¿La felicidad es lo mismo que el bienestar? Seguramente estos interrogantes surgen a diario, sobre todo cuando la vida nos enfrenta a situaciones difíciles -o incluso novedosas- que imponen nuevos desafíos.
Ante escenarios inexplorados por los individuos, los síntomas de estrés y ansiedad pueden aparecer de repente, aunque no necesariamente deben leerse como una mala noticia, según especificó un comunicado de prensa reciente de la Asociación Americana de Psicología (APA).
En este sentido, es importante comprender lo compleja que puede ser la experiencia humana frente a las vivencias que cada quien debe enfrentar cotidianamente, y esto puede distar mucho de las ilusiones que impone la denominada “industria de la felicidad”, entendida como el conjunto de “recetas” que hoy proliferan en los medios de comunicación y refieren a cómo “estar bien” todo el tiempo.
“Las personas generalmente piensan que el estrés y la ansiedad son conceptos negativos pero, si bien pueden alcanzar niveles poco saludables, los psicólogos saben desde hace tiempo que ambos son inevitables y que a menudo desempeñan un papel útil, no dañino, en nuestra vida diaria”, indica el comienzo del texto de la entidad que agrupa a los especialistas de salud mental en Estados Unidos.
El parte de prensa refiere a los hallazgos de la psicóloga Lisa Damour, quien se desempeña en el ámbito privado y además escribe regularmente una columna sobre estos temas en el prestigioso The New York Times.
En este sentido, según explicó la profesional, “el estrés generalmente ocurre -por ejemplo- cuando las personas operan al límite de sus capacidades, cuando se esfuerzan o las circunstancias las obligan a extenderse más allá de sus límites familiares”, pero “puede se resultado de eventos tanto buenos como malos”. En este sentido, aclara el texto consultado, “ser despedido es estresante pero también lo es traer un bebé al hogar por primera vez”.
Así, dijo Damour que “es importante que los psicólogos compartan nuestro conocimiento sobre el estrés (…). Que el estrés es un hecho en la vida diaria, que trabajar al límite de nuestras habilidades a menudo desarrolla esas capacidades y que niveles moderados de estrés pueden tener una función inoculante, lo que conduce a una resistencia superior cuando nos enfrentamos a nuevas dificultades”.
En tanto, la psicóloga estadounidense también aclaró que “la ansiedad es un sistema de alarma interno, probablemente transmitido por la evolución, que nos alerta sobre amenazas externas -como un conductor que se desvía en un carril cercano- e internas -como cuando hemos postergado demasiado tiempo y es hora de comenzar nuestro trabajo-”.
En esta línea, enfatizó el comunicado de la APA: “Ver la ansiedad como a veces útil y protectora permite a las personas” utilizarla a su favor.
Por supuesto que estas observaciones no están relacionadas con dejar pasar o normalizar situaciones crónicas que pueden ser dañinas para la salud en general. “El estrés causa daño cuando excede cualquier nivel que una persona pueda absorber o usar razonablemente para desarrollar la fuerza psicológica”, dijo la especialista en salud mental, y agregó que “del mismo modo, la ansiedad se vuelve poco saludable cuando su alarma no tiene sentido. A veces, las personas se sienten rutinariamente ansiosas sin ningún motivo. En otras ocasiones, la alarma es totalmente desproporcionada con respecto a la amenaza, como cuando un estudiante sufre un ataque de pánico por una prueba menor”.
Se entiende, en este punto, que es necesario buscar un equilibrio que posibilite a los individuos manejar los distintos estados de ánimo de una manera en la que el bienestar sea un orientador de la rutina diaria.
Por eso, Damour también explicó que es necesario que los psicólogos asuman un rol activo para poder informar correctamente a la población sobre los niveles saludables de ansiedad y estrés, pero a la vez desmitificar los mensajes relacionados con la “plena felicidad” como una meta alcanzable y permanente.
“Los psicólogos son buenos para adoptar un enfoque más medido al pensar en la experiencia humana. Queremos apoyar el bienestar”, dijo Damour, aunque advirtió de que la idea de “ser feliz casi todo el tiempo” es peligrosa porque resulta imposible.
DEFINICIONES
La salud mental según la OMSSegún detalla el sitio web de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental debe entenderse como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades”. En esta definición, cobra un lugar relevante que la persona logre realizar sus capacidades y pueda afrontar el “estrés normal de la vida”, además de trabajar de manera productiva y contribuir con su comunidad.
“La salud mental y el bienestar son fundamentales para nuestra capacidad colectiva e individual de pensar, manifestar sentimientos, interactuar con los demás, ganar el sustento y disfrutar de la vida. Sobre esta base se puede considerar que la promoción, la protección y el restablecimiento de la salud mental son preocupaciones vitales de las personas, las comunidades y las sociedades de todo el mundo”, advierte la OMS.
Es por este sentido que los Estados deben tender a promover “acciones que creen entornos y condiciones de vida que propicien la salud mental y permitan a las personas adoptar y mantener modos de vida saludables”.
Así, “un ambiente de respeto y protección de los derechos civiles, políticos, socioeconómicos y culturales básicos es fundamental. Sin la seguridad y la libertad que proporcionan estos derechos resulta muy difícil mantener un buen nivel de salud mental”.