Por Lucas Croce *
Después de ya demasiados días de volatilidad en los mercados y de turbulencia cambiaria, comienza una nueva semana, que promete ser no menos intensa que las anteriores.
El evento financiero que más atención recibirá será la licitación de Letras del Banco Central, las archiconocidas y operadas Lebac, mañana martes 15, día en que vence aproximadamente 60% del stock total, por un monto de unos 580 mil millones de pesos.
Este vencimiento llega en un momento crítico, en el cual un conjunto de factores, internos y externos, se ha sumado para configurar una fuerte crisis de confianza, cuyas consecuencias podremos evaluar en su real magnitud en los próximos meses.
Como es sabido, el gradualismo, la estrategia económica elegida por el Gobierno para evitar un ajuste de tipo shock (complicado de encarar sin mayorías parlamentarias y rechazado por el grueso de la población), requiere de un importante y sostenido financiamiento de los grandes déficits, fiscal y de cuenta corriente, mientras se intenta que la economía, y los ingresos que ésta genera, crezcan a tasas más elevadas que el gasto.
Desde su asunción a fines de 2015 y hasta hace pocas semanas, la nueva gestión no tuvo problemas en lograr ese financiamiento en los mercados.
La confianza generada, el fin del default, la salida ordenada del cepo, la liberación del mercado cambiario, las expectativas de los inversores por un país abierto al mundo, el rápido intento de atacar los desbalances macroeconómicos y las tasas de interés ultrabajas en Estados Unidos y el resto del mundo desarrollado, hicieron su aporte para que las cosas transcurrieran sin mayores sobresaltos.
Fue muy bueno, mientras duró. Como era probable que ocurriera, las condiciones descriptas dieron un fuerte giro. La tasa de interés que pagan los bonos norteamericanos a 10 años pasó de 1,4% a 3% en menos de un año, lo que causó que los capitales, que fluían hacia mercados como el argentino buscando rendimientos, optaran por un retorno algo menor, pero mucho menos volátil, que los ofrecidos por los países emergentes.
No fue la única causa de la corrida contra el peso: un demagógico impuesto a la renta financiera, la pérdida de credibilidad del BCRA que, cediendo a presiones políticas internas, relajó las metas de inflación, la irresponsabilidad de cierta oposición y el fin de la paciencia de algunos sectores sociales ante la lentitud de los resultados económicos esperados, hicieron el resto. Al punto que, para calmar los ánimos, se iniciaron tratativas con el FMI destinadas a acceder a un programa de financiamiento stand by.
En este contexto de alta incertidumbre, los inversores deben mantener la calma, actuar con cautela, no convalidar cualquier precio -ni de compra ni de venta-, y decidir, de acuerdo con su perfil y objetivos, si priorizan el aprovechamiento de oportunidades (que las hay), asumiendo los riesgos asociados o si, en cambio, prefieren sacrificar retornos en nombre de la seguridad de sus carteras de inversión.
* Asesor financiero certificado en DLC Asesores Financieros