Luis Roberto Madueño, militante del PRT, dio su versión de los hechos
Un hombre declaró este martes ante el Tribunal Oral Federal (TOF) de Tucumán sobre el secuestro y las torturas que sufrió durante su detención ilegal que duró cinco años, en el juicio de lesa humanidad denominado “Jefatura III”, que abarca a crímenes perpetrados en perjuicio de 237 víctimas durante el Operativo Independencia y la dictadura militar instaurada el 24 de marzo de 1976.
Luis Roberto Madueño tenía 20 años, militaba en Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) cuando fue secuestrado el 19 de mayo de 1975, por un grupo de tareas de la policía de Tucumán, a la salida de la escuela donde se encontraba cursando sus estudios, en el ex Ingenio San Pablo.
El testigo contó hoy ante el tribunal, integrado por Noel Costa, Jorge Basbus y Juan Carlos Reynaga, que fue trasladado a diferentes Centros Clandestinos de Detención (CCD) y cárceles desde el momento de su secuestro hasta su liberación en 1990.
“Primero me llevaron a la comisaría de San Pablo. La policía me entrega al Ejército que me lleva a la base del Ingenio Lules. La base funcionaba en la casa del dueño de la fábrica, era una casona grande, de mosaicos color claro, hoy ya no existe. Parece que la detonaron”, recordó Madueño.
Dijo que “en el sótano de la casa me torturan, me suben a una camioneta, me hacen dar vueltas durante horas, en un momento me bajan y me hacen un simulacro de fusilamiento. Yo solo podía pensar en mi vieja”.
Madueño señaló que después es trasladado a Famaillá, primero a la comisaría de esa ciudad donde fue torturado nuevamente: “Me pegan, me desmayan a golpes. Pude saber que estaba ahí por el piso podía ver por debajo de la venda y lo reconocí” y contó que luego fue llevado al CCD conocido como La Escuelita de Famaillá.
En La Escuelita “había decenas de personas secuestradas, hombres y mujeres. Ahí no nos llamaban por nuestros nombres, teníamos un número, no recuerdo cual era el mío, no quiero acordarme. Siempre estuve con las manos atadas y los ojos vendados”, manifestó y aclaró que supo que estaba en ese lugar porque pasaban vehículos con altavoces invitando a un baile que se iba a realizar en Famaillá.
“Durante las torturas en La Escuelita me preguntaba quiénes eran de mi célula y por mi nombre de guerra. No sabía de qué me hablaban. Hasta me hicieron firmar declaraciones que ellos escribieron apuntándome a la cabeza con una pistola. También me preguntaron por Luis Pieranolli e Ignacio Herrara, a ambos los conocía del pueblo”, agregó.
Tras un mes de estar secuestrado en La Escuelita, Madueño fue llevado a la Jefatura de Policía en la capital tucumana.
“Estábamos varios que fuimos desde Famaillá, nos alojaron en la oficina de leyes. Siempre nos ponían mirando a la pared y con los ojos vendados”, contó.
“Cuando pedíamos ir al baño nos permitían levantarnos un poco la venda para poder ver el camino”, contó el testigo, quien en una oportunidad pudo ver a Hugo Alberto Medina, víctima de este juicio.
“Pasamos por un galpón donde había gente tirada en el piso, ahí estaba Medina”, dijo.
Adentro de la Jefatura fueron trasladados de la oficina a las celdas más grandes conocidas como ‘piojeras’, donde “estábamos presos políticos y comunes juntos. Los presos comunes nos trataban bien, nos convidaban mate y pan que les traían sus visitas”, destacó el testigo.
A lo largo del tiempo en el que estuvo secuestrado en La Escuelita y la Jefatura de Policía, Madueño compartió cautiverio con Luna, Fote, Maidana, Don Núñez y su hijo Fermín Núñez.
En septiembre de 1975 fue llevado a la cárcel de Villa Urquiza donde fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN), luego es trasladado al penal de Chaco, donde permaneció hasta el ’79 y por último al de La Plata, donde en 1990 fue finalmente liberado, relató Madueño en su declaración ante el tribunal.
En esta megacausa se juzga la responsabilidad de 27 acusados, entre los que se encuentran expolicías y exmilitares, de delitos de lesa humanidad cometidos entre 1975 y 1983 en el centro clandestino de detención que funcionaba en la Jefatura de Policía de Tucumán y en instalaciones del Ingenio Nueva Baviera.