domingo 29, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Una nueva profesión

Por Estela Beatriz Hawkes * - Exclusivo para Comercio y Justicia
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En nuestra Córdoba, “la de las campanas” -como la poesía de Arturo Capdevila-, pionera en los estudios, en las artes, en medicina, en ingeniería; integradora, multicultural, multirreligiosa, multirracial, también somos pioneros en esta nueva profesión “posgrado” que elegimos: ser mediadores.

Córdoba es la única provincia en donde se estableció la interdisciplina en la ley, dándonos a los profesionales de áreas distintas al derecho la posibilidad de ser mediadores. También se determinan horas de capacitación para renovar anualmente nuestra matrícula, lo que no es requerido en otras profesiones universitarias como condición para ejercerlas.

Y reflexionando sobre los temas que vamos tratando en los cursos y talleres de capacitación, veo que:

– Hemos ido cambiando los conceptos, las actitudes y los modelos para trabajar, como ya comenté en un artículo anterior, adaptando lo aprendido y formando nuestro propio modelo -tal como lo planteaba Juan Carlos Vezulla- o adecuando nuestro modelo a las necesidades planteadas en los casos que llegan a mediación ya que, citando a Alvin Toffler, “…La persona formada no lo será a base de conocimientos inamovibles que posea en su mente, sino en función de sus capacidades para conocer lo que precise en cada momento» (La tercera ola).

– Hemos aprendido a trabajar conjuntamente con un colega, ya que de acuerdo con las disposiciones del TSJ para el Centro Judicial de Mediación, la “comediación” es obligatoria, lo que no significa que un mediador tenga más protagonismo que el otro sino que trabajamos en igualdad de condiciones -y esto es distinto a compartir un estudio de abogados, de contadores, de arquitectos-. Nosotros los mediadores nos sentamos juntos frente a las mismas personas y las escuchamos, guiamos y acompañamos en el proceso, y lo hacemos aun cuando el resultado no sea un acuerdo, convencidos de que nuestra intervención sirvió de ayuda, logró hacerles ver que si bien sus intereses suelen ser opuestos, sus necesidades suelen ser similares aunque no estén preparados para lograr una solución que provenga de ellos y esperen que un tercero lo decida, en el caso de las actuaciones en sede judicial.

– Además, hemos logrado ser bastante “conocidos”, un poco “reconocidos”, y seguimos siendo también bastante “cuestionados”, lo que nos dificulta el camino a recorrer aun para establecernos como profesionales independientes y como tales vivir del producido de nuestra profesión.

Y todo esto me hace pensar en el largo camino que recorrieron nuestros antepasados en la búsqueda de la tierra prometida, de la paz, del trabajo digno; cuánto debieron sufrir y dejar atrás los inmigrantes, cuánto lograron en esta nueva tierra, en las enseñanzas que nos dejaron, en su empeño por un mañana mejor…

Pensando en mi abuelo, en su lucha para instalarse como contador público en la ciudad de Tucumán en 1904, con su título obtenido en Buenos Aires (la UNT se creó en 1914 y en 1916 comenzó a dictarse en la Escuela de Comercio de Tucumán un curso para contadores públicos). También será largo nuestro camino… Los “campos” en los que podemos actuar son infinitos y disímiles; algunos tenemos más habilidades o perfil para desenvolvernos en

Mediación familiar, otros para actuar en causas patrimoniales en las que se “negocia” más, otros en causas penales, en las cuales las problemáticas de la sociedad actual están a “flor de piel”, pero todos estamos convencidos de que nuestro aporte a la sociedad está en la búsqueda de soluciones alternativas a los múltiples conflictos que se presentan a diario, y creo que a ningún colega le resultan indiferentes las estadísticas sobre violencia en la sociedad, en las familias, en las escuelas…

Se incorporan nuevos mediadores al sistema, más jóvenes de lo que éramos nosotros cuando empezamos; son el futuro de la profesión; su fuerza y empuje harán que se avance más rápido en el reconocimiento de nuestro obrar, y aprenderemos cosas nuevas también de ellos, así como aprendimos de los “mediadores pioneros” que nos formaron -a quienes estaré siempre agradecida-, con un recuerdo muy especial para aquellos que ya no están, como Zulma Rivero y Gustavo Serra, entre otros.

Y seguiremos capacitándonos, encontrando nuevos temas de estudio, de trabajo, de puesta en común para rever nuestras actuaciones y cambiar si no fueron satisfactorias; o compartir experiencias, nuevas soluciones posibles cuando logramos que las partes, protagonistas absolutas del proceso, se pusieran de acuerdo. Y seguiremos debatiendo sobre los principios básicos de la mediación: voluntariedad, confidencialidad, imparcialidad; y luchando por ser más conocidos y reconocidos como mediadores, sin importar nuestra profesión de base.

* Contadora, mediadora

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