En Estados Unidos, el sacerdote Jeffrey Burrill demandó a la aplicación de citas queer Grindr.
Alegó que cuando la activó, en 2017, no se le aclaró que personas fuera de la plataforma podrían acceder a sus datos.
Según el accionante, de haber sabido que su perfil podía ser visualizado por hombres ajenos a Grindr no la habría descargado.
La posición de Burrill como administrador principal de la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU (USCCB) requería que acatara su voto de celibato. A ello se suma que la enseñanza católica se opone a la actividad sexual fuera del matrimonio heterosexual.
En 2021, un sitio de medios católicos informó que el religioso usó la aplicación y debió renunciar a su posición, según indicó en su reclamo ante la Corte Suprema de California.
Burrill alegó que Grindr no protegió su información ni lo anotició de que los vendedores podrían acceder a ella, lo que le llevó a perder su trabajo y sufrir “daños significativos” a su reputación.
En un comunicado, un portavoz de Grindr afirmó que la firma tiene la intención de responder “vigorosamente” a las acusaciones y estimó que “se basan en caracterizaciones erróneas de prácticas relacionadas con los datos de los usuarios”.
Uno de los abogados que representa a Burrill, le escribió a Grindr el mes pasado diciendo que su cliente fue “públicamente revelado como gay” como resultado de la divulgación de sus datos. En tanto, en declaraciones a la prensa, dijo que el hecho de que esa decisión se saque de las manos del usuario y se haga pública es “reprensible”.
Renuncia
La renuncia de Burrill fue noticia nacional en Estados Unidos en julio de 2021. Generó polémica entre los católicos y visibilizó los problemas relacionados con la privacidad de los datos.
La dimisión del sacerdote se produjo luego de que The Pillar, una publicación en línea que cubre noticias de la Iglesia Católica y que no fue demanda, informó que recopiló información de Grindr sobre Burrill que mostraba que visitaba bares gay y que contrató a una empresa independiente para autenticarla
Ante la revelación, la USCCB le pidió a Burrill que diera un paso al costado por “comportamiento inapropiado”.
En su demanda, Burrill planteó que The Pillar recibió información de la Catholic Laity and Clergy for Renewal (CLCR), una organización sin fines de lucro con sede en Denver que, según sus registros fiscales, tiene como objetivo “capacitar a la iglesia para llevar a cabo su misión” proporcionando a los obispos “recursos basados en evidencia” con los que identificar debilidades en la formación de sacerdotes.
Jayd Henricks, presidente de CLCR, afirmó que la organización recuperó datos de Grindr para asistir a los obispos católicos en su tarea de “ayudar a sus sacerdotes y seminaristas a vivir sus votos sacerdotales” y negó haber compartido información con The Pillar.
El accionante sostiene que Grindr vendió sus datos entre 2017 y 2021 a empresas y vendedores de datos, pero el titular de la CLCR aduce que estaban disponibles públicamente” de una “manera ordinaria”.
Según los letrados del cura, su asistido quiere respuestas para proteger a otros usuarios.
En junio de 2022, el obispo de Burrill, William Callahan, lo nombró administrador parroquial en La Crosse, Wisconsin, pero Burrill dice que aún está “tratando de recuperar su vida” después de sufrir “vergüenza y humillación”.
Hace un mes le pidió a Grindr una compensación de cinco millones de dólares, pero no llegó a un acuerdo con la app y la demandó. Pidió que le pague daños y que se dicte una orden para impedir que divulgue datos de usuarios sin previo aviso.
Burrill no es la primera persona que demanda a Grindr. En abril pasado, un hombre accionó en contra de la firma y la acusó de compartir los estatus de VIH de los usuarios.