Un grupo de médicos del Hospital Materno Neonatal de esta ciudad comenzará a ser juzgados a partir del martes próximo por un hecho de mala praxis en el que murió una mujer y su bebé recién nacido, en noviembre de 2001.
El caso será ventilado en el Juzgado Correccional de 2ª Nominación, a cargo de Armando Angeli, y tendrá como protagonistas a siete profesionales acusados del delito de homicidio culposo. Se trata de los médicos Patricia Reschia, Viviana Beatriz Herrera, Elena María Soro, María Alejandra Oviedo, Waldo Germán Caro, María Inés Carrizo y Claudio Ernesto Gómez.
Si bien la instrucción de la causa quedó concluída en octubre de 2005 por el fiscal Maximiliano Hairabedián, el inicio del debate se postergó tras las reiteradas oposiciones planteadas por los imputados. Luego de la investigación el expediente fue derivado al juez de Control Carlos Romero, quien coincidió con el fiscal y ordenó la elevación a juicio. La resolución fue apelada y quedó posteriormente en manos de la Cámara de Acusación.
Según consta en el expediente, el hecho ocurrió el 23 de noviembre de 2001, cuando María Patricia Chipana Palza, que tenía 30 años de edad y presentaba un embarazo de 38 semanas, concurrió con su pareja a la Clínica Vélez Sársfield. La mujer iba a entrevistar a su médico obstetra, Horacio Monjo, para consultarlo, porque esa mañana había roto bolsa de líquido amniótico. El profesional, que días antes le había fijado fecha de parto para el 26 de ese mes, ordenó la internación de la paciente y preparación para una cesárea por problemas de pelvis estrecha. Sin embargo, como la administración del establecimiento no acordó el precio de la intervención con la pareja de la mujer, el médico Monjo dispuso que fuera derivada al Hospital Materno Neonatal. Una vez allí, después de esperar un largo rato, fue atendida por la médica Patricia Liliana Reschia, a quien familiares de la paciente le dieron la orden de derivación firmada por Monjo y los estudios hechos en la Clínica Vélez Sársfield.
La acusación indica que a pesar del antecedente de rotura de bolsa y de pelvis estrecha, la profesional que la atendió en primer lugar, como los médicos que lo hicieron en las horas siguientes, incurrieron en negligencia, desatención y descuido, por omisión de las medidas de precaución que la situación aconsejaba.
De esa forma, en lugar de que la mujer fuera preparada para una cesárea, fue derivada a una sala para trabajo de parto normal sin suministrarle los antibióticos preventivos de infecciones, habituales en esos casos. A la mañana siguiente, Chipana Palza fue sometida a una cesárea, pero el bebé había muerto por “sufrimiento fetal agudo debido a infección connatal”. La mujer, en tanto padeció luego varios días internada en el Neonatal, donde finalmente murió el 4 de diciembre de ese año, por una infección generalizada.