Si el “Madoff argentino” quiere domiciliaria, deberá pagar 450 millones de pesos

Enrique Blaksley sigue preso en la cárcel de Ezeiza porque no pagó la caución. Desde allí se conecta por videoconferencia al juicio oral que se le sigue junto a otros acusados por defraudación a inversores y lavado de activo s

La Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal dejó firme la decisión de imponerle una fianza de 450 millones de pesos al empresario Enrique Blaksley como condición para otorgarle arresto domiciliario. [privado]

Lo hizo al rechazar por inadmisible un recurso de la defensa del encartado.

Así, el ex titular de la firma Hope Funds SA, conocido como el "Madoff argentino", deberá depositar esa caución real si desea acceder a la prisión domiciliaria con tobillera electrónica que le concedió en marzo el Tribunal Oral Federal 4, que lo juzga por multimillonarias estafas.

Blaksley sigue preso en la cárcel de Ezeiza, desde donde se conecta por videoconferencia al juicio oral que se le sigue, junto a otros acusados, por defraudación a inversores y lavado de activos.

En su fallo, la Casación alegó que los integrantes del tribunal oral brindaron motivos suficientes, respaldados por “un prudente examen de los riesgos procesales”, para no proceder a la soltura del empresario.

Multa

A mediados de abril, el encartado fue sancionado por la Unidad de Información Financiera (UIF), que le impuso una multa de ocho millones de pesos por no cumplir con las regulaciones para prevenir delitos como el lavado de dinero, la corrupción y el financiamiento del terrorismo.

Blaksley y otros 16 imputados son enjuiciados desde febrero por el Tribunal Oral Federal 4.

Se los acusa de haber cometido la mayor estafa de la historia del país, por 184 millones de pesos, que tiene más de 300 ahorristas damnificados. Blaksley, detenido desde 2018, solicitó ser excarcelado tres veces el año pasado, sin éxito: se concluyó que había peligro de que desplegara maniobras para eludir embargos relativos a los bienes que posee en el exterior (Panamá, Marruecos, Indonesia y Estados Unidos).

En marzo accedió a la domiciliaria pero no pagó la caución. Sin éxito, su defensa argumentó que es de imposible cumplimiento.

Blaksley y el resto de los encausados fueron enviados a debate en julio de 2020 por la jueza federal María Servini, quien hizo lugar a la requisitoria formulada por la fiscal federal 12, María Alejandra Mangano, y la fiscal María Laura Roteta, de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac).

De acuerdo con la pesquisa, la asociación ilícita operó entre 2007 y 2016. Cada integrante hizo su aporte para concretar el desfalco. También colaboraron alrededor de 60 sociedades comerciales, muchas de ellas constituidas en Estados Unidos y Panamá.

La magistrada consideró al empresario, actualmente alojado en Ezeiza, coautor del delito de estafa reiterada en al menos 318 oportunidades, en concurso ideal con captación de ahorros del público no autorizada, agravada por haber sido cometido mediante oferta pública. A eso le sumó cuatro hechos de lavado de activos de origen delictivo en concurso ideal con asociación ilícita, agravado por su carácter de jefe, y dos hechos de insolvencia fraudulenta -es decir, hacer desaparecer bienes de su patrimonio o disminuir su valor para evitar el cumplimiento de obligaciones-.

El procesamiento también alcanzó al cuñado de Blaksley y gerente administrativo de Hope Funds SA, Federico Dolinkué; al encargado de formar las sociedades en el exterior, Alejandro Carozzino, y a la gerente Comercial de la firma, su cuñada Verónica Vega.

En la misma situación quedaron sus hermanos Francisco, María Rita y Juan Pablo, a quienes Servini les atribuyó los mismos delitos, excepto el haberse desprendido de sus bienes.

El listado de acusados se completa con Daniela Sarsa, Damián Gómez, Olga Masdeu, Felipe Badino, María D’Angelo, Rafael de la Torre Urizar, Alexis Dietl, Esteban Casco, Guillermo Müller y Pablo Willa.

Según dio por acreditado Servini, Blaksley, con la colaboración de Carozzino, Dolinkue y Vega, montó una estructura empresarial destinada tanto a la defraudación de privados como del Fisco. “La organización se implementó de tal manera que también permitió la reinserción y puesta en circulación en el mercado financiero, dando apariencia de licitud, al dinero mal habido”, sostuvo.

Para Servini, con las sumas confiadas Blaksley amplió aún más aquella estructura mediante la inversión en diferentes emprendimientos y la creación de nuevas personas jurídicas, muchas de las cuales, según escribió, “eran y son solo cáscaras” (sociedades con nombre y capital pero sin funcionamiento).

En un principio, el titular de Hope Funds SA cumplió con los compromisos que asumió en los contratos y de esa manera se ganó la confianza de sus clientes, quienes a su vez promocionaban su empresa y le acercaban nuevos interesados.

Así, se firmaban los mutuos en pesos y dólares, según el destino de la inversión, y se arreglaba un porcentaje de rédito. Los recursos se desviaron hacia negocios personales de los miembros del grupo, dentro y fuera del país.

Esquema Ponzi

Blaksley es llamado el “Madoff argentino” en alusión a Bernard “Bernie” Madoff, el financista estadounidense que falleció hace dos meses, en la cárcel, a los 82 años.

Madoff purgaba una condena a 150 años de prisión (el máximo permitido) por motorizar el mayor “esquema Ponzi” cometido en territorio estadounidense.

Fue condenado en 2009, tras declararse culpable de planificar y concretar maniobras que generaron pérdidas de hasta 50 mil millones de dólares.

Madoff armó su fenomenal estafa gracias a un “esquema Ponzi gigante”; esto es, un fraude piramidal en el que la rentabilidad prometida se pagaba con el dinero ingresado mediante la entrada de nuevos clientes.

Ofertaba bajo riesgo y altos rendimientos y durante décadas las inversiones de su prestigiosa compañía pagaban entre 12 y 13 por ciento.

La táctica financiera del empresario requería de constante ingreso de efectivo, lo que presionó a su empresa para atraer inversiones cada vez mayores a un ritmo cada vez más rápido para satisfacer a los clientes que pedían reembolsos.

La arquitectura de su plan colapsó en 2008, cuando la recesión generó que los reclamos de devoluciones se acumularan y los activos no bastaran. Madoff confesó su fraude. No tenía salida: sus clientes solicitaban siete mil millones de dólares y en las cuentas de su firma quedaban cerca de 300 millones.

El caso de Madoff es notorio porque pudo mantener su negocio durante décadas, mientras que el esquema original de Ponzi (que data de la década de 1920) se descubrió al cabo de pocos meses, al igual que muchos de los planes de sus imitadores.

Blaksley emuló a Madoff y usó el recurso de organizar eventos y exhibirse con famosos, como los tenistas Roger Federer y Venus y Serena Williams, y el polista Adolfo Cambiasso, a quien, incluso, Hope Funds SA patrocinó.

En 2013, en pleno auge de sus negocios, el Fisco descubrió graves inconsistencias en la justificación del origen del dinero que declaraba la firma y lo denunció. [/privado]