Miles de personas se acercaron ayer a la Casa Rosa para despedir los restos del “10”. Las puertas de la Casa de Gobierno se abrieron pasadas las 6 de la mañana para el ingreso de los fanáticos, quienes hicieron vigilia toda la noche en la Plaza de Mayo con el objetivo de ingresar por la entrada de la calle Balcarce.
Al ingresar, cada hincha le destinaba a Diego una ofrenda, un aplauso, un gesto o un grito desgarrador de agradecimiento. Camisetas de fútbol, banderas, flores, cartas manuscritas y otros objetos de valor sentimental para los hinchas fueron arrojados al pie del cajón.
Todo transcurría con normalidad hasta que el operativo de seguridad se desbordó cerca de las 14, cuando la Policía interrumpió la fila de personas que esperaban para ingresar a Casa de Rosada en 9 de Julio y Avenida de Mayo. La familia Maradona había exigido terminar la ceremonia a las 16.30, lo que tornaba imposible el acceso de las cientos de miles de personas que esperan en el centro porteño.
El presidente Alberto Fernández intervino y habló con las hijas del fallecido DT de Gimnasia y Esgrima La Plata para extender el velatorio hasta las 19. Sin embargo, la novedad no calmó a los fanáticos que se encontraban en Plaza de Mayo, quienes empezaron a aglomerarse en el ingreso al Salón de los Patriotas Latinoamericanos.
Desesperados, muchos de ellos empezaron a trepar rejas y tirar vallas.
Hubo incluso escenas de tensión dentro de la Rosada, hasta donde llegaron gases lacrimógenos que habían arrojado las fuerzas de seguridad en el exterior. Algunas personas intentaron acercarse al cajón hasta que intervinieron las hijas del ídolo, quienes con lágrimas en los ojos se abrazaron al féretro y les pidieron calma a los fanáticos.
En un principio, la familia reacomodó el féretro más lejos de las vallas para evitar nuevos inconvenientes. Finalmente, retiraron los restos mortales del campeón del mundo y se interrumpió la ceremonia.
Ante escribano, Diego pidió ser embalsamado
Un mes y medio antes de morir, casi como un presagio, Maradona firmó su deseo ante escribano público para que su cuerpo fuera embalsamado.
“Yo, Diego Maradona, en uso de mis facultades, quiero dejar expresada mi voluntad para el día de mi muerte, que es que me embalsamen y me exhiban”, reza el texto que rubricó el pasado 13 de octubre.
Antes de habilitarse el ingreso de los hinchas, familiares y allegados más cercanos compartieron en la Casa Rosada una ceremonia íntima de despedida.
Allí estuvieron su exesposa Claudia Villafañe, sus hijas Dalma y Gianinna, amigos y ex compañeros especialmente autorizados, entre ellos varios integrantes del plantel campeón del Mundo en México 1986. También se sumaron a esa despedida durante la madrugada Verónica Ojeda y su hijo -también del astro- Diego Fernando, y Jana, otra de las hijas de Diego.
Entre otras personalidades, asistieron el presidente de AFA, Claudio Tapia, Carlos Tévez y Ramón Ábila, futbolistas de Boca; Rolando Schiavi, ex jugador del “Xeneize”, y compañeros del seleccionado campeón mundial ’86 (Oscar Ruggeri, Carlos Tapia y Sergio Batista).
Rocío Oliva, última pareja del astro, no pudo ingresar por quedar excluida de la lista de personas autorizadas por Villafañe y sus hijas Dalma y Giannina.
El velatorio terminó a las 17.45. Rodeado de motos policiales salió el coche fúnebre que llevó el cuerpo de Maradona hacia el cementerio Jardín de Bella Vista. Una multitud lo despidió en el recorrido que duró más de una hora de viaje hasta el cementerio, donde el cuerpo de Maradona descansará junto al de sus padres. En el lugar un grupo reducido de familiares y allegados íntimos lo despidieron.