ESCUCHARA lo largo de la historia y en todas las sociedades el trabajo ocupa un plano central en la vida de los seres humanos. Adquiere diferentes representaciones según el momento histórico del cual se trate, de los cambios culturales, económicos y tecnológicos que se suceden desde aquella revolución industrial hasta la actualidad, cuando coexisten distintos paradigmas productivos.
Esos cambios en los modos de producir tienen sus repercusiones en las relaciones laborales y en el mercado de trabajo formal, e inciden en la relación de oferta y demanda de empleo.
Los perfiles laborales requeridos son cada vez más calificados y en menor cantidad, debiendo ser capaces de metabolizar las exigencias dinámicas para la obtención de empleo, o bien desarrollar competencias para desplegar un proyecto laboral propio.
Actualmente, aunque se desconocen cifras oficiales que reflejen la realidad objetiva, la pérdida del poder adquisitivo, la imposibilidad de satisfacer las necesidades de subsistencia repercute negativamente en la identidad laboral de las personas, tales como la capacidad de sentirse útil, la autovaloración, lo que debilita el rol social del adulto.
La lectura de la realidad
Introducirse, permanecer, crecer en un mercado laboral más estático que dinámico en tiempos de recesión es una tarea compleja, desafiante y depende no sólo de las experiencias, capacidades individuales y transformadoras sino de políticas de gestión que acompañen ese impulso.
¿Quiénes se adaptan mejor? ¿Aquellos que se han entrenado en medios hostiles de escasas oportunidades? ¿o -contrariamente- quienes han reunido fortalezas, oportunidades sociales y de mercado?
Los primeros han desarrollado capacidades idóneas para conducirse en la adversidad, lo cual puede tener una connotación positiva o negativa según los medios con los cuales se sostienen y los resultados, me refiero a la delincuencia. Los segundos, en su versión aceptada, generan otras interacciones sociales pudiendo mantenerse en el mismo lugar, neutralizar debilidades, generar alianzas societarias y desarrollarse, pero también pueden producir respuestas desviadas, al igual que los primeros, en pos de alcanzar los mismos resultados.
En la realidad objetiva, la búsqueda de un recurso escaso como lo es el empleo, que permite mantenerse escasamente en un mismo nivel, no resulta motivante y menos aún para quienes han sido socializados en medios hostiles y han crecido carentes de todo, tanto material como moralmente, pero sí han debido sortear adversidades a diario haciendo uso de su autonomía, de la capacidad para relacionarse y buscando alternativas a todos los conflictos con actitud emprendedora, impulsados por el anhelo de crecimiento y desarrollo.
Córdoba, productiva cuna de cultura de empresas que han logrado proyectarse, metabolizar cambios, mantenerse en el medio y en otros casos seguir expandiéndose, lo han logrado a fuerza de voluntad, liderazgo, visión estratégica, tolerancia a la incertidumbre -mucha en economías imprevisibles como la nuestra- capacidad operativa y de gestión de sus líderes. ¿Son estas capacidades propias y exclusivas del perfil empresarial?
Perfil psicológico del empresario legítimo y “narcoperfil”
Uno de los ejemplos más resonantes lo constituye el perfil criminológico del Chapo Guzmán, que concilia todas estas cualidades mencionadas supra, llevando su desafíos al máximo pero, claro está, con una actividad ilícita. Capacidad de análisis y de reacción racional, estable emocionalmente y de elevada tolerancia a la frustración. Apto para definir sus metas y alcanzarlas usando su capacidad de planificación, organización, proyección a futuro y actitud negociadora.
* Perito de control. Consultora en Psicología judicial y empresarial
