Por Evangelina Belén Mollar *
La medicina, una de las disciplinas más antiguas y profundamente humanas, se encuentra en un momento de transformación sin precedentes gracias a la irrupción de la inteligencia artificial (IA). Esta tecnología, que emula procesos cognitivos humanos como el aprendizaje, el razonamiento y la toma de decisiones, ha comenzado a integrar diagnósticos, tratamientos y gestión de la salud. Sin embargo, junto a sus promesas surgen complejos dilemas éticos que desafían nuestra concepción de la humanidad y la práctica médica tal como la conocemos.
En este artículo exploraremos el impacto de la IA en la medicina, los avances que promete, los riesgos que entraña y las preguntas éticas que debemos enfrentar en un futuro dominado por la tecnología.
Revolución
Desde los albores de la humanidad, el ejercicio de la medicina ha estado íntimamente ligado al arte de observar, interpretar y razonar. El médico tradicional adquiría conocimientos mediante la experiencia directa, la observación meticulosa y el aprendizaje de patrones en los síntomas de los pacientes. Hoy, este enfoque personal y subjetivo ha sido complementado, e incluso superado en algunos casos, por herramientas de inteligencia artificial capaces de procesar y analizar grandes volúmenes de datos médicos.
Estas herramientas, basadas en algoritmos avanzados de aprendizaje automático (machine learning) y procesamiento de lenguaje natural, permiten correlacionar datos médicos en tiempo real. Por ejemplo, un sistema de IA puede revisar millones de registros médicos para identificar patrones de enfermedades, prever brotes epidémicos o sugerir tratamientos personalizados basados en el perfil genético del paciente.
No obstante, esta revolución plantea una pregunta esencial: ¿qué lugar ocupan los seres humanos en un modelo de atención sanitaria cada vez más automatizado?
Transformación
Uno de los aspectos más controvertidos del avance tecnológico es la posibilidad de que la IA no solo modifique el ejercicio de la medicina, sino también la esencia misma del ser humano. En términos éticos, introducir cambios sustanciales en la biología o las capacidades humanas mediante tecnología plantea dudas sobre la identidad y el significado del ser humano.
La ciencia ficción ha explorado extensamente la idea de “seres humanos mejorados” mediante tecnología y la realidad ya comienza a acercarse a este escenario. Las modificaciones genéticas asistidas por IA, los implantes cerebrales para potenciar habilidades cognitivas y los dispositivos biomédicos avanzados, son avances que desafían nuestras nociones tradicionales de humanidad.
¿Qué sucede cuando dejamos de ser “humanos tal como nos conocemos” y nos convertimos en un híbrido biotecnológico? Esta pregunta exige un análisis ético profundo que considere no solo las implicaciones técnicas, sino también sociales, culturales y filosóficas.
Beneficios
La IA ofrece oportunidades significativas en la medicina moderna:
-Diagnósticos más precisos y rápidos: Los sistemas de IA pueden analizar imágenes médicas, como radiografías y tomografías, con una precisión superior a la de los expertos humanos. Por ejemplo, herramientas como la desarrollada por Google Health han demostrado ser más efectivas que los radiólogos en la detección de ciertos tipos de cáncer.
–Tratamientos personalizados: La IA puede analizar el perfil genético de un paciente para diseñar tratamientos adaptados a sus necesidades específicas, maximizando la eficacia y minimizando efectos secundarios.
–Optimización de recursos médicos: En hospitales, la IA ayuda a gestionar inventarios, programar cirugías y prever la demanda de servicios médicos, mejorando la eficiencia operativa.
-Monitoreo remoto de pacientes: Sensores inteligentes y dispositivos conectados permiten a la IA supervisar constantemente a pacientes con enfermedades crónicas, alertando al personal médico ante cualquier anomalía.
–Descubrimiento de nuevos medicamentos: Los algoritmos de IA aceleran el proceso de identificación de moléculas prometedoras, reduciendo significativamente el tiempo y los costos asociados al desarrollo de fármacos.
Dilemas
Pese a sus beneficios, el uso de IA en medicina plantea importantes dilemas éticos que requieren atención.
1. Privacidad y confidencialidad.
La privacidad de los datos médicos es una preocupación crucial. La IA depende de grandes cantidades de datos para aprender y mejorar, pero el manejo inadecuado de esta información podría comprometer la confidencialidad de los pacientes.
¿Cómo podemos garantizar que los datos médicos sean utilizados exclusivamente para fines éticos y protegidos contra accesos no autorizados? Las leyes de protección de datos, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) en Europa, son un paso en la dirección correcta, pero es necesario un enfoque global para abordar este desafío.
2. Transparencia y explicabilidad.
Uno de los mayores problemas con los sistemas de IA es su “caja negra”: la incapacidad de explicar claramente cómo llegan a sus decisiones. Esto plantea riesgos en medicina, donde los médicos y pacientes necesitan entender las bases de una recomendación para confiar en ella.
Los desarrolladores deben priorizar la creación de algoritmos que sean transparentes y explicables, permitiendo a los profesionales de la salud comprender y validar las decisiones generadas por la IA.
3. Justicia y equidad en el acceso.
El acceso desigual a las tecnologías de IA amenaza con profundizar las inequidades existentes en la atención médica. Las áreas rurales o económicamente desfavorecidas suelen carecer de los recursos necesarios para implementar estas herramientas, dejando a grandes segmentos de la población sin acceso a sus beneficios.
¿Cómo podemos garantizar que la IA sea inclusiva y accesible para todos, independientemente de su ubicación o condición socioeconómica? Este es un desafío crítico para los responsables de políticas y los desarrolladores de tecnología.
4. Responsabilidad y rendición de cuentas.
Cuando un sistema de IA comete un error, las consecuencias pueden ser graves, incluso fatales. Sin embargo, determinar quién es responsable en estos casos es complejo.
¿Es el programador quien diseñó el algoritmo, la institución que lo implementó o el médico que lo utilizó? La creación de marcos claros de rendición de cuentas es esencial para abordar esta cuestión.
5. Autonomía del paciente y profesionalismo médico.
La IA tiene el potencial de alterar profundamente la relación médico-paciente. Mientras que las tecnologías actuales deben complementar y no reemplazar el juicio humano, existe el riesgo de que los sistemas de IA disminuyan el papel de los médicos y la participación activa de los pacientes en su propia atención.
La autonomía del paciente debe ser una prioridad, asegurando que siempre tenga la última palabra sobre los tratamientos sugeridos por la IA.
Regulaciones y marco internacional
Organismos internacionales como la UNESCO y la OMS han comenzado a emitir recomendaciones sobre el uso ético de la IA. En su informe de 2021, la UNESCO identificó 11 ámbitos clave para garantizar la implementación responsable de estas tecnologías, incluyendo la gobernanza ética, la evaluación de impacto y la protección de derechos humanos.
Además, se destaca la importancia de capacitar a los profesionales en bioética y tecnologías emergentes para que puedan abordar los desafíos éticos de manera informada y efectiva.
Bioética Latinoamericana
En América Latina, el enfoque ético hacia la IA debe considerar las desigualdades estructurales que afectan a la región. Según el autor Volnei Garrafa, la bioética en este contexto debe fundamentarse en los principios de prudencia, prevención, precaución y protección, priorizando a las poblaciones más vulnerables.
Esta perspectiva reconoce que, si bien la IA puede ser una herramienta poderosa para mejorar la salud, también puede exacerbar las desigualdades existentes si no se regula adecuadamente.
Futuro
El avance de la IA en medicina es inevitable y, en muchos sentidos, necesario. Sin embargo, su implementación debe realizarse con precaución, asegurando que se respeten los valores éticos fundamentales de privacidad, justicia, responsabilidad y autonomía.
La tarea de regular estas tecnologías recae no solo en los gobiernos y las instituciones internacionales, sino también en los desarrolladores, los profesionales médicos, bioeticistas y la sociedad en general. Solo mediante un enfoque colaborativo y ético podremos aprovechar al máximo las oportunidades que la IA ofrece sin comprometer nuestra humanidad.
La medicina del futuro estará inevitablemente marcada por la colaboración entre humanos y máquinas. Nuestra responsabilidad es garantizar que esta colaboración sea una fuerza para el bien, capaz de mejorar la vida de todos.
Aunque la IA ofrece grandes oportunidades, su implementación debe hacerse con cautela y responsabilidad. Solo así podremos aprovechar su potencial transformador, sin comprometer los valores éticos que definen nuestra humanidad. La tarea no es sencilla, pero es imprescindible: el futuro de la salud está en juego.
(*) Abogada. Especialista en Bioética. Integrante del comité de Bioética del Incucai (antes, de la Sociedad Argentina de Urología -SAU- y del Hospital Vélez Sarsfield). Directora Regional para Latinoamérica, división Bioethx, Aquas.inc. (Washington DC). Consultora.