A cinco años de la masacre de Charlie Hebdo, Francia debate los límites del denominado “derecho a la blasfemia” por el acoso que sufre una adolescente que manifestó su rechazo al Islam en su cuenta de Instagram.
“El Corán es una religión de odio”, escribió, entre otras frases, Mila, de 16 años, en un vídeo en la red social. Lo hizo mientras hablaba con otra persona sobre su gusto por las mujeres.
El posteo de la joven, que reside en el departamento de Isère, cerca de Lyon, en el oeste del país, bastó para que recibiera una verdadera catarata de amenazas e insultos; 200 mensajes por minuto, según declaró. Incluso, tuvo que abandonar la escuela por razones de seguridad.
El delegado general del Consejo francés del culto musulmán (CFCM), Abdallah Zekri, contribuyó a profundizar los temores de Mila. “Quien siembre vientos recoge tempestades”, lanzó.
El abogado de la menor, Richard Malka, asegura que su representada no cruzó ningún límite y aclaró que criticó al Corán, pero no una comunidad por sus creencias.
Además, el letrado denunció la tibieza o, lisa y llanamente, el silencio de algunos políticos y activistas, que prefieren no defender a una víctima de homofobia y machismo por su temor a que pueda interpretarse que respaldan la visión de la joven sobre el Islam.
Si bien la ministra de Justicia, Nicole Belloubet, defendió el derecho a reprobar determinadas confesiones, advirtió que las injurias por pertenecer a una religión constituyen infracciones.
Las declaraciones de la funcionaria complicaron un debate en el que todo se mezcla: el derecho a la blasfemia con la incitación al odio racial y la libertad de expresión con la protección de las minorías.
“La amenaza de muerte es inaceptable”, dijo Belloubet, pero añadió: “El insulto a la religión es un ataque a la libertad de conciencia”.
Sus palabras se interpretaron como un cuestionamiento del derecho a la blasfemia, que permite criticar una religión y sus símbolos, pero no a sus adeptos.
Horas después, se rectificó: “No quise cuestionar el derecho de criticar la religión”, dijo.
La derecha defiende a la joven y el Poder Judicial también. La fiscalía de la ciudad de Vienne abrió investigaciones por amenazas de muerte y por incitación al odio racial, pero ya archivó la segunda.
En Francia, el semanario satírico Charlie Hebdo pagó un alto precio por ejercer su derecho a burlarse de la religión: en enero de 2015, 11 miembros de su planta (periodistas y dibujantes) fueron asesinados por terroristas islamistas.
La tragedia sigue dividiendo opiniones: parte de la población ve islamofobia y discriminación en donde otros ven una defensa de la laicidad o de la libertad de expresión.
Lo que hace particular el caso de Mila es su juventud y el hecho de que carece de una agenda política o partidista.
“Primero fue insultada por los más tontos. Después amenazada por los más fanáticos. Y finalmente abandonada por los más cobardes”, escribió el actual director de Charlie Hebdo, Riss, quien vive con custodia permanente.
El abogado de la menor, Richard Malka, denunció la tibieza o, lisa y llanamente, el silencio de algunos políticos y activistas, que prefieren no defender a una víctima de homofobia y machismo por su temor a que pueda interpretarse que respaldan su visión sobre el Islam.
Charlie Hebdo
-El 17 de enero de 2015, los hermanos Chérif y Saïd Kouachi irrumpieron en la sede parisina de Charlie Hebdo y abrieron fuego.
-En un minuto y 49 segundos diezmaron al plantel de la publicación más irreverente del país.
-“Fue una ejecución política”, sigue diciendo Riss, actual director del semanario.
-“No fue un atentado ciego, fue una ejecución específica para acallar a gente que tenía una palabra particular”, afirma.
-Sobre el caso de Mila, dijo: “Primero fue insultada por los más tontos. Después amenazada por los más fanáticos. Y finalmente abandonada por los más cobardes”.