En Álava, una de las tres provincias españolas que componen la comunidad autónoma del País Vasco, comenzó a ser juzgado el director de un yacimiento que anunció “notables hallazgos” que, según afirmó, eran más importantes que los de Pompeya, en Italia, y “cambiaban la historia del euskera y del cristianismo”.
Todo sucedió en 2006, cuando el equipo del arqueólogo Eliseo Gil aseguró que había encontrado piezas de arcilla del siglo III que representaban un calvario, contenían referencias jeroglíficas egipcias y signos de euskera.
La trascendencia del supuesto descubrimiento consistía en que adelantaba la aparición de los primeros vocablos escritos en lengua vasca 800 años, anticipándose al que se consideraba hasta entonces el primer texto en ese idioma: las glosas emilianenses de San Millán de la Cogolla, del siglo XI.
Dos años después, una comisión formada por 26 expertos concluyó que los vestigios eran falsos y que los restos habían sido adulterados simplemente mediante grabados actuales sobre un material antiguo.
Esta semana, el expediente llegó ante en la Audiencia Provincial de Vitoria.
Gil es el principal acusado. Se le enrostra falsear hasta 476 vestigios arqueológicos en la localidad alavesa de Iruña de Oca.
La Fiscalía reclama cinco años y medio de prisión por un delito continuado sobre el patrimonio histórico y otro de estafa, en concurso falsedad en documento público.
Por su parte, por la acusación particular, la Diputación de Álava solicita que se le impongan siete años y medio.
Gil insiste con que el descubrimiento es real y negó que se alteraron los artículos. En tanto, dijo que tanto él como su equipo sufrieron una “gran presión mediática” y que otros especialistas influyeron en lo ocurrido.
En el banquillo también están sentados los colaboradores de Gil Rubén Cerdán, un supuesto físico nuclear titulado por una universidad israelí y que realizó informes sobre la excavación, y Óscar Escribano, miembro de Lurmen, la empresa del director del yacimiento, que recibió una subvención de cerca de cuatro millones de euros de la sociedad pública vasca Euskotren.
Escribano aceptó una multa y un año de cárcel y aseguró que jamás se pusieron de acuerdo para falsear las inscripciones.
Historia del euskera
Los hallazgos no solo fueron cuestionados por teólogos y arqueólogos, sino por expertos en Filología e Historia Antigua, que sospecharon de la aparición de palabras latinas con rasgos de lengua romance como cuore (corazón), la J en Jupiter, en lugar de Iupiter, o la denominación de Octavio Augusto para referirse al emperador Augusto, que es más tardía.
En cuanto a las inscripciones que supuestamente alteraban la historia del euskera, se trataban de varias leyendas en mayúsculas alusivas a cosas cotidianas: “Zuri, urdin, gori” (blanco, grisáceo, en euskera antiguo, rojo); “Urdin, isar” (grisáceo, estrella); “Edan, ian, lo” (beber, comer, dormir); “Ian ta edan” (comer y beber).
El hallazgo se anunció en 2006. Dos años después, una comisión formada por 26 expertos concluyó que los vestigios eran falsos y que los restos habían sido adulterados simplemente mediante grabados actuales sobre un material antiguo.