En Sudamérica, pese a que el consumo de opiáceos y de heroína no es tan común, crece la preocupación porque hay población adicta que ya usa fentanilo.
A principios de año, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil actualizó su lista de precursores de drogas y sustancias psicoterapéuticas y sumó el precursor que permite producirlo sintéticamente en laboratorios.
La medida implica que cualquier persona que comercialice fentanilo en Brasil tendrá que contar con una autorización especial de la Anvisa, que también exige que el producto se almacene bajo llave o con dispositivos de seguridad.
Además, ordena que los hospitales registren toda manipulación de fentanilo y que los médicos lo receten con un formulario específico.
La Anvisa se basó en las recomendaciones de 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
El Centro de Información y Asistencia Toxicológica (CIATox) de la Universidad de Campinas (San Pablo) ya registró casos de sobredosis.
A principios de mayo se lanzó en el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública de Brasil el cuarto informe del Sistema de Alerta Rápida sobre Drogas (SAR) sobre el fentanilo, para permitir la rápida circulación de la información en cuanto se detecten rastros.
Según la Secretaría Nacional de Política sobre Drogas, hasta ahora las incautaciones del analgésico fueron “episódicas”.
Argentina
En julio pasado, en Misiones, Gendarmería Nacional detectó dentro de una encomienda 500 ampollas de fentanilo.
El operativo se desplegó en la ruta nacional Nº 12.
La droga salió de Posadas e iba a la terminal porteña de Retiro.
Las ampollas -insumos fuertemente controlados, usados por anestesistas y galenos especializados en cuidados paliativos- son de producción nacional. Las fabricó el laboratorio Gobbi-Novag, bajo la marca “Fentanovag”.
Producción
A la fecha, no se detectó producción clandestina de fentanilo en Argentina y las problemáticas dentro del sistema penal son el uso indebido y la venta desleal del material.
Un caso resonante ocurrió en el hospital Fernández, en la ciudad de Buenos Aires. Un enfermero de carrera del nosocomio quedó incriminado por hechos ocurridos en 2018. En dos ocasiones, sustrajo medicación (fentanilo y morfina) sin dejar registrada su cantidad y contenido.
En febrero de 2022, se estableció que la cocaína envenenada vendida en el conurbano bonaerense, en la villa Puerta 8 de Tres de Febrero, que mató a 24 consumidores, era carfentanilo, un derivado del fentanilo 30 veces más potente.
Registro
Hace horas, con el objetivo de evitar el tráfico ilegal de la sustancia, la Dirección General de Aduanas estableció una serie de controles más estrictos para el ingreso al país del fentanilo.
Lo hizo luego de que se detectara en Ezeiza un cargamento con más de un kilo del estupefaciente que iba a ser enviado a Miami.
El organismo creó un registro y dispuso que quienes quieran operar en el comercio internacional con la droga deberán presentar primero una Declaración Anticipada Jurada de Importación/Exportación específica para el producto y sus derivados.
La documentación quedará en la Sección Precursores Químicos y Drogas Emergentes, dependiente del Departamento Narcotráfico de la Dirección de Investigaciones y Procedimientos, en el ámbito de la Subdirección General de Control Aduanero.
Asimismo, la Aduana determinó que los envíos de esta sustancia al exterior solo podrán ser realizadas por vía aérea y por el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en jurisdicción de la Dirección Aduana de Ezeiza, dependiente de la Subdirección General de Operaciones Aduaneras Metropolitanas.
Carteles
El fentanilo es una de las drogas más poderosas y adictivas del mercado narco y potencia los negocios de los cárteles mexicanos en Estados Unidos.
Causa estragos entre adictos de grandes centros urbanos; en especial, en las ciudades californianas de Los Ángeles y San Francisco, que tienen cifras inéditas de indigencia vinculadas al estupefaciente.
En 2022, las sobredosis de fentanilo causaron las dos terceras partes de las 110 mil muertes por sobredosis en EEUU entre gente de 18 y 49 años.
En julio pasado, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, reunió virtualmente a representantes de 84 países -entre ellos, México, principal vía de entrada de la sustancia al territorio estadounidense- para delinear una coalición global y aumentar la cooperación en la lucha contra el fentanilo y otras drogas sintéticas.
“Estados Unidos es como el canario en la mina de carbón: en otras palabras, lo que está pasando aquí con el fentanilo pronto sucederá en el resto del mundo”, planteó Blinken.
En esa línea, advirtió que ya saturado el mercado en EEUU “las mafias criminales transnacionales están enfocándose en otros lugares”.
“Feroz urgencia”
“Si no actuamos juntos con feroz urgencia, será una catástrofe”, dijo el funcionario.
Recordó que las organizaciones criminales que trafican drogas sintéticas son extremadamente hábiles para explotar los eslabones débiles del “sistema global interconectado”.
“Cuando un gobierno restringe agresivamente el precursor químico, los traficantes lo compran en otro lugar. Cuando un país cierra una ruta de tránsito, los traficantes se trasladan rápidamente a otro. Ésta es la definición de un problema que ningún país puede resolver solo”, agregó.
China, productor de las sustancias químicas que se usan para fabricar fentanilo -la droga inventada en los años 60 que revolucionó la anestesiología- fue invitada al encuentro, pero no compareció.
Sintéticas
Además, en el orden del día de la reunión virtual estaban, entre otros, la ketamina, potente anestésico de uso legal en Estados Unidos; el MDMA, en su última fase de aprobación para emplearlo en pacientes con trastornos como el estrés postraumático, y la metanfetamina, que protagonizó la antepenúltima crisis de narcóticos del país norteamericano.
Las drogas sintéticas son más fáciles de fabricar y de transportar ilícitamente que otras.
El año pasado, la DEA (siglas en inglés de la agencia antidrogas) incautó 50,6 millones de píldoras falsas y 4.500 kilos de polvo de fentanilo, el equivalente a casi 380 millones de dosis potencialmente mortales.
El problema con los opiáceos en EEUU se remonta a los años 90, cuando farmacéuticas como Purdue Pharma inundaron el mercado con el analgésico OxyContin, que se comercializó con el engaño de que no creaba hábito. Cuando los médicos dejaron de recetar las pastillas, quienes desarrollaron dependencia comenzaron a usar heroína.