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En el inicio del juicio oral, Lizarralde se negó a declarar

ACUSADO. Al abrirse el debate en la Cámara 11ª de Crimen, Gonzalo Lizarralde se abstuvo de declarar.
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Por consejo de su abogado, el único acusado del femicidio de Paola no hizo uso de la palabra. Sus familiares insisten en que es un “perejil” y proclaman su inocencia. Pese a todo, la ronda de testimoniales lo dejó más comprometido.

Con la declaración de seis testigos abrió ayer el juicio oral con jurados populares por el asesinato de Paola Acosta y la tentativa de asesinato de su hija Martina, hechos ocurridos hace un año.

El juicio se lleva a cabo en la Cámara 11ª del Crimen de Córdoba y tiene a Gonzalo Lizarralde, el padre de Martina, como único acusado.

“Por consejo de mi abogado, me abstengo de declarar”, dijo Lizarralde  cuando le preguntaron si quería hacer uso de la palabra. Antes, consultado por sus condiciones personales, el acusado reconoció tener dos hijos: Martina y una bebé de cinco meses.

A pesar de que la fiscal de Instrucción, Eve Flores, reunió pruebas contundentes que apuntan contra el acusado, antes de ingresar a la sala de audiencias los familiares de éste dijeron que es inocente. Félix Lizarralde, el padre de Gonzalo, aseguró que la causa es “una fábula” y que  “han encontrado un perfecto perejil”.

La ronda de testigos abrió con la hermana de Paola, Marina Acosta, quien durante hora y media de declaración  hizo un repaso de la relación de su hermana con el acusado, además de contar el día de su desaparición, búsqueda y hallazgo en la mañana del 21 de septiembre del año pasado.

Según declaró, una vez que su sobrino -hermano de Martina- la llamó para decirle que su madre no había dormido en el domicilio, ella llamó a Lizarralde porque sabía que éste tenía que llevar la cuota alimentaria. Primero, según declaró, le dijo una cosa, y luego -en otro llamado- otra. “Le pregunté: ‘¿Las viste?’ ‘Sí’, me dice. ‘Entré 10 minutos, le di la plata y me fui’. ¿Te dijo algo?, le pregunté. ‘No, no me dijo nada’. ¿Viste si cruzaron y entraron después al edificio? ‘No, no las vi.’ ¿Cómo estaba vestida? ‘No sé, ella creo que de negro y Martina de rosa”.

Ése fue el primer llamado. Luego, entre 10 y 15 minutos después, él la llamó, según declaró la joven. Le dijo que había visto que Paola luego se cruzó hacia en un edificio nuevo al lado del suyo, donde una pareja no podía abrir la puerta y ella fue a ayudarlos.

Testimonios coincidentes
La ronda de testimonios continuó con vecinos que ubicaron a Lizarralde aquella noche del 17 de septiembre de 2014 en la puerta de su domicilio. En primer término declaró un matrimonio que tiene una pizzería en la cuadra de Martín García al 200, junto a la casa que habitaba Paola. Ambos reiteraron que esa noche vieron en la cuadra caminar a un hombre alto y fornido, quien pasó varias veces frente al comercio y miraba hacia la casa de Paola.

A su turno, Pablo Oscar Heredia, vecino del departamento de Paola, dijo que conocía a Lizarralde y que lo vio hablando con Paola con Martina en brazos, junto a un Peugeot Expert blanco. Finalmente, declaró un empleado del lavadero al que Lizarralde llevó su camioneta a hacer “un lavado completo porque tenía que llevarla a Bromatología”. Tras señalar que dejó una propina de 150 pesos, como nunca antes lo había hecho, el empleado indicó que el dueño del auto les pidió que utilizaran el producto CIF para la limpieza, desengrasante hogareño que no usan en ese establecimiento.

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