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El cupo femenino no desmerece a quienes representa sino que las destaca y las compromete

Por Alicia Migliore*
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Cómo se gestó, para qué sirve y qué resultados se obtuvieron de la ley 24012. La importancia de un espacio asegurado para que continúe la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades.

Por Alicia Migliore*

Entre las deudas que mantenemos las mujeres con nuestras predecesoras se destaca el conocimiento y consecuente agradecimiento a quienes derribaron barreras para que nuestro camino encontrara menos obstáculos. Una acreedora de esos deberes es Margarita Malharro de Torres, autora de la ley 24012 o Ley de Cupo Femenino.

Senadora por la Unión Cívica Radical por la provincia de Mendoza, Margarita nació en Bell Ville en 1921. Luego radicada en Mendoza, profesora en Ciencias de la Educación, se desempeñó como docente en los niveles primario, secundario y terciario; fue concejal, diputada provincial, diputada nacional, como senadora nacional fue autora del proyecto de la ley que cambiaría la historia política de las mujeres argentinas.

La ley 24012 fue sancionada en 1991 y reglamentada con mayor efectividad en el año 2000, durante la presidencia de Fernando de la Rúa -tras larga lucha de la Dra. María Teresa Merciadri de Morini en tribunales nacionales e internacionales-.

Fueron dos mujeres del interior las protagonistas que abrieron las puertas del Congreso a las mujeres de todos los partidos.

Cupo Femenino
HOMENAJE. El 6 de noviembre de 2011, un grupo de legisladoras nacionales de los distintos partidos políticos, realizaron un acto conmemorativo en la sala Delia Parodi de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación al conmemorarse el “20º aniversario de la sanción y promulgación de la Ley de Cupo Femenino 24.012”.

Pionera y eficaz
Esta ley tiene por fin lograr la integración efectiva de las mujeres en la actividad política, evitando la exclusión de las listas de candidatos de los espacios expectantes.

Se la considera pionera en el mundo en la reivindicación de la participación política de las mujeres, y su vigencia ha posibilitado la presencia femenina en el Congreso, al garantizarles una participación de 30%, como mínimo.

Puede sostenerse que esta medida de acción positiva ha demostrado su eficacia, a juzgar por la alta tasa de representación femenina en el Congreso.

No obstante, sus críticos sostienen que los lugares de representación corresponden a las mujeres por sí mismas y por su capacidad, y que esta ley constituye una discriminación.

Pero también sostienen que al haber cumplido ya su objetivo, debería ser derogada.

Sus defensores, en cambio, sostenemos que la sociedad aún no ha incorporado esta igualdad y que aquellos que administran el poder, desde la antigüedad no han asimilado aún esta igualdad de derechos. Esto significa que cumplen la normativa para que se acepte la lista de candidatos, porque fue necesario establecer los lugares que debían ser cubiertos por mujeres bajo pena de inadmisibilidad de la lista. Y consideraban cumplida la ley aunque las mujeres fueran suplentes o en el reverso del voto.

En la actualidad, en las últimas Conferencias sobre la Mujer de América Latina y el Caribe se ha planteado como meta regional cambiar la idea de porcentaje mínimo por la paridad de género para lograr la igualdad en el ejercicio del poder.

Siglos de lucha
Larga ha sido la lucha de las mujeres para lograr ser oídas. Desde aquellos lejanos tiempos en que el reclamo de ciudadanía hizo rodar la cabeza de Olympe de Gouges, hasta hoy, muchas voces femeninas se elevaron y muchas más fueron las que pretendieron silenciar al conjunto.

Cayó en desuso la guillotina y encontraron otros modos de “descabezar” a las rebeldes que osaron reclamar igualdad. Llamaron “loca” a Julieta Lantieri -empeñada en elegir y poder ser elegida-. Encarcelaron a Victoria Ocampo cuando denunció la maniobra para volver a privar a las mujeres de sus derechos. Nos llamaron y llaman “locas del cupo” a quienes sistemáticamente denunciamos la violación de la legislación vigente en la conformación de listas.

Pasaron más de dos siglos desde que ejecutaron a la francesa que quería derechos de ciudadana y más de un siglo desde que la italiana en nuestro país desafiara los vacíos legales y promoviera su elección y los dueños permanentes del poder encontraron la fórmula magistral: colonizaron el cerebro de posibles líderes y las convencieron de “su” igualdad (distinta del resto de las mujeres), logrando la complicidad de un sector oprimido con el opresor (al decir de Simone de Beauvoire) para mantener la situación sin cambios.

En el continuo énfasis para convencernos de “nuestra locura” sostuvieron un discurso progresista que “respeta” la igualdad de derechos sin distinción por sexo, religión, orientación sexual, etcétera, mientras niegan acceso a espacios de decisión a todos “los iguales” que no sean quienes administran el poder, en una actitud de franca contradicción.

Mantienen sin embargo algunas conquistas, al lograr que las propias mujeres consideren una “suerte de disminución” el hecho de acceder a una banca por el cupo femenino. Esto es la demostración palmaria del triunfo del pensamiento patriarcal: las mujeres acceden a una banca por la vigencia de la Ley de Cupo Femenino. Descreer de ello o considerarse por encima del resto de sus congéneres demuestra una discriminación similar a la que hacen los del otro sexo.

Nuestra mayor derrota es escuchar cuando una mujer manifiesta: “Yo no entré por el cupo sino por mi capacidad”, porque está negando su esencia, su condición de mujer, su carácter de representante de otras mujeres, la posibilidad de incorporar nuevos temas en la agenda pública.

Partiendo de la realidad que indica la vulnerabilidad del colectivo femenino en la precarización de su trabajo, las múltiples demandas de hogares monoparentales a cargo de mujeres con dificultades para el acceso a la educación y a la salud, promover y ser la voz de las mujeres de todos los niveles educativos, sociales y económicos para mejorar la calidad de participación política y ciudadana es tarea prioritaria para quienes acceden a las bancas por esta ley.

Hasta que logremos la paridad, hagamos efectiva docencia respecto de la importancia de pertenecer al colectivo femenino para ocupar escaños legislativos por el cupo femenino.

* Abogada. Ensayista. Autora del libro La mujer en la política

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