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“El alma de la toga”: de qué trata el libro que recomendó comprar Cúneo Libarona

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El libro “El alma de la toga” adquirió un renovado protagonismo durante la exposición que realizó en la Cámara de Diputados el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, para defender los aspectos de su área incluidos en el proyecto de Ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”; en particular, el uso de la toga, al que el abogado español Ángel Ossorio le da en su ensayo el significado de un símbolo que conecta al letrado con su función y deberes en la sociedad.

¿Cómo llegaron a convertirse en uno de los tópicos del momento las ideas de un abogado y político español con inclinaciones democristianas nacido en 1873? La extrapolación temporal fue obra del nuevo ministro, quien instado a fundamentar el artículo del proyecto de ley que establece que los jueces deberán utilizar toga negra y martillo introdujo el pensamiento de Ossorio y Gallardo, que dedicó todo un texto a analizar la cuestión.

“Hay que estudiar la historia. En el año 1919, el año que nacía mi papá, hubo un famoso profesor español de Barcelona, Ossorio Gallardo (sic), abogado, político y jurisconsulto, que escribió un libro que se llama ‘El alma de la toga’. Es distinción ante las personas que integran un juicio, diferenciación”, dijo.

La obra a la que aludió es una colección de 28 ensayos, entre los cuales destaca el que le da título. Allí, el autor nacido en 1873 en Madrid y fallecido en Argentina en 1946 explora el espíritu de la Justicia a principios del siglo XX.

Publicado en 1919, aborda la significación simbólica y el impacto psicológico de la vestimenta judicial, especialmente la toga, en el ejercicio de la profesión de abogado: el autor reflexiona sobre cómo la toga actúa como un símbolo que conecta al abogado con su función, responsabilidades y deberes en la sociedad.

En realidad no es un libro con 28 capítulos, sino que son 28 ensayos: uno de ellos, muy breve, de tres páginas y media, habla precisamente del rol simbólico de la toga.

El resto del libro aborda una diversidad de temas en el Derecho del siglo XIX en España, desde la identidad del abogado, los alcances del secreto profesional y la aplicación de tácticas legales cuestionables como la chicana, hasta la sensibilidad en el trato con clientes, el desdoblamiento psíquico y la importancia de la cordialidad.

El temario es amplio y diverso: a los temas mencionados se suman la relación entre abogacía y política, la responsabilidad social en la defensa de los pobres, la participación de mujeres en el bufete y la evolución hacia una justicia patriarcal.

Es sorprendente que en el comienzo del trabajo el autor menciona la reacción de asombro de algunos compañeros argentinos ante la toga: “Nunca olvidaré la extrañeza, entre asombrada y zumbona, que mostraron unos compañeros argentinos a los que enseñé nuestra toga y nuestro birrete. Se maravillaban de su arcaísmo y preguntaban si no se podía hacer justicia sin tan raro ropaje. Yo, en cambio, me maravillaba -aunque no se lo dije- del sentido mercantil que en sus labios tomaban las cosas judiciales”, escribe.

A lo largo del texto, Ossorio y Gallardo explora la relación entre la vestimenta y la función, destacando que la toga es más que una simple vestimenta; es una ilusión que recuerda al abogado la importancia de su misión y las responsabilidades asociadas con ella.
Dice el autor: “La toga, pues, no es por sí sola ·ninguna calidad, y cuando no hay calidades verdaderas debajo de ella, se reduce a un disfraz irrisorio. Pero después de hecha esta salvedad, en honor al concepto fundamental de las cosas, conviene reconocer que la toga, como todos los atributos profesionales, tiene, para el que la lleva, dos significados: freno e ilusión; y para el que la contempla, otros dos: diferenciación y respeto”.

También destaca cómo actúa como una diferenciación ante el público, marcando al abogado como alguien con una misión trascendental. A su vez, explora la relación entre la vestimenta, la ilusión, la diferenciación y el respeto en el ámbito judicial, destacando la carga simbólica y la importancia psicológica de la prenda en la práctica legal. Y en conclusión señala: “Es porque el clarividente sentido popular, al contemplar a un hombre vestido de un modo tan severo, con un traje que consagraron los siglos y que sólo aparece para menesteres trascendentales de la vida, discurre con acertado simplismo: ‘Ese hombre debe ser bueno y sabio”.

(Informe de Carlos Aletto para Télam)

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