La Cámara en lo Criminal, Correccional, Civil, Comercial, Familia y del Trabajo de Deán Funes condenó a 10 años de prisión a un hombre de 27 años que cometió delitos contra la integridad sexual en perjuicio de una adolescente de 14 años, hija de una mujer con quien había mantenido una relación sentimental durante algunos meses.
El tribunal unipersonal, presidido por el camarista Horacio Ruiz, consideró al acusado autor responsable de los delitos de contacto electrónico con menores de edad con el propósito de cometer un delito contra la integridad sexual (child grooming), suministro de material pornográfico a menores continuado, producción de imágenes pornográficas de menores de edad continuada, coacción, en concurso real. También aplicó la figura de promoción a la corrupción de menores agravada, en concurso ideal con lo anterior. Por último, lo declaró autor de abuso sexual con acceso carnal continuado y amenazas reiteradas.
El acusado aprovechó el vínculo que había creado con la adolescente, durante la relación con su madre, para pedirle fotos íntimas a través de plataformas de mensajería electrónica (WhatsApp e Instagram) enviados a su teléfono celular. Incluso, llegó a enviarle imágenes de sus propios genitales para incentivar a la niña a que haga lo mismo, cosa que finalmente logró por medio de amenazas y engaños.
Durante este proceso, el acusado le dijo a la víctima, en varias ocasiones, que se preparara porque iba a tener su “primera vez” con él. Cuando el delito de child groomnig se había consumado, el imputado la pasó a buscar en su auto y la llevó a una zona rural próxima a la ciudad de Deán Funes. Allí, después de amenazarla e intimidarla, la accedió carnalmente contra su voluntad explícita. Esta situación se repitió otra vez y recién se detuvo cuando la adolescente le contó lo sucedido a su madre e hicieron la denuncia penal correspondiente.
Durante el juicio, el acusado admitió que había mantenido relaciones sexuales con la joven ofendida, pero alegó que todo lo que hizo fue consensuado con ella. No obstante, en la sentencia, el camarista Ruiz señaló que el imputado, desde que comenzó a contactar a la joven por WhatsApp e Instagram, cuando ella tenía solo 13 años, fue preparando el camino para a acceder carnalmente “con la niña cercada y en contra de su voluntad”.
El camarista consideró que el primer hecho (grooming) se proyectó de manera inescindible sobre el segundo hecho, los abusos sexuales, porque desde esos primeros contactos telemáticos el imputado “accionó con el objetivo de minar y socavar moral y psicológicamente a la víctima, por entonces de 13 años, con el fin de conseguir su control para un posterior abuso sexual, que en el caso de autos se consumó en dos ocasiones”.
“El autor empleó violencia física y psíquica a través de una relación desigual, de poder y dominio, que fue construyendo paulatinamente, frente a la vulnerabilidad de la joven víctima”, aseguró.