La Justicia desestimó el reclamo de un trabajador que reclamó se indemnizado por sufrir el síndrome de burn out, ya que consideró que no pudo acreditar que los padecimientos estuviesen vinculados con el ámbito laboral.
En primera instancia se hizo lugar parcialmente a la demanda. Sin embargo, el actor no quedó conforme por el rechazo del adicional que pidió por daño moral a causa de aquella patología, y apeló ante la Cámara Laboral porteña, que rechazó su pedido. “En ninguna parte de la historia clínica remitida por la clínica surge que los profesionales que atendieron al actor hayan determinado que el trastorno que allí se describe, pueda estar de algún modo vinculado con la actividad laborativa desplegada por aquél, ni aportan fundamento científico alguno que permita relacionar la afección psíquica allí detallada con el trabajo”, enfatizó el tribunal.
En su informe, los facultativos indicaron que la tarea del dependiente era “tensionante”, pero, sin embargo, no plasmaron conclusiones sino que se limitaron a transcribir las manifestaciones del trabajador.
De acuerdo a la Alzada, el empleado tenía que acreditar no sólo la existencia del padecimiento sino, además, su relación causal o concausal con las tareas desempeñadas.
“La existencia de una patología como la que surge de la historia clínica, puede tener su origen en factores de la más diversa índole, sea de carácter endógeno, constitucional o bien exógeno”, explicó, acotando que frente a esa multiplicidad de factores que, por sí solos o en concurrencia con otros, poseen aptitud para originar una patología como el burn out, era menester acreditar con fundamentación científica que ésta se relaciona objetivamente con las condiciones laborales.
Por otro lado, desestimó el reclamo por daño moral argumentando que no toda desavenencia profesional lo origina.