ESCUCHARLa actora informó que tras volver de la luna de miel, su pareja desapareció y que unos días despúes se enteró por la prensa de que estaba detenida por tentativa homicidio, en el marco de una disputa entre narcos.
El Tribunal Colegiado de Familia de 7ª Nominación de Rosario hizo lugar al pedido de una mujer que, al mes de casarse, descubrió que su marido estaba vinculado con el negocio del narcotráfico y solicitó que se anulara el acto.
En su demanda, la actora informó que después de volver de la luna de miel su pareja desapareció y que unos días despúes leyó en un diario que había sido detenido por una tentativa homicidio, en el marco de una disputa entre narcos. En la comisaría se enteró del prontuario de su cónyuge: vendía drogas desde hacía 10 años y portaba armas de fuego.
En su fallo, la jueza Graciela Topino estimó que existieron “vicios muy graves antes y durante la celebración de la boda”, y que de no haber mediado un engaño la joven no hubiera aceptado casarse.
Además, aclaró que durante el noviazgo el demandado ocultó situaciones “extremadamente graves” y que la mujer nunca sospechó de su pareja porque aparentaba una vida normal, tenía dos trabajos y un buen ingreso.
El accionado alegó en su favor que si bien estuvo ocho meses en prisión, fue sobreseído, pero la juzgadora enfatizó que “la imputación existió”.
Para la magistrada, el consentimiento otorgado por la joven al momento de contraer matrimonio estuvo “viciado por dolo”, ya que desconocía las características personales del demandado y sus vínculos con el mundo del delito. “El matrimonio es un acto jurídico familiar que requiere del consentimiento libre para poder existir en plenitud. Hay vicios que alteran el querer de los contrayentes y son causas suficientes privar el acto de sus efectos propios y su validez”, explicó.
La sentencia de la jueza Topino no tiene precedentes, ya que nunca se anuló un matrimonio por los motivos que alegó la accionante en la provincia de Santa Fe.
