El éxito del proceso está atado a la buena voluntad de los mandatarios. Entre los aspectos centrales, se destaca la asignación de personal para la planificación de la transición, la autorestricción por parte de los actores involucrados y la existencia de espacios de diálogo.
En medio de un tironeo interminable que incluyó hasta la intervención del escribano general de la Nación, Natalio Etchegaray y un recurso de amparo ante la Justicia, la pelea entre Cristina Fernández y Mauricio Macri por el lugar en donde el presidente electo recibirá los atributos de mando dejó en evidencia que la transición entre gobiernos depende en nuestro país exclusivamente de de la buena voluntad de sus mandatarios.
Argentina no cuenta con una cultura y práctica de transiciones ordenadas de gobierno, así como tampoco existe legislación que regule o reglamente estos procesos, como ocurre en otros países. Por el contrario, la tendencia parece ser la dependencia de la voluntad individual de los actores según afinidades político-partidarias, y las condiciones de contexto que inciden sobre el modo de salida del Ejecutivo saliente.
El Centro de Implementación de Políticas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) en su informe “Acá le dejo el gobierno: claves para una transición presidencial efectiva”, mencionó tres aspectos que resultan centrales para una transición ordenada: la asignación de personal para la planificación de la transición y la formación de equipos de gobierno, la autorestricción por parte de los actores involucrados en la transición y la existencia de espacios de diálogo entre los elencos.
En torno al primer elemento, el Cippec aclaró que no necesariamente quienes representen al presidente electo en la transición serán quienes ocupen el máximo cargo (por ejemplo, como ministros o titulares de organismos descentralizados) en las áreas sectoriales. Esto podría atribuirse, por un lado, a que la transición presidencial debe escapar de convertirse en un espacio de cogobierno; por otro lado, el presidente electo requiere “centralizar la información durante la transición presidencial y contar con espacio político y burocrático para armar su gabinete”. “No es conveniente que comprometa a sus primeras espadas en un proceso de transición”, especifica el informe.
Otro aspecto fundamental es que, si bien el presidente gobierna hasta el último día, “es deseable que en períodos de transición cortos como el argentino, se autorestrinja de decisiones que comprometan de forma irremediable y definitiva al próximo gobierno”, subrayaron Fernando Straface y Cintia Maldonado, investigadores del Cippec. Por caso, mencionan los ingresos masivos a la administración pública.
Por último, el estudio subraya como imprescindible “la existencia de espacios de diálogo y de consulta permanente entre el gobierno electo y el gobierno saliente”. En algunos países, los ministros salientes preparan a quienes los sucedan un informe detallado con los temas que requieren atención urgente, y los aspectos que hacen al mediano plazo del área de competencia.
Un paso adelante
En esta línea se encuentra Brasil, que en 2002 sancionó un decreto de transición presidencial, que estableció la elaboración de informes por parte de los ministerios y la creación de un portal web sobre la transición.
Ese mismo año, Puerto Rico también sancionó una ley que regula el proceso. La ley contempla reglas básicas para regir el proceso transicional, para evitar el compromiso del presupuesto del próximo gobierno mediante el otorgamiento indiscriminado de contrataciones y subsidios.
En los Estados Unidos y en México, la transición presidencial supone un equipo que constituye una organización en sí misma, y todo el proceso cuenta con un presupuesto aprobado por el Congreso.
En ambos países, el presupuesto para este fin supera los 10 millones de dólares. En el caso de Estados Unidos, además, el presidente en ejercicio nombra antes de la elección un equipo de gobierno que colaborará con el presidente electo.
La importancia de un proceso planificado
“Las primeras medidas que tome el presidente electo estarán influenciadas por la calidad de la transición y, en este sentido, una transición ordenada aporta mayor conocimiento sobre el funcionamiento del Estado y da más herramientas al presidente para la toma de decisiones”, explicó el Cippec en su informe “Acá le dejo el gobierno: claves para una transición presidencial efectiva”.