Admiten despido con causa por violencia verbal contra compañeras de tareas

El tribunal concluyó que de la prueba producida surgió la existencia del hecho injuriante que motivó la ruptura laboral [privado]

Al surgir de la prueba rendida el hecho de violencia verbal efectuado por el accionante contra dos compañeras de trabajo durante la jornada laboral, dentro del hotel en el que prestaban tareas, la Sala 10ª de la Cámara del Trabajo de Córdoba validó el despido con causa dispuesto por la demandada Círculo Oficiales de Mar-Asociación Profesional y Mutual.

El trabajador inició demanda en contra del hotel para el que prestó servicios al alegar que fue despedido por dispensar mal trato públicamente a dos compañeras de trabajo, lo que negó por falaz, dando su versión de lo acontecido. En oportunidad de la audiencia de conciliación, los demandados ratificaron la causa de desvinculación invocada y solicitaron el rechazo de la demanda.

El tribunal integrado por el vocal Huber Alberti señaló que los dos hechos invocados para el despido con justa causa fueron acreditados, en tanto las testigos M. y R. así los expusieron sintéticamente a la hora de declarar ante el Tribunal.

El magistrado precisó que M., en su testimonio, dijo que ingresó al hotel a las 6 y que, mientras conversaba con una compañera, el actor le dio la tarjeta de ingreso para firmar y, no percibiendo ella que estaba dada vuelta la tarjeta, la firma sobre ese lado, tras lo cual el demandante le saca la tarjeta y pega un golpe sobre el escritorio y a los gritos le dice: “¿Por qué estás haciendo eso?”

M. relató que entonces ella le pide al demandante que no le grite, se da vuelta y le dice: “Vos tienes un problema con la violencia” y se fue.

A su vez R. ratifica el evento, señalando que el actor le gritó a M. groseramente y agregando que, después de eso, ésta le dijo al recurrente que no tenía por qué tratarla así.

Ayuda

En cuanto a su caso, R. dijo que ese día, que había mucha gente y se manejaba mediante handy, ella llamaba (al actor) en forma insistente porque necesitaba ayuda en la cocina y éste no le contestaba, por lo que ella va a la consejería y le preguntó si no escuchó que lo estaba llamando, a lo que el hombre le respondió “no” a los gritos, que había un lío bárbaro de gente y que parecía que ella no veía lo que estaba pasando.

La testigo aclaró que lo comentado ocurrió frente a toda la gente que estaba allí y que el actor pretendía seguir con la discusión, a lo que ella le dijo que parara.

Bajo esas premisas, analizó el juez que, más allá de si al momento del episodio con M. había, además de R. y el actor, pasajeros del hotel en la recepción, lo relevante aquí es que se pone en evidencia que el recurrente pierde el control por un hecho de su compañera de trabajo que no revestía entidad y podía ser corregido sin necesidad de gritos ni golpes sobre el mostrador de su parte, como también que poco después repite una actitud similar con R., ahora si en presencia de pasajeros.

Evento

Asimismo, el vocal consideró que el evento que involucra al actor con la testigo M., lejos queda de ser un trivial intercambio de palabras, pues lo que pudo haber sido aceptado o tolerado tiempo atrás como no configurativo de violencia, hoy ya no lo es, más allá de la “curiosa segmentación” que pretenda hacerse de ella (violencia de género, violencia laboral, violencia racial, etcétera) para poner una por sobre otras con supuestas menor entidad cuando, en sí misma, la violencia, sin calificativos ni categorías, es lo reprochable.

Esa actitud (del trabajador despedido) “no puede ser neutra en el caso que nos ocupa ya que no demuestra arrepentimiento ni voluntad en enmendar su conducta, lo que justifica entonces el despido en el modo producido en tanto ya no parece posible la continuación del vínculo (art. 242, LCT), y así lo declaro”.

Del fallo dictado por la Sala 10ª de la Cámara del Trabajo de Córdoba

En esa dirección, el juez resaltó que habrá circunstancias que, “si bien no la justifiquen, por lo menos atenúen su entidad o den chances a una nueva oportunidad, pues una situación de tensión o estrés puede llevar a un exabrupto, pero claro está que, para que ello ocurra, es decir la justificación de la conducta o atenuación de sus consecuencias, debe advertirse por parte del autor una actitud de arrepentimiento”, actitud ésta que el magistrado no constata, ya que el actor “sólo atina a negar o minimizar los hechos aquí verificados en la versión dada por la empleadora”.

Relato

A su vez, advirtió el vocal: “No se me escapa que la propia testigo R. alude a la existencia de gran cantidad de pasajeros en el establecimiento e, inclusive, del problema que se suscitara con el ascensor al que alude M., pero reitero que si bien ello pudo atenuar su responsabilidad en el evento ocurrido con la indicada R. -no así con el de M. que ocurrió antes que bajaran a desayunar los hospedados- lo relevante aquí es que el accionante no reconoce los mismos o tan solo los minimiza o relativiza”.

Así las cosas, el juez concluyó que esa actitud “no puede ser neutra en el caso que nos ocupa ya que no demuestra arrepentimiento ni voluntad en enmendar su conducta, lo que justifica entonces el despido en el modo producido en tanto ya no parece posible la continuación del vínculo (art. 242, LCT), y así lo declaro”.

En consecuencia, en el fallo se resolvió que el despido “resulta legítimo, ordenando en el rechazo de la petición de Indemnización por antigüedad, sustitutiva de preaviso, integración mes de despido y art. 2 ley 25323”.