Considerado un “moderado” dentro de las líneas del Episcopado argentino, ubicado en el centro entre los sectores conservadores y progresistas, Bergoglio se opuso férreamente a la ley de matrimonio igualitario sancionada en 2010.
En pleno debate del proyecto, divulgó una carta de repudio dirigida a los cuatro monasterios de Buenos Aires.
Allí, en duros términos, expresó: “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios”.
El cardenal encendió aún más la polémica al decir: “Aquí también está la envidia del demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la Tierra”.
Su mirada respecto del aborto es de repudio y no lo admite ni en casos de violación. En septiembre último, cuando luego del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación el gobierno de Mauricio Macri decidió reglamentar los abortos no punibles en la ciudad de Buenos Aires, Bergoglio definió como “lamentable” esa decisión.