Córdoba se ha erigido como uno de los centros nacionales más importantes en lo que respecta a industrialización de la madera. El sector ocupa en la provincia cerca de 12 mil trabajadores y se ha desarrollado en San Francisco, Río IV, Villa del Rosario, la región de Calamuchita y la ciudad de Córdoba. Allí se concentran fábricas de muebles, pisos y aberturas, además de una importante actividad forestal. Comercio y Justicia dialogó con Gustavo Viano, presidente de la Cámara de la Madera, para conocer los desafíos del sector en el actual contexto de desaceleración del consumo y crisis financiera.
– ¿En qué aspectos se está concentrando el trabajo de la Cámara en un contexto de crisis?
– Estamos trabajando en varios frentes. En primer lugar, tratando de que nuestros productos tengan más identidad de marca. Son aquellos que más permanecen a nuestro lado pero los que menos consideración tienen. Estamos tratando de cambiar ese paradigma para que el consumidor final entienda el producto y sus virtudes. Por eso estamos realizando la feria FIMAR, que ya lleva dos ediciones. En la primera participaron tres mil operadores comerciales, gente interesada específicamente en nuestra industria.
– Frente a la desaceleración, ¿qué actitudes y medidas esperan del Estado?
– Nosotros estamos en manos del Estado, porque sin política no vamos a recuperar el mercado. Para recuperar el mercado interno China bajó los impuestos y puso dinero para el consumo. Acá hasta el momento no ocurren ninguna de las dos cosas. Nuestras ventas cayeron 70% en los últimos tres meses. Antes financiábamos a los muebleros hasta 120 días y las tarjetas les ayudaban a vender en 18 ó 24 cuotas. Pero ahora desaparecieron las tarjetas y desaparecimos nosotros. ¿Cómo querés que se mueva la rueda? Allí es donde tiene que actuar el Estado y es lo que le estamos planteando tanto al Gobierno nacional como al provincial. No puede ser que en esta coyuntura, en que se está despidiendo o suspendiendo gente, los gobiernos financien con sus tarjetas de crédito (de bancos oficiales) un mueble importado. O se podría armar un fideicomiso que nos ayudara a vender en plazos. Pero siempre caemos en los mecanismos tradicionales.
– ¿Cómo está impactando la falta de acceso al crédito?
– Estamos en una disyuntiva: necesitamos vender, pero tenemos que hacerlo a plazo y, con las tasas que se están cobrando, es imposible. Lo mejor que podemos hacer es quedarnos quietos. Porque ahí está el riesgo actual: el movimiento del industrial puede poner en riesgo parte de su capital. Los bancos están captando plata porque se quieren cubrir y eso paraliza el consumo y la producción.
– ¿Qué puntos de comparación tiene la crisis actual con la de 2001/02?
– Son distintas. Esa crisis nos agarró más chicos, porque veníamos de un estado de anorexia. Pero ahora estábamos gordos y de pronto nos dijeron que no hay comida. Entonces, ¿con qué alimentamos el aparato que tenemos si no hay más consumo? En ese sentido, esta crisis es peor. De todas maneras, la inercia nos va a llevar a diciembre y tras el verano esperemos que haya algún plan.