viernes 15, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Prosur: una alianza más política que económica

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Surgió cuando, además de procederse a la liquidación de Unasur, voces gubernamentales
calificadas hablaron de “fosilización” y sobredimensionamiento del Mercosur

Cuando en esta misma columna -12/6/2017- advertimos sobre la agonía de la Unasur, leíamos que la falta de cumplimiento de objetivos instrumentales por parte de aquellos que la habían impulsado y de los cambios en el mapa político del continente, con más presencia de gobiernos de centro-derecha en un contexto de franco descrédito de los principales referentes políticos del proyecto integracionista de que se trata, determinaría inevitablemente el final de Unasur.
Así es como al sellar la suerte del mencionado espacio, el dinámico eje Pacífico –particularmente Chile y Colombia- impulsó, durante 2018, un nuevo esquema o mesa de trabajo que rápidamente sustituya a aquél.
De ese trabajo, intensificado desde enero de 2019 mediante diversas gestiones entre los países sudamericanos –con al menos dos reuniones técnicas en Chile durante febrero y marzo-, finalmente la mayoría de los presidentes del continente se reunieron en Santiago para promover, mediante una declaración, la próxima creación del Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina -Prosur-.

Advertimos que no se ha constituido una nueva organización internacional: por ahora, el compromiso suscripto expresa la voluntad de los Jefes de Estado que provienen del Grupo de Lima, ya sin México, de comprometerse “para consolidar y profundizar el desarrollo sostenible, erradicar la pobreza en todas sus formas y dimensiones, lograr una mayor igualdad de oportunidades y permitir a nuestros ciudadanos desplegar sus talentos, capacidad de innovación y el emprendimiento” (Declaración de Santiago, 22/3/2019).
El documento ha sido firmado por los presidentes de América del Sur, excepto Venezuela (no fue invitada), Surinam, Bolivia y Uruguay (enviaron funcionarios de segunda línea a la reunión, en carácter de observadores).
La primera coincidencia que debemos destacar es un parentesco de denominaciones: desde 1979, Santiago gestiona su política comercial internacional mediante el Instituto de Exportaciones, cuya sigla es “Pro Chile”, órgano autárquico dependiente de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería trasandina, que cuenta con más de cincuenta sedes en todo el mundo.

Es un modelo ágil, flexible, orientado al vínculo estrictamente comercial, que ha sido mirado por interés por diversos Estados nacionales y subnacionales desde su implementación. Así encontramos, que Prosur toma su nombre de la mencionada agencia de promoción de las exportaciones y también de la de otros países que han seguido el mismo modelo como: ProColombia (creada en 1992), PromPerú, (creada en 1993) y ProEcuador (creada en 2012).
La segunda es que la Prosur surge cuando, además de procederse a la liquidación de Unasur, voces gubernamentales calificadas hablaron reiteradamente de anquilosamiento, “fosilización”, sobredimensionamiento y desvirtuación del Mercosur. Se vaticinó así primero su desmembramiento y finalmente su upgrade hacia formas más enfocadas en lo comercial, menos impregnada del carácter integracionista europeo, que trasciende ampliamente lo mercantil y se proyecta sobre lo macroeconómico, lo jurídico, lo cultural, la defensa, etc.
Además, ProSur brinda un amplio margen para avances particulares a los países miembros. Resta, sin embargo, conocer cómo se instrumentará el capítulo comercial.
América Latina y el Caribe presentan los menores índices de comercio intrarregional del mundo. En este orden, según el BID, el comercio intrazona de los países de América del Sur alcanza 15,2%. A su vez, si tomamos los dos bloques emblemas de los paradigmas de la integración regional como la Alianza del Pacífico (AP) y el Mercosur, este último fue destino de 3,3% de las exportaciones de la AP y origen de 4,1% de las importaciones. La modesta escala se explica en parte por la fragmentación del espacio económico regional, cada uno con distintas reglas.

La tercera coincidencia, es que se dispara el avance de esta primera reunión y su declaración en plena crisis venezolana, sin que todavía pueda precisarse cuándo acabará esa desgastante pulseada que impactó de lleno en otros esquemas regionales como la OEA, Celac e incluso en el propio Mercosur.
Pareciera entonces que ProSur surge como un nuevo estilo de acercar posiciones entre países sudamericanos: supuestamente “desideologizado” –aunque su contexto indica otra cosa-; un “barajar y dar de nuevo” procurando sintonías diversas: proponer un interamericanismo que no retraiga a los EEUU. Además de no alejarse del multilateralismo que sigue defendiendo Europa y mantener la suficiente laxitud para no quedar lejos del poderoso Pacífico y en particular de China.
La Unasur se constituyó sobre un fondo e imaginario bolivariano, lo que geopolíticamente terminó afectándola, al quitar contenido al Mercosur y facilitar el afloramiento de espacios subregionales refractarios como la Alianza para el Pacífico, finalmente locomotora del nuevo enfoque integracionista predominante en Latinoamérica.

Prosur puede leerse como el reverso de Unasur. La declaración del 22/3 es muy prolija al proponer un tratamiento “flexible y con carácter prioritario” de “temas de integración en materia de infraestructura, energía, salud, defensa, seguridad y combate al crimen, prevención y manejo de desastres naturales”.
En suma, se trata de un modelo híbrido que seguramente irá avanzando en la medida de que los turnos electorales ratifiquen ciertos liderazgos clave -y que en algunos países la ciudadanía acompañe a las políticas de los presidentes en ejercicio, particularmente Piñera, Bolsonaro y Duque-.
No es mala noticia la específica inclusión de objetivos específicos en la declaración -algunos que aparecen por primera vez en documentos de estas características-. Veremos cuál es la voluntad, una vez constituido el bloque, de abordarlos en agendas concretas.
Por ahora, el proyecto tiene mucho de política y poco de concreta operatividad económica o comercial.

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